Mucho antes del iPhone, Annette Wagner ya estaba diseñando el futuro. Lo hizo hace 40 años
Publicado el 18/05/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Su nombre no aparece en los créditos de las películas de Steve Jobs, ni protagoniza portadas en revistas tecnológicas. Es una artista que trabajó en la trinchera de la Apple de los 80 y cuyo ingenio y pasión trajeron el primer ordenador con interfaz gráfica para el usuario. Es Annette Wagner.
Esta diseñadora no solo dibujó cómo se vería el futuro. Lo hizo cuando ese futuro apenas tenía forma. Mientras Steve Jobs y John Sculley entraban en conflicto por el control de Apple, ella trazaba las líneas maestras de elementos que hoy damos por sentados. Desde los iconos y su posición en las pantallas hasta poder instalar programas en unos pocos clicks.
Su empeño en el diseño nos trajo las interfaces de usuario

Habían pasado cuatro años desde que se lanzó el Apple II al mercado y la compañía estaba ya empezando a pensar en su siguiente gran ordenador personal. Steve Jobs, que había sido retirado del equipo del Apple Lisa, empezó el Proyecto Macinstosh imaginando una interfaz basada en texto como había ocurrido con el citado Apple II y como había estado desarrollando en el Lisa.
El Macintosh, que se lanzaría en 1984, pasaría a la historia como "el primer Mac", pero en paralelo no se había aún finalizado el Proyecto Lisa. El despilfarro de recursos con Jobs al frente no podía quedarse en balde y, ya con John Couch al frente, se decidió contratar a una diseñadora recién licenciada por la Universidad de San Jose. Una tal Annette Wagner.
"Mi arte refleja la conversación entre mi ser interior y exterior", dice Wagner en su página web, quien reconoce que cuando se graduó no imaginaba que acabaría diseñando la tipografía e iconos de Apple. Y así fue, aunque no fue en absoluto algo sencillo, ni siquiera para una mujer que a la postre ha demostrado ser una pieza histórica en algo tan mimado por Apple como es el diseño.

En una empresa dominada por hombres, Wagner representaba una minoría poco habitual: una diseñadora artística, sin formación en programación, sentada entre hombres desarrolladores. Lejos de inhibirse, defendió su visión centrada en la accesibilidad y la claridad visual. Años después, reconocería que las decisiones visuales eran, muchas veces, vistas con condescendencia por parte de algunos compañeros.
Así, en un entorno en el que aún no existía la disciplina de "diseño de experiencia de usuario" como tal, Wagner actuó como una de sus pioneras. No solo se encargó de la parte estética, sino también de la funcional. Cada icono, cada elemento visual debía ser claro, intuitivo y ejecutable a través de un nuevo periférico como era el ratón. Esa visión adelantada fue clave para que usuarios sin conocimientos técnicos pudieran interactuar con un ordenador de forma natural.
Cabe recordar que mientras estuvo con esa tarea, tuvo siempre a mano a Susan Kare, su homologa en el Proyecto Macintosh y creadora de elementos ya tan icónicos como es el icono de Finder.
Una de las madres de Finder y de las fuentes tipográficas
Precisamente en Finder tuvo uno de los grandes aciertos Wagner, ya que logró crear de la nada un completo gestor de archivos y carpetas. Hoy día ha evolucionado y se le han añadido más funciones, pero se mantiene la esencia de una interfaz a la que Wagner quiso mimar mucho.

