La debacle demográfica en Europa, expuesta en este mapa con un invitado engañoso: Mónaco
Publicado el 09/03/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Hace unos días comentamos que el motor demográfico de España está gripado. Nacen muy pocos bebés cada día, no son suficientes para el relevo generacional y, aunque nos encaminamos al récord de habitantes, esto es gracias a la inmigración. Además, nacen más bebés de madres de 41 años que de 25, pero no es un problema exclusivo de España.
Y, para entender el alcance en nuestro entorno más inmediato, veamos este gráfico elaborado por Visual Capitalist que muestra la tasa de fertilidad en Europa:

Tasa de fertilidad. Es el número promedio de hijos que una mujer tendría a lo largo de su vida reproductiva (periodo comprendido entre los 15 y los 49 años). Se estima que 2,1 hijos por mujer es la tasa adecuada para el relevo generacional y es un indicador de largo plazo. Mala noticia: según las estimaciones de la ONU para 2025, en Europa no hay ningún país que llegue a esa deseada tasa de fertilidad.
Un pequeño reducto verde. Bueno, sí hay uno: Mónaco. El problema es que no es algo que tenga importancia en una Europa que tiene una bajísima tasa de fertilidad debido a que su población es extremadamente pequeña (apenas 39.000 residentes) y cualquier cambio en el indicador que sea altera de manera significativa las mediciones. La economía tampoco es un problema en Mónaco.
Montenegro con 1,8 y Rumanía con 1,7 son los que completan el podio. En la parte baja, tenemos a Ucrania (que, debido a su situación, tampoco es representativo) y países como Malta o Andorra con una tasa de 1,1. España, junto a Italia, San Marino o Lituania, también está más cerca del pozo que de ver la luz debido a una tasa de 1,2.
Decadencia. Ya hay quien decía que el verdadero reto del siglo XXI sería el demográfico porque, aunque para el 2080 seremos 2.300 millones de personas más en el planeta, no todos los territorios crecerán de forma homogénea. En el caso europeo, hay una serie de cuestiones que han formado el cóctel perfecto para que tanto las tasas de natalidad (nacimientos por cada 1.000 habitantes) como de fertilidad se hayan desplomado estos últimos años.
La edad de independencia ha aumentado estas últimas dos décadas, situándose por encima de los 30 años de media en el caso español. El precio del alquiler por las nubes impide que se deriven activos al ahorro o la crianza de un hijo. Y esto, unido a factores culturales, ha provocado el bajón de la tasa de fertilidad. Hace unas décadas, de hecho, a nivel mundial era de cinco hijos por mujer. Hoy nos conformamos con los mencionados 2,1.
Inmigración. Que no se produzca ese relevo generacional tiene multitud de implicaciones, siendo dos de las más visibles la imposibilidad de mantener sistemas como el de pensiones y la falta de personal laboral. Ahora bien, algo que puede hacer que la tasa remonte es la inmigración. En el caso español, cuatro de cada diez empleos de enero a junio de 2024 fueron cubiertos por un inmigrante, pero en la natalidad, la inmigración también tiene un impacto positivo.
En 2021, casi un tercio de los bebés que nacieron en España, el 32,4%, tenía al menos un padre o madre extranjero. Con la lupa en mano, un 42% eran de origen latinoamericano, un 28% africano, un 22% europeo y un 7% asiático. Ahora bien, algo que se ha observado es que las tasas de fertilidad de madres inmigrantes tienden a alinearse con la de la población local.
Problema mundial. Como decimos, más allá de en Europa, la demografía es un problema en multitud de países. Pero aunque en este artículo hemos puesto el foco en los países de nuestro entorno debido a que la representación del mapa de Visual Capitalist es muy clara, si echamos la vista a Oriente, la situación es demoledora.
Corea del Sur o Japón han sufrido una debacle demográfica. China, más de lo mismo, y aunque los tres países han puesto en marcha multitud de medidas para frenar esa despoblación, algo que tienen en común es la intención de reactivar su población gracias a la mano de obra inmigrante. Bien sea en el campo… o contratando niñeras para que los padres y madres puedan ponerse manos a la obra.
Volviendo a Europa, lo que indican todos los gráficos y mediciones es que no es un problema pasajero, sino un reto a largo plazo con implicaciones muy profundas. En Asia hay países que parecen remontar con algunas propuestas, pero es algo que se verá al medio y largo plazo.
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