Durante siglos la receta del pigmento azul que usaban los egipcios había sido un misterio. Acabamos de resolverlo
Publicado el 21/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
No todos los tesoros se componen de joyas, oro y piedras preciosas. Desde hace tiempo un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Washington está detrás de un tesoro igual de fascinante pero mucho más escurridizo: el azul egipcio, el pigmento sintético más antiguo del que se tiene constancia y que en su día emplearon los artistas del Antiguo Egipcio para decorar desde cuencos de alabastro a ataúdes, cerámicas y murales. A pesar de su enorme popularidad y que los romanos siguieron usándolo, su receta se perdió con el paso de los siglos.
Hasta ahora.
¿Qué es el azul egipcio? Uno de esos misterios que lleva décadas intrigando a los arqueólogos de medio mundo. El azul egipcio es básicamente un colorante que destaca por dos razones. La primera, porque se trata del pigmento sintético más antiguo conocido hasta la fecha. Se empleaba hace miles de años. La segunda es su tono azulado, que permitía a los artistas usarlo como sustituto de minerales mucho más caros, como la turquesa o el lapislázuli.
Con todo y aunque hablamos de "azul egipcio" en general, el pigmento era muy heterogéneo. En función de dónde se hubiera fabricado, cómo se hubiera trabajado con el material o la calidad de sus componentes, el tono podía variar entre el gris, un azul más o menos profundo y un verde apagado. Un factor que influía en el proceso por ejemplo era cómo de rápido enfriaba la mezcla.

¿Cómo de antiguo es? Bastante. Sabemos que el azul egipcio ya se usaba hace 5.000 años. Y eso como mínimo. De hecho la muestra más antigua conocida es un pequeño cuenco de alabastro elaborado en el 3250 a.C. El pigmento se empleaba en cerámicas, esculturas, murales, sarcófagos, piezas que conservamos aún hoy y muestran su tonalidad azulada. También se aplicó sobre diferentes superficies, como madera, piedra o cartonaje, un material similar al papel maché.
¿Solo lo usaron lo egipcios? No. Su color gustó tanto a los artesanos que los romanos acabaron incorporándolo a su paleta tras la conquista del Antiguo Egipcio y llegó a usarse durante el Renacimiento. El Instituto Smithsoninan recuerda que hace unos años se descubrió que a comienzos del siglo XVI Rafael empleó el azul egipcio en el fresco 'Triunfo de Galatea', una obra elaborada para la Villa Farnesina, situada en el barrio de Trastévere, Roma.
Aunque la intención de Rafael pudo ser imitar la antigua técnica romana, la Universidad Estatal de Washington (WSU) precisa que durante el Renacimiento la fórmula del pigmento prácticamente había caído en el olvido. Eso es lo que ha querido solucionar ahora un equipo de investigadores dirigido por la institución estadounidense y que ha trabajado codo con codo con el Museo Carnegie de Historia Natural y el Instituto de Conservación del Museo Smithsoninan.
¿Y cómo lo han hecho? A base de prueba y error. Y de intentarlo una y otra vez hasta dar en el clavo. El equipo examinó a fondo muestras del pigmento y elaboró 12 recetas en las que experimentó con diferentes materias primas y tiempos de elaboración. Los resultados los ha plasmado en un artículo publicado en NPJ Heritage Science en el que detalla cómo trabajó con mezclas de dióxido de silicio, cobre, calcio y carbonato de sodio. El ingrediente principal es la cuprorivaíta.
Para completar el proceso la mezcla dse calentó a 1.000º Celsius durante diferentes tiempos, entre una y 11 horas, en un intento por replicar la temperatura con las que trabajan los hornos de la época. Las muestras resultantes se dejaron enfriar también a distintas velocidades para estudiar luego sus pigmentos mediante técnicas de microscopía y análisis. Los resultados se compararon con piezas reales del Antiguo Egipto.
¿Tan complicado es? Más allá de los materiales empleados o las técnicas con las que se mezclaban, el gran desafío para los arqueólogos ha sido replicar las tonalidades exactas con las que trabajaban los artesanos egipcios. "Una de las cosas que observamos fue que con pequeñas variaciones en el proceso se obtenían resultados muy diferentes", comenta John McColy, uno de los autores del estudio y director de la Escuela de Ingeniería Mecánica y de Materiales de la WSU. "Había gente que fabricaba el pigmento, lo transportaba y luego lo usaba en otro lugar".
Durante su estudio los investigadores descubrieron de hecho que para obtener la tonalidad más azulada solo se necesitaba la mitad de los componentes que generan el color azul. "No importa lo que contenga el resto y eso nos sorprendió", añade McCloy. "Se puede ver que cada partícula contiene un montón de elementos. No es uniforme, ni mucho menos". Hasta tal punto es así que la WSU reconoce que una de las conclusiones a las que llegaron los expertos es que el pigmento resulta sorprendentemente diverso.
¿Consiguieron su objetivo? Eso parece. En un comunicado lanzado hace unos días la WSU asegura que tras probar diferentes fórmulas y examinar los resultados en detalle, su equipo ha conseguido "recrear" el famoso azul egipcio. La hazaña no es solo fruto de la curiosidad o un avance para comprender mejor el arte del Antiguo Egipcio. La propia WSU recuerda que en parte el renovado interés en el pigmento egipcio responde a razones más pragmáticas.
"En los últimos años ha resurgido el interés en este pigmento debido a sus propiedades ópticas, magnéticas y biológicas, con potenciales nuevas aplicaciones tecnológicas", señala la institución. "El pigmento emite luz en el infrarrojo cercano del espectro electromagnético, invisible para el ser humano, lo que significa que podría usarse para fines como la toma de huellas y crear tintas anti falsificaciones".
Imágenes | Washington State University, Matt Unger, Joshua Franzos y Carnegie Museum of Natural History
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