Su ojo clínico para la legibilidad digital llevó incluso a que Adobe reconsiderara el diseño de algunas de sus primeras fuentes. Así se lo hizo saber en una reunión con responsables de la compañía, logrando así moldear no solo el entorno visual de Apple, sino también el lenguaje tipográfico que definiría una era de la informática.
Junto al ingeniero Mark Cutter, a Wagner se le concede también el mérito de haber sido una de las impulsoras de MacDraw, la herramienta de diseño de gráficos vectoriales que se acabaría lanzando en el Macintosh en 1984 y que también corría en el Lisa.
La labor allí tampoco fue sencilla, pues tenía que lograr una interfaz que fuese solvente en un proceso de tal exigencia para la época como era el diseño vectorial y todo de una forma que, como en el resto de la interfaz, fuese fácil de manejar por parte del usuario.
Pese a los esfuerzos de Wagner, el Lisa fracasó
Al amparo de ser uno de los primeros ordenadores con una interfaz gráfica de usuario y con un ratón -idea que presuntamente Steve Jobs robó a Xerox- el Apple Lisa se presentó al mundo enero de 1983 a un precio de 9.995 dólares. Un precio ya elevado en la época y que, en perspectiva, si sumamos la inflación, rondaría hoy los 30.000 dólares.
A ese elevado coste había que sumar las continuas quejas por parte de usuarios que veían un software muy avanzado para un hardware tan limitado. Para colmo, un año después se lanzó el Macintosh mejorando en prácticamente todo al Lisa y a un precio más asequible, lo que precipitó que fuese discontinuado solo tres años después de lanzarse al mercado. Ni cambiarle el nombre funcionó.
Steve Jobs acabaría abandonando Apple en 1985, dos años después del lanzamiento del Lisa. Y aunque parecería que ese proyecto no estaba directamente relacionado con ello, fue uno de los primeros grandes choques que el cofundador tuvo con la directiva de la compañía y más en concreto con John Sculley.
Las tensiones entre Jobs y los CEOs habían comenzado realmente unos años antes, cuando Mike Markkula, máximo dirigente de 1981 a 1983, le apartó del proyecto Lisa. Lo hizo no solo debido al despilfarro de recursos económicos, sino por sus constantes conflictos con el personal del equipo y sus continuos cambios de opinión acerca del desarrollo de aquel ordenador.
A John Sculley, que le fue a fichar de Pepsi el mismísimo Steve Jobs con una frase que ya ha pasado a la historia, tampoco le convencía la actitud del cofundador en los diferentes proyectos que lideró. Fue esa la razón por la que le iban apartando cada vez más hasta que un día de septiembre de 1985, Sculley se plantó: "O Steve, o yo".
La junta de accionistas se mantuvo fiel a Sculley y retiraron a Steve Jobs de todos sus cargos, siendo esto una clara invitación a marcharse. Jobs fundó NeXT y tuvo un periplo medianamente exitoso fuera de Apple, mientras su excompañía no lograba remontar y estuvo a punto de llegar a la bancarrota. Precisamente Jobs fue quien les salvó en su regreso de 1997, el cual sería nombrado por primera vez CEO y traería productos que ya han pasado a la historia como el iPod, iPhone o iPad.
Por su parte, Annette Wagner permanecería en Apple seis años más desde el despido de Jobs. Y en una compañía ya sin esa alma omnipresente, siguió participando en muchos proyectos de la compañía y siendo pieza clave en diseños tan asentados como el botón único de instalación.
Adiós a Apple y su nueva etapa "escuchando a su corazón"

Once años después de haber recalado en Apple y habiendo fundado su propia compañía de diseño de interfaz de usuario, Wagner Design, Annette Wagner decidió abandonar Apple en 1992 para fichar por Sun Microsystems. Esta sería su experiencia más larga y exitosa.
La Apple que dejó Wagner estaba empezando a dar síntomas preocupantes. Ninguno de sus productos lograba asentarse en el mercado y comenzaba una crisis que acabaría provocando la marcha de John Sculley un año después para dar lugar a la época más negra de la compañía, con Michael Spindler tratando de ampliar sin éxito el horizonte de la compañía con productos más allá de los ordenadores y con un Gil Amedio que tampoco lograría remontar la situación.
Por eso Wagner no tuvo reparos en seguir con su vida profesional fuera. En Sun siguió trabajando en el diseño de interfaces de usuario, aunque ahora con orientada al lado empresarial, dado que eran estaciones de trabajo para empresas el área en el que esta compañía se especializaba.
En 2010, Oracle acabaría comprando Sun Microsystems, pero Wagner ya había volado para aquella época. Decenas de diseños después, y con 21 patentes registradas a su nombre, Annette Wagner vio en 2008 que era el momento de volar lejos de Silicon Valley. No quizás en cuanto a distancia física, pero sí en cuanto a esencia. "Respiré hondo y me concedí un permiso para dar un giro radical".
Alejada ya de todo lo relacionado con interfaces gráficas de usuario, Annette Wagner ha reconocido haber encontrado una vertiente artística que le enseñó a "escuchar a su corazón", centrándose en la pintura y en el arte que era capaz de crear con sus pinceles.
Se siguió formando y se convirtió en una de las primeras mujeres en ser profesora de Creativity International, una escuela artística de Estados Unidos en la que todavía imparte clases desde 2010. Entre medias, ha realizado otros trabajos como profesional independiente, algunos relacionados con la pintura, pero también con interfaces gráficas y diseño de páginas web.
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