Caer desde 10.000 metros sin paracaídas era una muerte segura. Hasta que apareció Vesna Vulović
Publicado el 05/07/2025 por Diario Tecnología Artículo original
De repente, la azafata Vesna Vulović recobra el conocimiento. Está boca abajo y apenas puede moverse por culpa del cuerpo inerte de su compañero. La mitad de Vesna permanece en el avión, y la otra mitad está fuera. Lo que acababa de ocurrir iba a desafiar durante décadas a la física: nadie, ni antes ni después, había podido sobrevivir a una caída libre sin paracaídas desde 10.000 metros de altura tras la explosión de un vuelo comercial.
La pregunta desde entonces es sencilla: ¿cómo demonios consiguió salir con vida?
El vuelo equivocado. El 26 de enero de 1972, Vesna Vulović, una joven azafata yugoslava de 22 años, se subió al vuelo 367 de la compañía JAT por una confusión de nombres con otra compañera. El itinerario incluía varias escalas entre Estocolmo y Belgrado, y nada hacía presagiar que sería el vuelo más extraordinario y trágico de su vida.
El accidente. Tras despegar de Copenhague rumbo a Zagreb con 28 personas a bordo, el avión alcanzó la altitud de crucero. Minutos después, a las 16:01, mientras sobrevolaba la entonces Alemania Oriental, desapareció del radar de forma súbita. Una explosión en la parte delantera del compartimento de equipajes partió el McDonnell Douglas DC-9 en dos a más de 10.000 metros de altura. Lo que siguió fue una caída vertical brutal, un escenario desolador en la montaña nevada de Srbská Kamenice, en la entonces Checoslovaquia.
Solo hubo una superviviente: Vesna.
Silencio: un atentado. Apenas unas horas después del accidente, los servicios secretos checoslovacos tomaron el control absoluto del lugar. No se permitió el acceso a prensa ni mucho menos a civiles. Al día siguiente, un hombre no identificado, en un sueco algo extraño, llamó al diario Kvällsposten asegurando que era croata y miembro de un grupo nacionalista que había colocado la bomba.
El gobierno yugoslavo señaló inmediatamente a la Ustacha, organización ultraderechista croata. Diez días después, se presentaron como prueba los restos de un reloj despertador supuestamente vinculado a un explosivo. Nunca se encontraron las cajas negras, nunca hubo detenciones, ni reivindicaciones por parte de organización alguna.

El milagro documentado. Como decíamos, el informe oficial señaló la causa del accidente como una bomba colocada por un grupo nacionalista croata, aunque nunca se identificó a los culpables. Aun así, las autoridades cerraron el caso en 1974 atribuyéndolo a un atentado explosivo.
El relato oficial sostenía que Vesna cayó desde más de 10.000 metros, protegida por una serie de factores improbables: un carrito de catering que la mantuvo atrapada en el fuselaje, la fricción del aire que amortiguó la caída y la llamada velocidad terminal (velocidad máxima que alcanza un cuerpo moviéndose en el seno de un fluido infinito bajo la acción de una fuerza constante), la nieve en la ladera de la montaña que redujo la fuerza del impacto, y finalmente una parte del avión relativamente intacta que la protegió del golpe final.
Aquello era tan alucinante que hasta los míticos Mythbusters llegaron a recrear el caso y concluyeron que la posibilidad de sobrevivir no era nula, aunque, por supuesto, ínfima.
Homenajes. Vulović sufrió múltiples fracturas, entró en coma durante casi un mes y quedó temporalmente paralizada de cintura para abajo. Sin embargo, logró recuperarse, volver a caminar e incluso volar de nuevo.
De hecho, la mujer fue homenajeada en Londres por el Libro Guinness con un récord que permanece: el de la persona que más alto ha caído sin paracaídas y ha sobrevivido (premio, por cierto, entregado por el mismísimo Paul McCartney).
El médico. Con los años, Vesna compartió algunos recuerdos reconstruidos a partir de lo que le contaron. En sus palabras y las del hombre que la rescató, un ex médico del ejército alemán llamado Bruno Henke, ella se encontraba en la parte central del avión, no en la cola, contradiciendo las teorías oficiales que explicaban su supervivencia.
Henke, vecino de la zona, sostenía que la halló en la parte media del avión, a la altura de las alas. La encontró cabeza abajo, con el torso fuera del fuselaje y las piernas dentro. Vesna siempre creyó su testimonio, de hecho, mantuvo una relación cercana con Henke.

