¿Tienen derechos los droides de Star Wars?
Publicado el 27/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
El destino de toda la galaxia de Star Wars ha estado en manos de los Droides. Literalmente. Y lo seguirá estando, que conste. Sin ellos no habría triunfado la Alianza Rebelde, pero también toca recordar que gracias a éstos el malvado Darth Vader sobrevivió tras su derrota en Mustafar. Son solo dos ejemplos, claro, pero La Guerra de las Galaxias y todo lo que llegó después no existiría si R2-D2 no se hubiese escapado de aquella granja de Tatooine para buscar a Obi Wan Kenobi. Y eso nos plantea una cuestión: ¿son sirvientes mecánicos o algo más? Digamos que tienen unos pocos derechos, pero a efectos prácticos son diferentes a los de los vivos.
Su inteligencia es artificial, desde luego. Manifiestan rasgos de consciencia y, en según que caso, hasta expresan emociones. Sin embargo, incluso si unos se dedican a labores administrativas o de reparación y otros ejercen como cazarrecompensas, hay un factor a tener muy en cuenta: como se dijo en el Mandaloriano (lo expresó el personaje de Kuiil) los droides no son ni buenos ni malos, sino reflejos naturales de quienes los programan. Y ahí está la verdadera cuestión.
La razón de ser de los droides en la galaxia de Star Wars
Hay droides de protocolo como C3-PO, y también sonda y durante el periodo de las Guerras Clon fueron producidos en masa como droides de combate por los separatistas. Sin embargo, y esto es clave, un droide ejecuta sus funciones primarias sin duda ni vacilación. Es su razón de ser. Incluso en el caso del pillo de R2-D2.
Un dato extra: los droides no son sensibles a la fuerza y, como tal, no reciben la influencia de esta o los polémicos midiclorianos, pese a que alguno ha llegado a creerse un Jedi, como J-3DI en Star Wars Hunters. De modo que la clave está en que sus derechos, que los tienen, son de propiedad y no como los de los seres vivos. Y hay motivos para que sea así.
Se podría decir que en la práctica totalidad de la galaxia civilizada se ve a los droides como una propiedad. Una máquina. Hay excepciones, claro, como cuando C3-PO fue adorado como una deidad por los Ewoks en El retorno del Jedi, pero incluso durante los tiempos de las Guerras Clon (y la enorme presencia de droides por parte de la Federación de comercio) no tuvieron un asiento en el consejo separatista.
De hecho, pese a que Wat Tambor luce como uno, en realidad viste una armadura. Grievous, por otro lado, es un ser vivo modificado. Entonces, ¿qué diferencia hay entre los seres vivos y los fabricados? Que los segundos están programados y, además, pueden ser reprogramados.
La voluntad de los droides no es permanente. Tenemos ejemplos muy claros como el droide imperial K-2SO al que conocimos en Rogue One: Una historia de Star Wars, o el decrépito SM-33 de Tripulación perdida. Hasta el cazarrecompensas IG-11 acaba haciendo las funciones de niñera. ¿Eso los hace obedientes y complacientes? Hasta dónde sabemos, el intrépido R2-D2 es así por que lo programaron así. Lo cual no evitó que, tras estar al servicio de la monarquía de Tatooine o Alderaan, fuese vendido en tiempo récord por unos Jawas a unos sencillos granjeros.
Un droide no es una mascota. ¿hay alguien que reivindique un cambio?
A efectos prácticos, la visión extendida hacia los droides por parte de las diferentes especies vivas y el trato que reciben es similar al de cualquier otra máquina. ¿Generan apego? Sí, pero depende de la persona. A todos los efectos es más o menos el mismo que se puede tener hacia una nave espacial como Han Solo lo puede tener por el Halcón Milenario y, como tal, tratarlos bien o mantenerlos como es debido es completamente optativo.
De hecho, las reivindicaciones ante el trato injusto hacia los droides es algo que no ha calado tanto entre los seres vivos. En parte porque son conscientes de que son seres programados y también porque se adquieren de manera comercial para funciones específicas. Hay Droides que hacen de asistencia o dan compañía, pero no son el equivalente a unas mascotas. Por no hablar que, hasta cierto punto, durante mucho tiempo hubo un sentimiento antidroide derivado de las guerras clon.

Y pese a que muchos de estos últimos prejuicios antidroides (justificados o no) se disuelven con el paso del tiempo, lo cierto es que los droides son a todos los efectos -incluidos los legales- propiedades que pueden ser vendidas o reprogramadas. Incluso se les puede borrar de memoria para que pasen a tener los ajustes de fábrica. Por eso, sus derechos son pocos y, a todos los efectos, son los que se adjudican a una propiedad.
Entonces, ¿hay alguien que reivindique un cambio? Definitivamente sí. En Han Solo: Una historia de Star Wars conocimos a L3-37, la copiloto del Halcón Milenario de Lando Calrissian. Una activista partidaria de los derechos de los droides y que, durante la película, inspira una revuelta de los droides de Kessel. Y pese a que esos mismos ideales se perdieron defendiendo aquella causa.
Con eso planteado, toca preguntarse lo básico: ¿ella actuó y defendió la causa porque tomó consciencia, o porque fue programada para serlo? Salvo que se diga lo contrario y haya una actualización en el lore de Star Wars, lo más probable es que lo segundo. Pero, incluso en esas, L3-37 fue mucho más que una copiloto o una máquina para Lando Calrissian.
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