Tokio tiene cuatro veces más población que Madrid y los atascos son inexistentes. El secreto se llama Shako Shomeisho
Publicado el 01/03/2025 por Diario Tecnología Artículo original
España tiene una extensión de 506.030 kilómetros cuadrados y en ellos viven 48,35 millones de personas. Japón tiene una superficie de 377.974 kilómetros cuadrados donde viven 124,5 millones de personas. En la ciudad de Madrid se calcula que viven 3,23 millones de personas, mientras que en Tokio se estima un total de 14,22 millones de personas.
La diferencia es todavía más llamativa si tenemos en cuenta la densidad de población. En Madrid viven 5.265,91 hab./km², mientras que Tokio se eleva hasta las 6. 501,58 hab./km². ¿Cuál de las dos urbes es un infierno para conducir?
Si echas un ojo a fotografías de ciudades japonesas, te habrás dado cuenta que hay mucha, mucha gente andando y en el transporte público. Pero, ¿cuántos coches ves en la calle? La respuesta es simple: muy pocos.
Si atendemos a los datos de 2020, España tenía en uso 29.875.896 millones de coches, mientras que en Japón se contabilizaban 76.702.773 automóviles. ¿Cómo puede ser que un país con una superficie muy inferior y que camina a triplicar nuestra población no sea un infierno de coches si tiene una densidad de automóviles por persona muy similar a la nuestra (629 coches/1.000 habitantes para España por los 609 coches/1000 habitantes para Japón)?
Lo han conseguido, por supuesto, limitando a la fuerza el número de coches que se pueden poseer en las grandes ciudades donde, por lógica, deberían acumularse un mayor número de automóviles. ¿Cómo?
El secreto es Shako Shomeisho
Aunque la densidad de coche por habitante es muy similar a la española, lo cierto es que ésta se desploma si ponemos el foco en las grandes urbes. En Japón se calcula que cada hogar posee 1,06 coches del total. Esa cifra se desploma hasta los 0,32 vehículos por hogar en Tokio. La gran ciudad japonesa es, de hecho, la urbe rica donde menos se utiliza el coche. Según Deloitte, solo el 12% de los trayectos diarios en Tokio se realizan en coche, mientras que el 17% se llevan a cabo en bicicleta.
Cifras que no se entiende sin dos prohibiciones expresas: la de aparcar en la calle y la de comprar un coche... sin espacio donde aparcarlo. Y un poco de suerte.
Andre Sorensen, profesor de planificación urbana de la Universidad de Toronto, asegura que parte del éxito de Tokio para conseguir esta baja densidad de vehículos empieza por una casualidad. A principios del siglo XX, apenas el 15% de los japoneses vivían en ciudades. Esa cifra es ahora del 91%.
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La explosión llegó con el final de la Segunda Guerra Mundial. Las ciudades estaban arrasadas y el crecimiento en Tokio fue tan caótico que los edificios empezaron a crecer a sin control, unos pegados a otros. Puedes comparar con fotografías de Google Maps cómo creció Tokio, completamente descontrolado con infinidad de parcelas ínfimas, y cómo creció Rotterdam, con una planificación estudiada para combinar zonas verdes en las zonas residenciales. Explica Sorensen que esa explosión poblacional provocó el florecimiento de calles estrechas que dificultaba el paso y el almacenamiento de los propios vehículos.
La oleada de trabajadores a las ciudades obligó a que las instituciones se volcaran con el transporte público y en 1957 se tomó la primera medida para regular duramente el uso del coche en las ciudades. Y, de rebote, un buen motivo para desincentivar su uso. Desde entonces se aplica una ley que impide aparcar el coche en la calle. Lo que es habitual en cualquier ciudad europea, en Japón está terminantemente prohibido.
La multa además no es ninguna tontería. Se aplican sanciones de hasta 200.000 yenes por dejar el coche estacionado irregularmente lo que supone una multa de más de 1.200 euros.