Algo no encaja. Recapitulemos: el cuerpo de Vesna, como decíamos al inicio, estaba parcialmente dentro y fuera del fuselaje, con ese carrito “milagroso” literalmente clavado en su espalda. Y aquí aparece una de las grandes dudas, porque esa incongruencia socava las hipótesis físicas sobre cómo pudo sobrevivir, ya que una persona en la zona media del aparato difícilmente habría podido permanecer dentro del mismo tras una explosión que lo partió en dos a gran altura.
Ella misma señalaba que, como el avión iba medio vacío, probablemente se movía entre los pasajeros, según el protocolo de servicio. Para hacerlo todo un poco más complicado, la amnesia de Vesna sobre todo lo ocurrido en aquella fecha impedía verificar los detalles.
Boom. En 2009, la historia dio un giro inesperado. Una investigación de los periodistas Peter Hornung-Andersen, Pavel Theiner y Tim van Beveren, publicada por Tagesschau y emitida por la cadena ARD, desenterró documentos desclasificados de la Autoridad de Aviación Civil Checa y del Archivo Nacional que apuntaban a una narrativa completamente diferente: el avión no se desintegró a más de 10.000 metros, sino que habría sido derribado por error por cazas MIG de la Fuerza Aérea checoslovaca cuando volaba a baja altura, apenas a 800 metros del suelo.
Según esta versión, el avión descendió por una emergencia y fue confundido con una amenaza aérea al entrar en una zona restringida, quizá vinculada a una base de misiles soviéticos, o bien coincidiendo en el espacio aéreo con el avión del propio líder soviético Breznev en visita oficial a Alemania Oriental. El derribo habría sido encubierto por la policía secreta, que construyó la historia del “récord mundial” para ocultar el incidente. Esta versión se sustentaba en documentos oficiales, testimonios de testigos que vieron al avión volando entero antes de estallar, y, qué duda cabe, la aparente imposibilidad física de sobrevivir a una caída desde semejante altura.
El silencio oficial. Las autoridades checas desmintieron categóricamente la versión alternativa sin ofrecer pruebas contrarias. Jamás explicaron la ausencia de cajas negras ni respondieron con documentación que refutara los nuevos hallazgos. Un general llegó a declarar que “al menos 200 personas tendrían que haber sabido algo” si fuese cierto, pero no explicó los testimonios, los informes ni la destrucción sistemática de archivos. Los investigadores denunciaron falta de cooperación, presiones, y la existencia de funcionarios implicados aún en altos cargos. La explicación oficial seguía en pie, pero su legitimidad se desmoronaba.
La historia de Vesna, mientras tanto, se mantuvo como una mezcla de mito, supervivencia, propaganda y símbolo nacional. En Yugoslavia se convirtió en heroína, aunque en 1990 la despidieron de su trabajo por criticar a Slobodan Milošević. Vesna vivió retirada en Belgrado, asediada por la fama que no había buscado y por un sentimiento de culpa que arrastró toda su vida. Cuando le preguntaban por su suerte, respondía con tristeza que se sentía culpable de haber sobrevivido, y que muchas veces pensaba que quizás no debía haberlo hecho. Murió en su casa en diciembre de 2016.
Entre la fe y la incredulidad. A día de hoy, el caso de Vesna Vulović se sitúa entre el prodigio físico y la manipulación histórica. La falta de memoria de la única testigo, la desaparición de pruebas clave, la contradicción entre la versión oficial y los datos posteriores, y la inacción de las autoridades para esclarecer con rigor científico lo ocurrido, dejan el caso en un terreno ambiguo.
Creer en la historia de la caída desde 10.160 metros requiere aceptar un cúmulo de casualidades tan perfectas que rozan lo milagroso. Creer en la hipótesis del encubrimiento exige aceptar que, durante décadas, dos servicios secretos (el checoslovaco y el yugoslavo) lograron imponer una versión global sin que nadie la cuestionara seriamente. En cualquier caso, el relato de Vesna, con su mezcla de azar, tragedia, política y ciencia, sigue siendo uno de los enigmas más inquietantes y conmovedores de la aviación moderna.
Una historia donde la verdad, quizá para siempre, quedó suspendida… a media altura.
Imagen | PiCryl, clipperarctic
utm_campaign=05_Jul_2025"> Miguel Jorge .