Un alcalde de Calabria está descontento con la sanidad su pueblo. Así que ha prohibido a la gente que enferme

Publicado el 08/01/2025 por Diario Tecnología
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Un alcalde de Calabria está descontento con la sanidad su pueblo. Así que ha prohibido a la gente que enferme

Belcastro no es un lugar para gente enferma. Literalmente. Hace poco el alcalde de este pequeño pueblo de la región sur de Calabria, en el extremo meridional de Italia, firmó la que probablemente haya sido (y será) la ordenanza más delirante de su mandato, sino de toda la región calabresa: la norma exige a los residentes que eviten enfermar o tener accidentes domésticos. Es más, si se lo pueden permitir les pide que descansen mucho.

Suena a broma. Y en cierto modo lo es, al menos el decreto, porque el trasfondo no puede ser más serio y entronca con un problema que va mucho más allá de Belcastro, Calabria o incluso Italia.

El decretazo de Belcastro. En la política municipal no todo son ordenanzas sobre urbanismo, tráfico, comercio o recogida de residuos. E Italia nos lo recuerda con frecuencia. En verano el alcalde de Agrigento, una localidad de la costa sur de Sicilia, publicó una orden que prohibía la venta de imanes de nevera y cualquier otro souvenir para turistas relacionado con la Cosa Nostra. Su propósito: que el pueblo, una joya histórica rodeada de patrimonio arqueológico, deje de asociarse a la mafia.

Si aquello ya generó expectación, ahora la decisión del regidor de Belcastro, otro pueblo de Calabria, ha azuzado la curiosidad de los medios italianos y de otros países, como Reino Unido, Alemania o Turquía. Y tiene sentido. Al fin y al cabo no todos los días se ve a un alcalde firmando una ordenanza en la que prohíbe a sus vecinos enfermar o sufrir accidentes domésticos.

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Ojo con pillar un resfriado. En la ordenanza publicada por el regidor calabrés, Antonio Torchia, no hay dobles sentidos, ni metáforas. El decreto impide tajantemente a sus convecinos caer enfermos. Tal cual. "Se ordena a los habitantes de Belcastro evitar contraer cualquier dolencia que pueda requerir asistencia médica de urgencia", recoge la norma, reproducida por la BBC.

Y el texto no se queda ahí. En la misma ordenanza el Consistorio calabrés ordena a los habitantes del pueblo que se abstengan de realizar "conductas que puedan resultar nocivas" y hagan todo lo posible para "evitar accidentes domésticos". Es más, lo ideal según el decreto sería que los residentes de Belcastro no salgan a menudo de casa, no realicen viajes durante los que se expongan a riesgos, no practiquen deportes y, en la medida en que se lo permitan sus responsabilidades, se queden en cama descansando.

¿Es una broma? No. Es ironía. De la existencia de la ordenanza se han hecho eco medios del alcance de la BBC, Der Spiegel o NTV, además de un buen número de cabeceras italianas, pero todo indica que Torchia no tiene intención alguna de sancionar a los vecinos que la incumplan pillando un catarro o rompiéndose un dedo. Lo que busca con el decreto es algo distinto: visibilidad, una notoriedad que le permita a su vez denunciar lo desatendidos que, aseguran, están los alrededor de 1.300 residentes de Belcastro, si hablamos de asistencia sanitaria y emergencias médicas.

"Espero que sacuda conciencias". La treta no le ha salido mal. Su "provocación irónica", celebra el alcalde de Belcastro, "está produciendo más efectos que las decenas de correos certificados" que ha enviado hasta la fecha a la autoridad sanitaria provincial y a la Prefectura de Catanzaro para denunciar "las deficiencias del servicio de asistencia sanitaria en nuestro centro".

Torchia sostiene que lleva desde junio esperando a que mejore la cobertura en su pueblo sin que hasta la fecha nadie le haya dado respuestas ni movido ficha. "Confío en que mi iniciativa sacuda alguna conciencia a nivel político, así como a nivel sanitario, y que se tomen cuanto antes las medidas necesarias para resolver esta lamentable situación", concluye en declaraciones a la agencia italiana Ansa.

Si no es así y la situación no cambia, ya advierte que tomará una medida más drástica aún que publicar un decreto municipal: acudirá a la Fiscalía para presentar una denuncia por lo que considera la "interrupción" de un servicio fundamental.

Ironía sí, bromas no. Tal y como la describe, la situación que afronta Belcastro no es desde luego para bromear. La localidad no está especialmente poblada, con unos 1.300 vecinos, pero es que la mitad de ese censo lo componen personas que ya superan los 65 años.

Para todos ellos el centro de accidentes y emergencias más cercano se sitúa, advierte el regidor, a más de 45 kilómetros, distancia que debe recorrerse además por una carretera con la velocidad limitada a 30 km/h, con lo que ante un caso urgente un vecino tardaría un tiempo excesivo antes de recibir asistencia.

Vivir con sensación de inseguridad. Ese hándicap, sumado al hecho de que el consultorio de guardia del pueblo no abre de forma permanente ni ofrece cobertura ciertos días, como festivos o fines de semana, han llevado a Torchia a tomar una medida radical… e irónica: rendirse a la evidencia y pedir a sus convecinos que no enfermen. Es un movimiento con sorna, pero parte de la sensación con la que vive el pueblo.

El propio alcalde reconoce que es difícil sentirse seguro cuando "sabes que si necesitas ayuda tu única esperanza es llegar [al centro de salud] a tiempo" circulando por carreteras que, lamenta, suponen casi "un riesgo mayor que cualquier enfermedad".

Un problema mucho mayor. Hay quien no ha tardado en ver en la ocurrencia de Torchia una prueba especialmente llamativa de un problema mucho mayor (y serio): las deficiencias de la sanidad italiana. Calabria afronta un problema de despoblación que no resulta ajeno a otras muchas regiones de Europa, incluida España, y la BBC recuerda además que esa zona del sur de Italia afronta desafíos sanitarios por la gestión política y la mafia.

Una ordenanza con precedentes. El movimiento de Torchia ha servido para que la situación de su pueblo y esos retos se cuelen bajo los focos de la política italiana, pero lo cierto es que su treta no es del todo original. Belcastro no es la primera localidad italiana que ha prohibido a sus vecinos enfermar.

Es más, hace unos años otra pequeña villa, Sellia, también en Calabria, tomó una decisión aún más drástica al prohibir a sus residentes morirse. El objetivo era más o menos parecido al de Belcastro: señalar un problema, la despoblación, y de paso pedir a los habitantes que pusiesen un celo especial en su cuidado personal.

Cuando su alcalde firmó la ordenanza, la mayoría de la población de Sellia (cerca del 60%) estaba formada por ancianos de más de 75 años, muchas mujeres viudas. "No hemos hecho esta ordenanza para bromear, sino seriamente, porque Sellia, como muchas localidades del sur de Italia, padece despoblación", reivindicaba el primer edil, que recordaba que se había creado "todo un sistema para encargarse de la salud de nuestros ciudadanos".

Imágenes | Wikipedia (Teodorarte) y Comune di Belcastro

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