"Un infierno dulce": hablamos con la gente que ha decidido tener más de tres hijos en España en pleno 2025
Publicado el 09/03/2025 por Diario Tecnología Artículo original
A los segundos de descolgar el móvil, cumplido el trámite de los saludos y las presentaciones, Patricia advierte de que está a punto de recoger a sus hijos en el cole. Sara se comunica vía WhatsApp después de llevar a su pequeña a sacarse unas fotos para el DNI. "Lo tiene mañana y se me había olvidado", confiesa. Isra contesta también por escrito, apurando ratos libres. Y María interrumpe varias veces la entrevista para recordar a sus hijos que está al teléfono. Quien se porte bien, les conmina con infinita dulzura (infinita paciencia), se llevará un premio.
Los cuatro, Patricia, Sara, Isra y María, tiene algo más en común que haber charlado conmigo para este reportaje o tener una agenda particularmente apretada. Son parte de familias numerosas. Más numerosas de lo habitual. Sara, Isra y María viven en hogares con cuatro vástagos. En casa de Patricia son siete.
A su modo todos son rara avis en un país en el que el número medio de hijos por mujer ha ido descendiendo con el tiempo hasta situarse en apenas 1,12.
Cuestión de cifras

Para comprender lo excepcional de sus casos viene bien echar un vistazo a las tablas del INE, que lo deja claro con solo un par de pinceladas: ahora mismo lo "normal" (estadísticamente hablando) es que las mujeres españolas sean madres pasados los 32 años y no lleguen a los dos hijos. Es más, en muchos casos la idea de tener prole sale incluso de la ecuación. En 2020 en España había 3,91 millones de hogares formados por parejas sin hijos, frente a 2,89 millones con un solo hijo y 2,76 con dos. 4,9 millones eran directamente hogares de una sola persona.
Las consideradas familias numerosas, con tres o más hijos, relativamente habituales en la España de hace solo unas décadas, han pasado a ser una clara minoría. A cierre de 2023 el Gobierno contabilizaba 818.600 títulos de este tipo en vigor, un 48% más que hace una década, aunque ese porcentaje se debe más a cambios normativos (la ley equipara además a familias numerosas ciertos perfiles de hogares) que a un aumento real de las parejas con muchos descendientes.
Aun así, tomando como referencia esos 818.600 títulos reconocidos por el Gobierno, el número sigue siendo muy inferior que el de los hogares formados por una sola persona (4,9 millones) o los constituidos por parejas que han dado el paso de vivir juntas pero prefieren no tener hijos (casi 3,9 millones).
Así pues, con el coste de la vivienda volando alto, tras una crisis inflacionista cruenta y con la energía, los carburantes o el aceite disparados, la gran pregunta es… ¿Qué lleva a una pareja en 2025 a tener más de tres hijos? ¿Es algo al alcance solo de las familias más ricas o aquellas dispuestas a pasar apuros ? ¿Por qué crear un hogar así cuando la que la propia Federación Española de Familias Numerosas (FEFN) reconoce que al 75% de las familias les cuesta llegar a fin de mes y seis de cada diez se ven obligados a controlar el uso de la calefacción por su coste?
No hay momento bueno (ni malo)
Israel Fernández tiene 39 años, su mujer Pilar 37. Residen en Toledo y tienen cuatro retoños, dos hijas y dos hijos. Su perfil e historia (su familia, en definitiva) son distintos a los del resto de personas que han compartido sus testimonios para este reportaje, pero la mayoría coincide al revelar cuál es el origen de una familia numerosa en 2025: la espontaneidad. No es algo planificado ni calculado.
Surge. Y se acepta. Sin más.
"Nosotros no 'fuimos buscando' ni planificando agendas, ni hicimos check en una lista de comprar-monovolumen-tener familia. Decoramos el cuarto y simplemente fuimos viviendo, con ilusión y cariño. Nos llevó a ser seis el amarnos", relata.
"La verdad es que no existe un momento ideal para tener hijos, ni uno para no tenerlos. O se tienen o no. Y luego toca apechugar con la decisión: que si un casco ortopédico, que si una leche especial por una intolerancia, dificultades para conciliar, retos económicos, noches sin dormir, lloreras y mucha felicidad".
