Ante la ausencia de efecto WOW, Apple ha marcado el camino y Samsung lo está siguiendo
Publicado el 23/01/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Ya conocemos los nuevos Samsung Galaxy S25, S25+ y S25 Ultra y hay algo que dejan claro: la tecnología del smartphone se ha normalizado. Sigue habiendo innovación y muy relevante. Sin embargo, el punto de madurez es el suficiente como para que no nos sintamos cada año asombrados cuando fabricantes como Apple o Samsung nos enseñan sus novedades. De hecho, le ocurre a prácticamente cualquier fabricante.
Sí, hay innovación. Pero es silenciosa e invisible
Ver una presentación como la de esta semana con los Galaxy S25, o hace unos meses de los iPhone 16, acarrea que veamos comentarios del tipo "ya no hay innovación" o "es más de lo mismo". Y sí, por supuesto que parte de esos comentarios los vierten fieles amantes de la otra marca. Sin embargo, hasta el público menos afín puede llegar a realizar comentarios de este tipo. Y tienen razón al 50%.
En la parte de "no hay innovación" no aciertan. No hay más que ver avances como los de los chips A18 de Apple o el Snapdragon 8 Elite de Qualcomm y que montan fabricantes como Samsung. Existe un arduo trabajo de miniaturización en los procesos de fabricación con el fin de mejorar el rendimiento de los dispositivos y hacerlos compatibles con funciones que, por simples que parezcan, lo requieren (la IA es una de ellas).
Sin embargo, sí que hay cierta razón en "es más de lo mismo". Y esto se debe fundamentalmente a que al final hemos llegado a un punto de normalización de estas innovaciones que ya sabemos a que nos atenemos. No hay margen para la sorpresa y los avances, sean grandes o pequeños, no se aprecian a simple vista.
Y en eso último tiene también buena culpa el diseño continuista que, en este caso sí, es muy propio de Apple y Samsung. Exceptuando dispositivos plegables de esta última (y donde tampoco vemos grandísimas evoluciones en los últimos años), cuesta diferenciar un iPhone 16 o Galaxy S25 de dispositivos ya no directamente anteriores, sino de hace años, como los iPhone 13 o Galaxy S21.
No hay grandes sorpresas, pero tiene que parecer que las hay
Más allá de imagen de marca y querer ser reconocibles, el diseño es algo ya muy estudiado con poco margen de mejora. Sin embargo, cada cierto tiempo se trata de enseñar algo nuevo. Algún cambio que, aunque en origen sea por motivos comerciales, realmente de fondo lleva también innovación.
En el aspecto comercial, podemos pensar que algunos cambios son puro marketing. No es algo que quede bonito de decir en una presentación o rueda de prensa, pero es evidente. Añadir algún color nuevo, mover la disposición de las cámaras, añadir algún nuevo material en la construcción… Si decir que el nuevo terminal es un tanto por ciento más potente que el anterior no vende, cambiar algo estético es un buen argumento para demostrar que hay cambios. "Pero el sombrero es nuevo", que diría el señor Smithers.
Ahora bien, que el cambio venga provocado en mayor o menor medida por exigencias del departamento comercial, no quiere decir que no acaree innovación. El material de titanio del que presumen las dos últimas generaciones de iPhone Pro y Galaxy Ultra es la muestra, al igual que la reducción de biseles en el frontal que han tenido concretamente los últimos Galaxy S25 Ultra y iPhone 16 Pro. Quizás no tengan la exigencia de investigación y desarrollo que un procesador, pero requieren de numerosos estudios y pruebas que avalen una buena experiencia de uso, así como resistencia al paso del tiempo.
Y esto es algo que también apreciamos en el futuro más inmediato de las compañías. El grosor es el siguiente gran reto para Samsung y Apple. Esta última ya hizo mucho hincapié el pasado año con el iPad Pro M4 y lo repetirá este año con un iPhone 17 Air que será el más delgado en la historia. Ante ello, Samsung ha querido mover ficha antes y ha presentado el Galaxy S25 Edge (rumoreado previamente como Galaxy S25 Slim).
Ninguno de estos dos teléfonos está presentado como tal. Apple lo hará en septiembre y Samsung no lo mostró más que fugazmente y sin dar demasiados detalles más que un breve vídeo en el que ni siquiera arrojan fecha de lanzamiento. En cualquier caso fue suficiente para ver que, otra vez, a falta de cambios más profundos en el hardware o el uso de los terminales, se innova en apartados estéticos.
¿Y son de verdad necesarios estos pequeños cambios?
Es normal que ante estos pequeños cambios estéticos o mejoras en el procesador, teniendo ya dispositivos anteriores sumamente potentes, nos preguntemos hasta qué punto es algo que el público demande o vaya a apreciar. Por supuesto, muchas de las grandes innovaciones han llegado con elementos que, al no existir, el público no pedía. Véanse como ejemplos los de Siri con los iPhone 4s o el regreso de los stylus con los primeros Samsung Galaxy Note.
Innovaciones como aquellas terminaron siendo algo sumamente apreciado por el público. Y en términos de diseño, guste más o menos, no parece que vaya a crear un efecto especialmente apasionante entre el público. Veremos qué ocurre con eso de los móviles delgados.
En cualquier caso, no es esto una crítica a Samsung. Ni a Apple. Ni a ningún otro fabricante que se precie. Al final es algo normal llegada la madurez del smartphone y el asentamiento de su tecnología. Y aunque quizás lo más normal es preguntarse si es necesario lanzar una nueva generación cada año si traen tan pocos cambios, lo cierto es que tiene sentido que siga siendo así.
El primer y más evidente motivo es el dinero. Las empresas viven de ello y lanzar nuevas generaciones cada año alimentan sus ya millonarias arcas. Y esto ocurre porque, pese a todo, se siguen comprando. De hecho, en 2024 volvieron a crecer los envíos de smartphones un 4% tras años de caída. Y esto se debe también a otro factor clave: no todos cambiamos de móvil a la vez.
Antaño no era extraño encontrarse usuarios que renovaban sus iPhone, Samsung o cualquier otro dispositivo cada año. La lista de cambios destacados bien lo podía marecer. Sin embargo, ante esta tesitura de asentamiento, cada vez tardamos más en renovarlos. En España concretamente hay estudios que nos sitúan en renovaciones cada 51 meses (más de cuatro años).
Incluso con esos datos en la mano, a un fabricante le interesa lanzar móviles cada año. El ciclo de renovación no es el mismo en cada persona y cada año hay un sector de público al que "le toca" renovar smarthphone. Y ciertamente sería un perjuicio para ellos tener que conformarse en 2025 con un teléfono de 2023. Idéntico caso a los que les toque al año siguiente y así en una rueda sucesiva.
No obstante, no todo es conformismo. Nos espera un futuro apasionante en materia smartphone con la irrupción de la inteligencia artificial con modelos como Apple Intelligence o Galaxy AI. Por no hablar de otras ramas tecnológicas como los visores de computación espacial como el Apple Vision Pro o el Project Moohan de Android.
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