Estamos lejos de conseguir la pastilla que pueda sustituir a la comida. El motivo por el que quizás no lo consigamos es muy sencillo

Publicado el 21/06/2025 por Diario Tecnología
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Estamos lejos de conseguir la pastilla que pueda sustituir a la comida. El motivo por el que quizás no lo consigamos es muy sencillo

Hoy en día podemos encontrar una enorme variedad de nutrientes en forma de pastilla o en un formato similar: vitaminas, minerales y otros compuestos que nuestro cuerpo generalmente obtiene de los alimentos, en un formato más “práctico”. Algunas de estas pastillas incorporan de hecho una gran variedad de estos nutrientes.

Esto nos lleva a plantearnos una cuestión: por qué no todos. ¿Es acaso posible concentrar todos los micro- y macronutrientes, y todo el aporte energético que nuestro cuerpo necesita en un formato sencillo? Y si lo es, ¿estamos cerca de lograrlo?

Si alguien esperaba que la respuesta a esta última pregunta fuera algo distinto a un rotundo “no”, se equivocaba. Para entender por qué es tan difícil tenemos que entender un detalle clave: no todos los nutrientes son iguales y algunos, sencillamente, no caben en una sola pastilla.

Lo primero que debemos saber para comprender la gran dificultad a la que nos enfrentaríamos si quisiéramos crear una pastilla para alimentarse es cómo clasificamos los nutrientes. Solemos repartirlos en dos grupos.

El primero es el de los macronutrientes que abarca tres categorías: grasas o lípidos, carbohidratos, y proteínas o aminoácidos. El segundo, el de los micronutrientes, que abarca las vitaminas y los minerales que nuestro cuerpo requiere para su función. La diferencia entre las categorías puede intuirse por su nombre (y nos adelanta el gran motivo por el que es difícil concentrar la alimentación en una pastilla), es la cantidad.

Podemos ver la alimentación como un mecanismo de nuestro cuerpo para obtener dos cosas. La primera, elementos y compuestos químicos que necesita en su función diaria como aminoácidos, minerales o vitaminas. La segunda es energía, que obtiene principalmente a través de dos macronutrientes clave: carbohidratos y grasas (aunque nuestro cuerpo puede llegar a “reciclar” sus propias proteínas como fuente energética de emergencia).

La energía es el principal problema, y es que incluso los alimentos más concentrados energéticamente, las grasas, requieren de volúmenes relativamente grandes para poder aportarnos la energía que necesitamos (entre 1.600 y 3.000 calorías al día en adultos, dependiendo de nuestro cuerpo y nuestros hábitos).

La idea de los suplementos de lípidos no es nueva, pero concentrar la cantidad necesaria de grasa para suplir una comida en una sola pastilla (en la que también tendríamos que incluir otros compuestos) no parece viable, por lo que en el mejor de los casos pasaríamos a depender del consumo de varias pastillas a consumir a lo largo del día.

“Los seres humanos nunca van a comer pastillas como alimento… las pastillas nunca pueden hacerse de forma que contengan suficiente volumen calórico”, explicaba en un artículo publicado en 1936 en el Jefferson City Post-Tribune (según recogía más recientemente la cadena británica BBC) el profesor de la Universidad de Comumbia Milton A. Bridges. “Esperfectamente plausible proveer de todas las vitaminas y minerales necesarios en una comida en forma de pastilla. Pero no puedes lograr las calorías si no es comiendo comida.”

Aún no tenemos comida en pastilla pero sí tenemos productos que tratan de ofrecernos todos los micro y macronutrientes que nuestro cuerpo necesita en un formato más voluminoso, el batido. Los batidos de este tipo no son nuevos: hace ya una década que comenzaron a popularizarse fórmulas como Soylent o Joylent.

¿Es posible subsistir y mantenerse saludable con estas fórmulas? No lo sabemos, pero hay dos motivos que nos llevan a dudar. El primero es que la nutrición humana es muy compleja. Conocemos mucho sobre ella pero es posible que nuestros cuerpos requieran trazas de algún micronutriente que no hayamos considerado.

Este no es necesariamente el caso, pero es una posibilidad. Para saberlo tendríamos que poner este tipo de fórmulas a prueba en experimentos rigurosos y a largo plazo. Algo harto complicado a día de hoy.

La segunda cuestión tiene que ver con la diversidad de nuestros cuerpos: personas de distintas edad, sexo o masa corporal necesitarían fórmulas específicas para adaptarse a los requerimientos de su cuerpo. Incluso controlando estas variables también encontraríamos una enorme diversidad causada por trastornos y condiciones de salud, hábitos y actividades cotidianas, y otros factores muy difíciles de introducir si quisiéramos personalizar las pastillas o los batidos a consumir.

Reducir nuestra dieta a una serie de pastillas tendría sin duda sus ventajas. Pero sería difícil hacernos perder, como especie, nuestro gusto por la gastronomía. Esta forma de alimentarnos es hoy por hoy cosa de ciencia ficción y para muchos seguramente cosa del subgénero centrado en las distopías: al fin y al cabo, estas fórmulas, prácticas en el día a día, eliminan la agencia y el sentimiento de disponer de libre albedrío.

Esto no quiere decir que estas opciones no pudieran tener su nicho, por ejemplo facilitando la alimentación en viajes interplanetarios o en otros contextos en los que el acceso a la comida pudiera ser más complicado.

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