Uno de los primeros retos con los que les tocó pelear a Isra y su mujer, de hecho, no fueron los gastos de la crianza, la escasez (y coste) de vivienda o los problemas para conciliar. En un país en el que el número medio de hijos por mujer apenas pasa de uno (1,2) se toparon con la incomprensión de parte de su círculo.
"En nuestro entorno, tan joven, nadie se lo creía. Viejas amistades decían que si nos habíamos vuelto locos, que 'buena suerte'. Otros dejaron de hablarnos como si fuéramos apestados. Otros nos preguntaron si formábamos parte de alguna secta". Él mismo conoce solo dos casos más como el suyo, ambos muy distintos.
A medida que pasaban los años y crecía la familia se encontraron con otra barrera: la de las empresas, la sociedad y las instituciones, que pese a ver cómo la crisis de natalidad se convierte en un tema prioritario en otros países (Japón, Corea del Sur o China, por ejemplo) siguen sin dar facilidades a las familias numerosas, las que mantienen engrasado el motor demográfico.
— ¿Os lo pone fácil la sociedad, las empresas y las administraciones o hacen que sea todavía más difícil formar una familia numerosa?
— Nadie empatiza lo que merece una situación así. A España se le queda grande la paternidad, es un país que no está a la altura de lo que exige a nivel legislativo. Hemos pasado mañanas enteras solo para rellenar formularios y cumplimentar en fecha burocracia que luego estaba duplicada.

Fernández recuerda cómo la primera vez que acudió con su pareja a la oficina de Bienestar Social para consultar las opciones que tenían, la respuesta que recibió fue "lacónica": "Abortad, sois demasiado jóvenes". Dos décadas después y como parte de una familia numerosa con cuatro hijos a su cargo, reconoce que hoy no resulta más fácil conciliar. "Y eso sí que debería preocuparnos", desliza.
En su caso explica que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha ofrece varias formas de ayuda, incluida la deducción fiscal por familia numerosa en el IRPF, el bono social térmico, becas para libros, ayudas en educación o descuentos en transporte público, entre otras. Fernández sabe que hay quien mira esas ayudas como una especie de "filón" millonario, pero él desmitifica su alcance real.
"La realidad es que todo esto paga el 10% de los gastos mensuales. Aquellos cheques bebé, los 2.500 euros de Zapatero, solo nos pillaron por los pelos, para una de nuestras hijas", comparte: "Son ventaja que celebro, pero a las que les convendría un refinado, especialmente porque nadie te dice que esto existe. Te lo tienes que buscar tú. Acceder a esas ayudas exigió jornadas laborales enteras".
En su opinión, las familias numerosas se topan en España con un enorme muro: "Mecanismos atrofiados porque asumen que nunca tendrás más de dos" hijos.
"La vivienda se adapta a la familia"
El perfil de Patricia Cordero, cacereña de 49 años, es aún menos común. Tiene siete hijos de entre 21 y siete años. Que haya formado una familia tan amplia, tan alejada de la normalidad (estadística) de la España del siglo XXI, explica ella, tampoco fue fruto de una decisión planificada o medida al milímetro.
"Han ido viniendo y los hemos ido aceptando". En su caso tuvo dos hijos bastante seguidos. Luego un "parón" de cinco años con un aborto de por medio. Y finalmente una segunda etapa en la que, en un período relativamente breve, dio a luz a los otros cinco retoños que forman ahora su familia nónuple.
"A los que somos familia numerosa no nos supone ningún trauma", bromea.
A nivel económico reconoce que supone "un esfuerzo", pero aclara que la suya es una familia con una "renta normal" y los gastos se afrontan de una manera no muy distinta a cómo se hacía hace décadas, cuando los hogares grandes estaban mucho más extendidos en España: reciclando ropa, entre hermanos y primos, reaprovechando libros y juguetes y sobre todo priorizando lo importante.

