Media España se ha vuelto loca con la pregunta de si las aceitunas engordan o no. Pero su mayor problema no son las calorías
Publicado el 22/03/2025 por Diario Tecnología Artículo original
"¿Engordan las aceitunas?" En los últimos días, esta pregunta ha corrido como la pólvora por internet y no debería de sorprendernos. Es una de esas cosas que se vuelve viral cada cierto tiempo: es un caso típico de producto muy común a nivel gastronómico, pero profundamente desconocido a nivel nutricional.
Veamos que dice la ciencia de las aceitunas y el resto de los encurtidos.
Un mito urbano. Como señalaba hace unos días el nutricionista Pablo Ojeda, la idea de que "las aceitunas engordan" está cerca del mito urbano. Y no solo porque, en fin, los alimentos no engordan o adelgazan por sí solos (eso es algo que tiene que ver con el déficit calórico general y no un producto concreto).
Es un mito urbano porque surge de una verdad: que, según la Base de Datos Española de Composición de Alimentos, el 92% de la energía que aporta una aceituna es grasa. Es el nutriente que más aportan con muchísima distancia sobre hidratos de carbono o proteínas. Y eso (incluso aunque esa grasa sea "buena") destroza el perfil nutricional de cualquier producto.
Sin embargo, si nos fijamos en otros parámetros veremos que, por ejemplo, la densidad calórica de estos productos no es muy alta. Es decir, hay que comer muchas aceitunas para que realmente se note ese aporte.
¿Pasa lo mismo con el resto de encurtidos? De hecho, las aceitunas son seguramente los encurtidos más calóricos. En general, este tipo de productos tienen muy pocas calorías. Los pepinillos clásicos tienen unas 12 calorías por cada 100 gramos, las cebollitas unas 30.
En comparación, es cierto que las aceitunas tienen un mayor aporte calórico: 120 las verdes y hasta 289 las negras.
El verdadero problema es la sal. Porque visto así, puede parecer que los pepinillos son una joya nutricional. Y, aunque no tienen muchas calorías, lo que sí es cierto es que están muy subidos de sal.
Para que nos hagamos una idea, la OMS aconseja que el consumo de sal no supere los 5 gramos al día. Pues bien, solo los pepinillos tienen 2,3 gramos por cada 100. En un contexto en el que el consumo de sal no deja de subir (impulsado, sobre todo, por los ultraprocesados) hay que tener cuidado porque es un importantísimo factor de riesgo de las enfermedades cardiovascular.
¿Y lo de los probióticos? Aquí hay cierta confusión porque, pese a que es uno de los temas de moda, aún sabemos muy poco sobre la microbiota de nuestro sistema digestivo. Por un lado, sí: hay productos tradicionales que se fermentan en salmuera y, efectivamente, estos pueden tener microorganismos que nos ayuden con la microbiota (aunque tampoco mucho).
No obstante, "encurtidos" viene a significar 'conservar en vinagre' y en ese medio es difícil que subsistan probióticos interesantes. La mayoría de lo que se vende en el mercado, de hecho, no tiene ninguno.
Más allá, es esto, debemos recordar que la evidencia que sostiene a los probióticos es aún escasa. No merece la pena obsesionarnos con ellas porque, en la mayor parte de veces, su impacto en la salud es nulo. Lo que importa, como recordamos a menudo, es querer comer mejor. Todo lo demás, es literatura.
Imagen | Marius Haakestad
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