Rusia ha apretado un botón inédito en la guerra de Ucrania: los móviles de los adolescentes como drones kamikaze

Publicado el 01/07/2025 por Diario Tecnología
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Rusia ha apretado un botón inédito en la guerra de Ucrania: los móviles de los adolescentes como drones kamikaze

La historia saltó a raíz de un dato de la inteligencia ucraniana. Al parecer, más de 700 personas han sido detenidas en el país por delitos de sabotaje y terrorismo. ¿El problema? Que una cuarta parte de ellos eran menores, así que se abrió una investigación para averiguar cómo habían llegado hasta allí. Descubrieron algo mucho más grande: muchos de ellos ni siquiera sabían que estaban ejecutando una misión rusa.

Espías y terroristas por accidente. La guerra entre Rusia y Ucrania ha dejado de librarse únicamente en los campos de batalla para infiltrarse en los móviles de los adolescentes. Un creciente número de menores ucranianos está siendo reclutado por los servicios de inteligencia rusos a través de aplicaciones de mensajería como Telegram, con la promesa de dinero fácil a cambio de realizar tareas que van desde la toma de fotografías de objetivos militares hasta la colocación de explosivos.

Uno de los casos más recientes es el de un joven de 16 años arrestado in fraganti en la ciudad de Dnipro mientras recopilaba información sobre posiciones militares ucranianas para el FSB. Su caso no es excepcional: según el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), desde la primavera de 2024 más de 700 personas han sido detenidas por actividades de espionaje, sabotaje o terrorismo dirigidas por agentes rusos, y como decíamos, alrededor del 25% eran menores de edad.

De Telegram al campo de batalla. Los métodos de captación siguen un patrón inquietante. Usando cuentas anónimas en Telegram, Discord, WhatsApp o Viber, los agentes rusos contactan con jóvenes ofreciéndoles entre 100 y 1.000 dólares por tareas sencillas que se tornan cada vez más peligrosas: tomar fotos de sistemas antiaéreos, provocar incendios en infraestructuras críticas o plantar explosivos en estaciones de reclutamiento.

Muchos de los adolescentes reclutados actúan a sabiendas, otros creen estar participando en juegos o desafíos digitales, como en el caso de dos menores de 15 y 16 años en Járkiv, quienes pensaban estar completando un “quest” al seguir instrucciones del FSB para geolocalizar y grabar instalaciones militares. Esas coordenadas fueron utilizadas para guiar ataques aéreos contra la ciudad.

Suicidas involuntarios. En otros casos, el resultado ha sido letal: dos adolescentes reclutados para colocar una bomba en una estación de tren en Ivano-Frankivsk resultaron víctimas del propio dispositivo, activado remotamente por sus supervisores rusos, en lo que se ha descrito como una operación de suicidio forzado sin conocimiento del ejecutor.

En otro, descrito por el Guardian, Oleh, un joven de 19 años del este de Ucrania aceptó un trabajo ofrecido por un desconocido llamado “Anton” por 1.000 dólares: debía recoger una mochila en Rivne y rociar pintura frente a una comisaría. Ocurre que dentro de la bolsa no había pintura, sino un artefacto explosivo improvisado, con cables, un móvil adherido y una trampa mortal que lo habría convertido, sin saberlo, en un atacante suicida.

La operación. Oleh fue reclutado de forma progresiva. Comenzó enviando fotos de edificios públicos por 50 dólares a cambio de pagos en criptomonedas, lo que le hizo entrar en la órbita de sus captores. Tras negarse a incendiar un edificio, fue contactado semanas después por otro hombre, “Alexander”, que le ofreció una nueva tarea aparentemente inofensiva y mejor remunerada. Oleh convenció a su amigo Serhiy de unirse al plan. Ambos, desempleados y necesitados de dinero, viajaron a Rivne y recogieron las bolsas en una zona acordada.

La operación, cuidadosamente dirigida por Alexander desde Telegram, incluía instrucciones precisas, videollamadas, vigilancia remota y un supuesto aerosol con el que debían hacer una pintada simbólica frente a una comisaría. Sin embargo, en el último momento, al abrir el paquete, Oleh descubrió que había sido engañado y alertó a un policía cercano. Agentes del SBU que seguían el operativo detuvieron a ambos jóvenes. El atentado se evitó gracias a sistemas de bloqueo de señal que impidieron que Alexander detonara a distancia los explosivos mediante una llamada. El mismo tipo de ataque había matado a un joven de 21 años tres días antes en la misma ciudad.

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Campaña sistemática. Las autoridades ucranianas denuncian que esta estrategia no es esporádica ni improvisada, sino un esfuerzo sistemático por desestabilizar el país desde dentro, explotando la precariedad y vulnerabilidad emocional de su juventud. Jóvenes desplazados, huérfanos por la guerra o simplemente necesitados de dinero para un teléfono móvil se han convertido en objetivos de una maquinaria de guerra encubierta que transforma su curiosidad y desesperación en herramientas de sabotaje.

Frente a ello, el SBU ha lanzado una campaña nacional de concienciación para contrarrestar estas tácticas: mensajes de alerta por SMS, carteles en carreteras, vídeos educativos en trenes y visitas a escuelas donde agentes enseñan a los adolescentes cómo detectar señales de reclutamiento. El lema de la campaña, “No quemes a los tuyos, quema al enemigo”, busca revertir la narrativa impuesta por Moscú.

Seguridad nacional vs derechos de infancia. Qué duda cabe, el uso de menores en acciones de espionaje y terrorismo plantea también un dilema legal y ético. Bajo la ley marcial vigente en Ucrania, los delitos de traición, sabotaje o colaboración pueden acarrear penas de prisión perpetua, incluso para adolescentes. Aunque el gobierno asegura que se está garantizando el debido proceso y representación legal, organizaciones como Human Rights Watch advierten que los menores deben ser tratados bajo estándares internacionales de justicia juvenil, priorizando la rehabilitación.

Aun así, la presión interna sobre las autoridades es enorme: con una guerra total en curso y ataques rusos guiados desde dentro del país, incluso los adolescentes detenidos por colaborar con el enemigo son vistos como traidores. Para el jefe del SBU, Vasyl Malyuk, no hay ambigüedad: “Para nosotros, son traidores del Estado”.

Amenaza que crece. Contaba el Financial Times que la sofisticación de las técnicas de reclutamiento ruso va en aumento. En junio, el SBU advirtió sobre una nueva táctica: agentes rusos que se hacen pasar por funcionarios ucranianos para manipular a menores y lograr que cometan sabotajes o delitos cibernéticos en nombre del propio gobierno al que perjudican.

La desinformación, el anonimato digital y el uso de dinámicas lúdicas disfrazadas de juegos han convertido los teléfonos de los adolescentes ucranianos en el nuevo frente de una guerra sin reglas claras. Así, a medida que el conflicto se prolonga, Ucrania se ve forzada a luchar no solo contra misiles y drones, sino contra una invasión que también se infiltra en las mentes más jóvenes y vulnerables de su sociedad.

Imagen | Ministry of Defense of Ukraine, President Of Ukraine, Pexels

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