Patricia no ha sentido incomprensión por parte de su entorno, aunque reconoce que en la calle hay gente a la que le llama la atención el tamaño de su familia. Lo que sí lamenta es que "la publicidad" no siempre refleje de forma fiel la realidad de los hogares grandes. En concreto apunta a los estudios que aseguran que el primer año de crianza cuesta cientos o miles de euros, datos de los que se desprende una lectura clara: la paternidad se ha convertido en un factor de riesgo de pobreza.
"La gente piensa que si tienes una familia con tantos hijos o eres muy rica o muy pobre. Y no es así", rebate Cordero, quien entiende, con todo, que "la inseguridad" laboral con la que se ven obligados a lidiar los jóvenes les disuada de ser padres.
Su experiencia deja de hecho una conclusión positiva, sobre todo en un país en el que el coste de la vivienda es una de las principales preocupaciones de las familias: no hacen falta grandes apartamentos para tener hijos. Su familia vive en una casa de 90 m2, una vivienda que se ha ido adaptando a base de cambios en el garaje, trastero y literas a medida que llegaban los niños. "La familia no se adapta a la vivienda, es la vivienda la que se adapta a la familia", subraya Pilar.
El gran reto: conciliar
Si hay una palabra que pesa sobre la natalidad y complica el día a día de las familias (sobre todo las más grandes) es la conciliación. Lo confirma Marta Díaz, de Teruel, 41 años y tres hijos. Cuando llegó el tercero decidió cambiar de empleo precisamente para conciliar. "Es lo que más he notado. En nuestro país no existe".
Están las guarderías y los comedores, cierto, pero Díaz recuerda que no son baratos ni es fácil cumplir los requisitos para ciertas ayudas, con lo que las familias se ven arrastradas a una paradoja: pasar más tiempo fuera de casa para pagar los servicios que necesitan sus hijos porque… (¡Exacto!) sus padres no están en casa.
No todos son dificultades. Díaz reivindica un apoyo "fundamental" que hace que el día a día de las familias resulte mucho más llevadera: los abuelos. Su figura está presente también en la familia de Sara, una joven de Madrid que convive con sus padres y tres niñas de trece, once y seis años y un niño de nueve, aunque su familia es algo distinta: esos cuatro pequeños son sus sobrinos, no sus hijos.
"Me quedé con ellos por circunstancias de la vida", comenta a través de mensajes de WhastApp. Los padres de los pequeños se separaron y su madre, la hermana de Sara, está en tratamiento, por lo que los cuatro hermanos acabaron al cuidado de la familia materna. Hoy por hoy se encargan de ellos su tía y abuelos.
"Vivimos todos juntos en un piso de tres habitaciones bastante grandes, por lo que pudimos apañar con literas y un sofá cama que tenemos", relata la joven. Para salir adelante cuentan con tres sueldos, el salario mínimo que cobra su padre, el sueldo de funcionaria de su madre y su propia nómina en un puesto de media jornada.
"Aun así cuesta un montón", confiesa. "Se junta la hipoteca con los gastos de una casa, comida, las cosas que les piden en el colegio, ropa, zapatillas… Hay veces en las que con los tres sueldos vamos muy apretados y nos cuesta llegar a fin de mes, pero sabemos que van primero los niños y luego vamos nosotros".
En la conversación vuelve a cruzarse la palabra temida, la que complica el día a día de las familias numerosas: ¿Es fácil conciliar con tantos pequeños en casa?
"En los trabajos es como en todo", se resigna Sara.
A su madre le han permitido teletrabajar varios días a la semana y a ella su empresa le pidió un documento de tutela o apoderamiento para buscar soluciones. Donde han encontrado un respaldo valioso, explica, es en compañeros dispuestos a cambiar turnos y sobre todo en sus vecinos. "Son maravillosos. Saben la situación. Si alguna vez necesito que alguno se quede, sobre todo la pequeña, ellos mismos se ofrecen". No es una ayuda menor si se tiene en cuenta que hay días en las que su madre llega del trabajo a las siete de la tarde y ella se incorpora al suyo a las seis.
Encajando horarios

María Milán, 34 años recién cumplidos y madre por cuádruple partida, también sabe de encaje de bolillos con los horarios. ¿Conciliación? "No hay conciliación". Ella trabaja por las noches, con reducción de jornada, por lo que entra sobre las diez y sale de madrugada. Su pareja se incorpora a su puesto poco después. "Hay muy poca conciliación, pero mi pareja y yo nos vamos coordinando".