Apenas unos años después, ya en 1962 llegó el Shako Shomeisho. Este nombre hace referencia al certificado que tiene que presentar el comprador de un coche a la hora de adquirir el vehículo. Con él se garantiza que esa persona tiene un lugar donde estacionar el coche. Es decir, que tiene una plaza de aparcamiento donde estacionar el automóvil cada noche. Si no tienes plaza de garaje, tendrás prohibido comprar un coche.
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Este Shako Shomeisho no se aplica a los Kei Cars, los pequeños coches japoneses que miden menos de 3,4 metros de longitud, 1,48 metros de ancho y 2,0 metros de alto y con motores de menos de 660 cc que no pueden pasar de los 64 CV de potencia. Eso sí, en las ciudades de mayor tamaño como Tokio y Osaka también se aplica la obligación de contar con el certificado de garaje para hacerse con un vehículo.
El Shako Shomeisho ha disparado el precio del suelo de los aparcamientos. De hecho, lo caro no es comprar un coche, lo caro es hacerse con la posibilidad de comprar un coche. Es algo parecido a lo que sucede en Singapur con una sutil diferencia: hay espacios disponibles para estacionar coches en Tokio que se venden por más de un millón de euros y en los propios anuncios ya se refleja el rendimiento que se le puede sacar permitiendo el alquiler de vehículos por horas.
Y hay que tener en cuenta que no todos los estacionamientos son válidos. El garaje donde guardar el coche debe estar a menos de dos kilómetros de la residencia habitual y para conseguir el certificado se deberá poder corroborar esto mismo con planos o, incluso, se exigen las medidas de entrada y salida del garaje. Si el coche es demasiado grande el comprador puede tener problemas para que las autoridades den el visto bueno al certificado y que no tenga donde aparcarlo… o alquilarlo.
La solución puede pasar por alquilar los garajes pero hay barrios donde los alquileres mensuales se pueden ir fácilmente por encima de los 500 euros (unos 77.000 yenes). En algunos lugares muy concretos de los barrios más caros, los espacios se cotizan con alquileres por encima de 700 euros (110.000 yenes).
Como no podía ser de otra manera, las casas a la venta se ofertan con precios disparados cuando la combianción “céntrico” y “plaza de aparcamiento” se dan la mano. Con ofertas que superan los 3,5 millones de euros (550 millones de yenes) por casas de 130 m2… ¡Y con espacio para aparcar dos coches!
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Y lo que cuesta tener un coche
Pero, además de todo lo anterior, mantener un coche en Japón es extremadamente caro. Circular por sus autopistas es asegurarte de que vas a pagar por conducir constantemente y, simplemente, seguir contando con el coche pasados tres años dupone invertir un buen dinero.
Lo que podríamos llamar la ITV japonesa, su shaken, se pasa a los tres años (cuatro en España) y luego se repite cada bianualmente. Si el coche cuenta con un motor demasiado potente, la primera revisión se acorta a dos años. Ese proceso incluye las tasas de inspección (que no varía), el seguro de responsabilidad civil (obligatorio) y los impuestos sobre el peso del vehículo. Su precio depende del estado del vehículo, pero oscila entre los 100 y los 200.000 yenes, que son entre 600 y 1.200 euros. En España lo han ido subiendo, pero por menos de 60 euros tienes la ITV.
Esa revisión la pueden realizar talleres autorizados pero el precio sigue oscilando entre los entre 20.000 y 80.000 yenes (120 a 500 euros) como poco. Esto sumado al seguro extendido que es conveniente contratar (como en España, se recomienda ampliar el seguro de responsabilidad civil), encarece el mantenimiento del coche hasta precios absurdos.
El coste de los peajes, como decimos, es muy caro. Por kilómetro, no tanto como en España (unos 70 euros por unos 700 kilómetros de recorrido, por ejemplo) pero la ausencia de carreteras gratuitas y otras vías rápidas por las que se puede circular sin pagar ha convertido a Japón en un país donde los coches en las grandes ciudades brillan por su ausencia. Especialmente si tenemos en cuenta la extensa red de ferrocarril rapidísimo que une y cruza todo el país.
Fotos | Jezael Melgoza, Jean Housen y Alex Knight
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