No hay una receta milagrosa que nos de un "Ozempic natural". Pero la ciencia tiene algunos "trucos" que pueden ayudarnos
Publicado el 21/05/2025 por Diario Tecnología Artículo original
La popularidad de la semaglutida (el principio activo del archiconocido Ozempic) y de compuestos similares, ha llevado a muchos a la búsqueda de alternativas que permitan replicar sus efectos sin tener que pasar por la farmacia. No es algo de extrañar, como cualquier otro fármaco, Ozempic y los medicamentos similares tienen efectos secundarios, por no hablar de su coste o del hecho de que solo pueda adquirirse con prescripción médica. Contar con alternativas más a nuestro alcance puede resultar tentador.
La búsqueda de un “Ozempic natural” sin embargo tiene más sombras que luces, más pseudociencia que ciencia. Eso no quiere decir que la puerta esté del todo cerrada.
Uno de los compuestos a los que a menudo se ha colgado esta etiqueta es la berberina. Aunque algunos estudios han detectado efectos farmacológicos de este compuesto, carecemos hoy por hoy de evidencia sólida que acredite que pueda ayudarnos a adelgazar. Con lo que sí contamos es con una serie de riesgos asociados a su consumo.
Otro candidato regular a servir servir de “Ozempic natural” es el té verde. Aunque esta bebida pueda aportarnos algunos nutrientes y ayucarnos a mantenernos hidratados, sus efectos sobre o sobre nuestros niveles glucémicos son limitados en el mejor de los casos.
En un artículo para The Conversation, Mary J. Scourboutakos, experta de la Universidad de Toronto, esbozaba las ideas de lo que para ella, constituye una alternativa a compuestos como la semaglutida, un “Ozempic de la naturaleza”. La clave para ella no está en un compuesto que puedan aportarnos estos alimentos, sino en enfocarse en aquellos que de una forma u otra estimulen la producción de las hormonas que estos tratamientos “imitan”.
Para entenderlo, debemos recordar cómo funcionan estos compuestos. La semaglutida es un agonista de los receptores del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), es decir, se trata de un compuesto que funciona como esta hormona clave para nuestros procesos digestivos.
El GLP-1 es una hormona que nuestro estómago segrega cuando comemos con el objetivo de transmitir un mensaje doble. Por una parte, esta hormona avisa al páncreas de que debe comenzar a segregar insulina para controlar los niveles de azúcar en sangre. Este tipo de medicamentos son, en origen, fármacos contra la diabetes que estimulan la producción de insulina para el control glucémico en personas que por la enfermedad tienen problemas para ejercitar este control.
Por otra parte, este péptido envía también un mensaje al cerebro: el de saciedad. Este es el motivo por el que estos compuestos también hacen que quienes los consumen adelgacen, ya que aplacan el hambre.
Otros fármacos, como Zepbound, funcionan de forma similar. La fórmula de la estadounidense Eli Lilly se basa en la tirzepatida, que actúa como análogo no solo del GLP-1, sino también del GIP (polipéptido inhibidor gástrico).
No solo el qué, también el cómo
Según explica Scourboutakos, nuestra dieta puede ayudar a estimular la producción de la hormona GLP-1. Lo hace no solo a través de los nutrientes sino también a través de nuestros hábitos, del cuándo y del cómo, además del qué.
Con respecto a los nutrientes, la experta destaca dos, siendo la primera, y quizás la más importante, la fibra. La fibra es clave porque sirve de alimento a nuestro microbioma intestinal, y este a su vez sería el responsable de segregar compuestos capaces de estimular la producción de la hormona. Un estudio publicado en 2018 en la revista Science indicaba que la fibra podría ayudar a alimentar a bacterias encargadas de segregar ácidos grasos de cadena corta, que serían en este caso los encargados de incentivar la secreción del GLP-1.
Recientemente, otro estudio, este publicado en Nature Microbiology, obtuvo resultados similares. El equipo responsable de este análisis detectó que una mayor presencia de la bacteria Bacteroides vulgatus y de su metabolito, la vitamina B5 o ácido pantoténico, eran capaces de activar la secreción del péptido similar al glucagón tipo 1.
Volviendo al artículo de Scourboutakos, esta destaca otro nutriente clave, las grasas monoinsaturadas, las que podemos encontrar por ejemplo en el aceite de oliva. De nuevo, algunos estudios avalan esta noción, como el publicado en 1999 en la revista The American Journal of Clinical Nutrition, que detectó que el aceite de oliva estimulaba mejor que la mantequilla la secreción tanto de GLP-1 como de GIP.
Con respecto del “cómo”, Scourboutakos cita por ejemplo un estudio en la revista Diabetologia, a partir del cual concluye que consumir los alimentos más proteicos antes que los más ricos en carbohidratos (como comer primero un plato de pescado y después uno de arroz) daría pie a una mayor secreción de GLP-1. Otros factores relevantes mencionados por Scourboutakos incluyen la hora a la que consumimos los alimentos e incluso si los masticamos o consumimos en forma licuada.
Nuestra dieta afecta a nuestra salud y a nuestro bienestar de muy diversas formas.
Puede parecer anticlimático, pero lo más parecido a un un “Ozempic natural” que tenemos es una dieta variada, rica en fibras y en grasas como el aceite de oliva, cuyas propiedades positivas son bien conocidas desde hace tiempo. Una dieta de este tipo quizá no pueda curar enfermedades, pero es un complemento necesario para muchos tratamientos y es una importante herramienta preventiva a la hora de evitar problemas de cara al futuro.
Imagen | Chemist4U / Ella Olsson
utm_campaign=21_May_2025"> Pablo Martínez-Juarez .