El suyo es otro ejemplo de que no todas las familias numerosas se ajustan al mismo patrón y en el colectivo hay muchas (muchísimas) casuísticas: están los hogares nucleares, otros con un progenitor, hay familias numerosas con padres divorciados, familias con más de tres hijos por agrupamiento, con cónyuges que tienen hijos de relaciones previas, o casos como el de Sara, en los que son otros familiares quienes cuidan de los niños. Tantos casos casi como familias.
Milán tiene dos mellizas que están punto de cumplir 14 años de una relación anterior y otros dos pequeños, nacidos muy seguidos, que son hijas de su actual pareja. Él ya viene de una familia numerosa. Ella no. Solo tiene una hermana. Pero eso no quita que desde pequeña se sintiese atraída por los hogares grandes, con muchos retoños. "No lo tenía planificado al cien por cien porque al final no depende solo de ti, pero siempre quise una familia grande", reconoce.
Ahora viven en Fuenlabrada, en una casa grande, de 130 m2 y cuatro habitaciones que han ido acondicionando, y van lidiando con los desafíos de una gran familia. Hace poco por ejemplo, cuenta Milán, se les estropeó el coche y se vieron en la tesitura de buscar uno nuevo. Como son seis (más mascotas) pensaron en un modelo grande, de ocho o nueve plazas, pero resultó una misión imposible.
Otro quebradero de cabeza son las ayudas públicas. Sara explica que por las características de su familia tendrían derecho a una bonificación considerable del IBI, pero no cumplen los requisitos por el tamaño de su casa, algo que la joven asegura no entender. ¿Cómo vivir en una más pequeña con cuatro niños?
¿Ventajas? Todas
Hasta aquí los desafíos, que son muchos, grandes, colosales en ocasiones, pero solo una de las caras de la moneda. La otra, igual de importante y en la que coinciden todas las familias que han participado en este reportaje, son las ventajas de convivir con cuatro (o más) niños. Las hay y no son pocas, garantizan.
"¿Ventajas? Todas. En casa hacemos el chiste de que cada día es un episodio de 'Modern Family' mezclado con una de esas comedias británicas tipo 'Brassic'. Es decir, el infierno. Pero un infierno dulce", comparte Israel.
"Pensamos en estos términos: más hijos son más personas que quieres y que te quieren. En mi hogar no se habla de herencia (todavía), así que el capital humano lo es todo. Y entre ellos se cuidan y protegen. Claro que pelean, pero se defienden en las peleas vitales, las importantes. Es el experimento a nivel microscópico de cómo convivirán y relacionarán para vivir en sociedad unos años después".
No es el único en opinar así. Milán explica que sus hijos le dan vida ("a donde vamos hacemos ruido", bromea), Sara recuerda que los pequeños son una fuente inagotable de cariño y Marta reconoce sentirse "afortunada" con su familia de tres hijos en Teruel. "Me encanta. Y sé que a mis hijos también les encantará cuando sean mayores, lo agradecerán, tener hermanos, el apoyo emocional".
"No te vas a tener tiempo para aburrirte", confiesa Sara entre risas. "En serio, no te va a faltar el cariño que te dan, te hacen tener la fuerza de tirar del carro para salir adelante y aunque hay momentos malos, como en toda familia, siempre son muchos mas los momentos buenos. De ellos tambien se aprende mucho. Y como extra siempre te sirve para recordar cosas del colegio que creias olvidadas".
Hay quien incluso reconoce abiertamente que, a pesar de formar parte de una familia que rompe las estadísticas de 2025, tendría aún más hijos si pudiera.
Al fin y al cabo las estadísticas son solo eso, estadísticas.
Imágenes | Krakenimages (Unsplash), Picsea (Unsplash) y cedidas
En Xataka | La crisis demográfica de España se puede resumir en un dato: nacen más bebés de madres de 41 años que de 25
utm_campaign=09_Mar_2025"> Carlos Prego .