Los iconos de iOS han cambiado tres veces en 17 años: sobrevivieron a Steve Jobs, a Jony Ive y a apps que ya no existen
Publicado el 22/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Si hay algo que define la relación que tenemos con nuestro iPhone, son los iconos. Esos pequeños cuadraditos que llevamos años tocando cientos y miles de veces. Y, después de reflexionar sobre todo lo que han cambiado a lo largo de estos 17 años, me he dado cuenta de algo: estos iconos han sido testigos silenciosos de toda una historia. Una que va mucho más allá del diseño.
Han sobrevivido a cambios de liderazgo, revoluciones estéticas y al cementerio digital de apps. Y ahora, con iOS 26 y su nuevo lenguaje Liquid Glass, estamos viviendo el tercer gran cambio de era en la historia de iOS.
La era Jobs (2007-2012): cuando todo parecía real
¿Os acordáis de cuando Notas parecía un bloc de papel amarillo de verdad? ¿O cuando la app de Calendario en el iPad tenía cuero cosido como si fuera una agenda de las de toda la vida? Qué tiempos aquellos del skeumorfismo.

Steve Jobs estaba obsesionado con que la tecnología fuera amigable. Y tenía razón: en 2007, tocar una pantalla era algo completamente nuevo para la mayoría de nosotros. Necesitábamos que las cosas se parecieran a lo que ya conocíamos. Por eso la app de Kiosco era literalmente una estantería de madera, y por eso el icono de Safari llevaba una brújula de verdad. Mi detalle favorito de esa época: el icono de "Añadir a lista de lectura" de Safari eran las gafas de Steve Jobs. Un homenaje oculto que pocos conocían.
Todo en el diseño servía como puente entre el mundo físico y el digital. El realismo no era decorativo: era pedagógico. Estaba pensado para generar confianza y familiaridad.
La revolución de Ive (2013): lo digital se libera
En 2013 todo cambió. iOS 7 fue como un reseteo completo del iPhone que conocíamos. Jony Ive decidió que ya no necesitábamos que lo digital imitara lo físico. La gente ya sabía usar un iPhone; era hora de abrazar el lenguaje propio de las pantallas.
Recuerdo perfectamente la primera vez que vi iOS 7 en la keynote. Fue impactante. De repente, todo era plano, limpio, con colores vibrantes y sin texturas. Los iconos perdieron sus sombras, sus volúmenes, sus materiales. Pero Ive no se limitó a quitar capas: introdujo otras nuevas. Profundidad a través de transparencia, movimiento, jerarquía visual.

Ese desenfoque gaussiano en tiempo real del Centro de Control era pura magia. Todo flotaba, todo respiraba. Era el comienzo de una nueva era: menos ornamentación, más intención.
Después de la revolución de iOS 7, Apple no se quedó quieta. Durante más de una década, fuimos viendo cambios constantes pero siempre dentro de esa misma línea minimalista que había establecido Ive. Cada año traía refinamientos, nuevas funcionalidades y pequeñas evoluciones visuales que mantenían fresco el diseño sin traicionar la filosofía base.
iOS 18, la última versión antes del gran salto, fue el refinamiento máximo de esta filosofía. Centro de control personalizable, iconos que podían cambiar de color, nuevas animaciones... pero seguía siendo, en esencia, el iOS que Jony Ive había imaginado más de una década atrás.

Liquid Glass (2025): volvemos a lo material, pero con alma digital
Y aquí estamos en 2025, con iOS 26 y este nuevo lenguaje llamado Liquid Glass. Apple lo describe como un "material digital" que se comporta como cristal translúcido. Los iconos tienen múltiples capas, la interfaz se adapta al contenido, todo es más fluido y sensorial.
Es curioso: hemos vuelto a lo material, pero manteniendo toda la elegancia minimalista que nos trajo Ive. Es una síntesis entre lo tangible de los inicios y lo etéreo de la era post-skeumorfismo.
El nuevo icono de Cámara es el mejor ejemplo. Ha vuelto a tener ese aspecto físico, casi táctil, pero dentro del nuevo lenguaje. Es como si Apple hubiera encontrado la forma de honrar tanto a Jobs como a Ive, reconociendo que ambos tenían razón, cada uno en su momento.

El cementerio digital de los iconos olvidados
Lo que más me llama la atención de esta evolución es cuántas apps han desaparecido por el camino. ¿Quién se acuerda de que YouTube venía preinstalado en el iPhone? Su icono, esa televisión retro con antenas, era parte del ADN del dispositivo original.
O Game Center, con sus piezas de ajedrez sobre fieltro verde. O Kiosco, que era literalmente una estantería. Incluso Mapas, que al principio dependía de Google. Muchas de estas apps desaparecieron, fueron absorbidas o evolucionaron hacia algo distinto. Pero dejaron huella. Game Center se ha convertido en Games, y Mapas pasó de representar la ruta hacia las viejas oficinas de Apple al nuevo Apple Park.

Pese a todos estos cambios, seguimos tocando básicamente los mismos iconos: Cámara, Ajustes, Teléfono, Mensajes... Han cambiado su aspecto, han ganado profundidad, capas, transiciones. Pero su función esencial permanece. Son los supervivientes de una revolución digital que no para de reinventarse.
Quizás por eso nos resultan tan familiares. Porque han estado ahí durante nuestros primeros mensajes, nuestras fotos más importantes, nuestras llamadas más difíciles. Porque han crecido con nosotros.

Después de 17 años, estos iconos cuentan la historia de Apple. Del realismo emocional de Jobs, pasando por la pureza visual de Ive, hasta esta nueva búsqueda de experiencia sensorial que define la Apple actual.
Y lo más asombroso es que, en el fondo, siguen siendo lo mismo: pequeñas ventanas al centro de nuestras vidas. Nos hemos acostumbrado tanto a ellos que ya no los vemos. Pero están ahí. Silenciosos, constantes, evolucionando con nosotros. Como todo buen diseño, han cambiado mucho… y no han cambiado tanto.
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