Rusia ha colocado a Europa y EEUU en una dilema: invocar un botón que solo se ha activado tras los atentados del 11S
Publicado el 11/09/2025 por Diario Tecnología Artículo original
En una noche sin precedentes, entre 11 y 19 drones rusos violaron el espacio aéreo polaco, muchos procedentes de Bielorrusia, entre las 23:30 y las 6:30, coincidiendo con nuevas ofensivas contra Ucrania. Varios aparatos fueron derribados por cazas F-16 polacos y F-35 neerlandeses, mientras otros cayeron en territorio polaco, llegando uno a impactar contra una vivienda. Lo que ocurrió después es una escalada de las tensiones en el viejo continente muy peligrosa.
Contra Polonia y el resto de Europa. Poco después se conoció que se recuperaron restos de al menos siete drones y un proyectil aún sin identificar. Las autoridades revelaron muchos de ellos como drones Gerbera, una variante rusa simplificada de los Shahed-136 iraníes, cuyo alcance de 600 km deja dudas sobre su punto de lanzamiento.
Los restos aparecieron en zonas cercanas a la frontera oriental y también en regiones más al norte y oeste, lo que obligó al cierre temporal de cuatro aeropuertos, incluido el de Varsovia.
La respuesta militar. Polonia activó sus defensas aéreas y desplegó aviones, helicópteros y un sistema de alerta temprana Saab 340 Erieye para seguir a los drones. Junto a la participación neerlandesa, se sumaron un avión de alerta temprana italiano, un cisterna MRTT de la OTAN y baterías Patriot alemanas en alerta, aunque sin disparar.
Fue la primera vez en la historia que aviones de la Alianza abrieron fuego en su propio espacio aéreo contra un objetivo hostil. Restos de un misil AMRAAM sugieren que se emplearon armas aire-aire modernas, aunque no está claro si por F-16 o F-35.
Varsovia y la Alianza. El primer ministro Donald Tusk calificó las violaciones como un acto de agresión que incrementa el riesgo de una gran guerra en Europa “al nivel más alto desde 1945”. El gobierno polaco convocó al encargado de negocios ruso, aunque Moscú negó responsabilidades y aseguró que no pretendía atacar a Polonia.
Varsovia invocó el Artículo 4 del Tratado Atlántico, que abre consultas entre los 32 aliados cuando la integridad o seguridad de un miembro se ve amenazada. Era la octava vez que se activa desde 1949. La OTAN, sin embargo, confirmó que no habrá cambios inmediatos en su postura militar.
Reacciones internacionales. El episodio provocó condenas inmediatas en Europa y Estados Unidos. Legisladores demócratas y republicanos hablaron de una “prueba de fuego” de Putin, con algunos calificando el ataque de “acto de guerra” y reclamando sanciones duras. El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, aseguró que los drones estaban claramente dirigidos hacia Polonia y no se desviaron por error.
Muchos analistas consideran que la acción pudo ser un ensayo de Moscú para estudiar la reacción de la OTAN y reforzar su estrategia de guerra híbrida en Europa. Mientras, Tusk reveló que ha recibido propuestas concretas de apoyo para reforzar la defensa aérea polaca, que ya cuenta con un ambicioso programa de modernización y sistemas de alerta como aerostatos de vigilancia de baja cota.

El alcance del Artículo 4. El Artículo 4 establece que los aliados deben reunirse para consultas siempre que uno de ellos perciba que su integridad territorial, independencia política o seguridad están amenazadas. Esto no implica un compromiso automático de defensa, pero sí abre la puerta a deliberaciones en el Consejo del Atlántico Norte que pueden desembocar en decisiones conjuntas, medidas preventivas o despliegues de apoyo.
Desde 1949 se ha invocado en siete ocasiones, la más reciente en 2022, cuando varios países de Europa del Este pidieron consultas tras la invasión rusa de Ucrania. Incluso sin invocación formal, ya en noviembre de 2022 la OTAN celebró una reunión de emergencia después de que un misil cayera en Polonia causando dos muertos, generando temor de un contagio del conflicto.
El Artículo 5: la piedra angular. Más allá de las consultas, el núcleo del tratado es el Artículo 5, que consagra la defensa colectiva: un ataque armado contra uno o varios miembros en Europa o Norteamérica se considera un ataque contra todos. La respuesta no es automática ni uniforme, sino que cada Estado acuerda en consulta qué medidas adoptar “incluido el uso de la fuerza armada” para restaurar la seguridad del área atlántica.
El texto se apoya en el derecho de autodefensa reconocido por la Carta de la ONU y deja a cada aliado la decisión de hasta dónde llegar. Que sepamos, en toda la historia de la OTAN solo se ha invocado una vez: tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, lo que condujo a la participación aliada en la guerra de Afganistán.
Los riesgos en Ucrania. Esta es probablemente la clave hasta ahora, ya que dado que Ucrania no forma parte de la Alianza, la invasión rusa no activó el Artículo 5, aunque numerosos miembros han aportado armas, entrenamiento e inteligencia a Kiev.
El peligro surge de que ataques deliberados o errores de cálculo (como incursiones aéreas, bombardeos accidentales o misiles extraviados) impacten en el territorio de países fronterizos como Polonia, Rumanía o los bálticos. En ese caso, la OTAN tendría que decidir si considera el hecho como un ataque armado y responder en consecuencia, con el riesgo de extender la guerra a toda Europa.
Flexibilidad y dilema. El Artículo 5 no obliga a una respuesta inmediata ni uniforme. De hecho, su redacción flexible permite consultas sin plazo definido y otorga a cada miembro margen para calibrar su nivel de implicación. Esa elasticidad le da fuerza política como disuasión, pero también genera incertidumbre: su eficacia depende de la unidad y la voluntad de los aliados.
En el contexto actual, con Rusia intensificando operaciones híbridas y provocaciones en la frontera oriental, la frontera entre incidentes “accidentales” y agresiones deliberadas se vuelve más difusa, aumentando la probabilidad de que la OTAN deba enfrentar la difícil decisión de si activar o no su cláusula de defensa colectiva.
Un escenario de riesgo. En resumen, aunque no se han registrado víctimas, la violación aérea fue descrita por el mando polaco como “una agresión sin precedentes que puso en riesgo real la vida de ciudadanos”. Para la OTAN, el incidente inaugura una nueva etapa en la confrontación: por primera vez la Alianza derriba drones rusos dentro de su propio espacio, lo que acerca el riesgo de escalada.
Con el recuerdo de 2022, cuando se activó el Artículo 4 tras la invasión de Ucrania, y la sombra del Artículo 5, la crisis deja abierta la incógnita de si estas violaciones se repetirán y de cómo reaccionará la OTAN en un escenario europeo cada vez más volátil. Su respuesta determinará si Moscú percibe una línea roja real o un vacío que seguir explotando.
Imagen | NATO