Sabíamos que el olfato y la memoria están estrechamente relacionados. Y eso nos desbloquea una ventaja: detectar el Alzheimer

Publicado el 23/03/2025 por Diario Tecnología
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Sabíamos que el olfato y la memoria están estrechamente relacionados. Y eso nos desbloquea una ventaja: detectar el Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer puede resultad difícil de detectar. Los síntomas de este trastorno suelen hacerse evidentes solo tras el avance de esta demencia, lo cual supone un enorme problema. Y es que, a falta de una cura definitiva, nuestra capacidad para frenar el impacto de la enfermedad depende en gran medida de una detección temprana.

Olfato. Una de las pistas con las que contamos a la hora de detectar el Alzheimer en sus etapas tempranas es a través del olfato. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Chicago analizó el impacto de la enfermedad sobre nuestra capacidad sensorial y detectó que esta una rápida pérdida del olfato al hacernos mayores podía predecir con cierta exactitud el advenimiento de la enfermedad de Alzheimer.

Olor a magdalena. La relación entre memoria y olfato es muy estrecha. Sabemos que la capacidad evocativa de los olores no pasaba desapercibida, pero en las últimas décadas la ciencia ha podido confirmar esta singular conexión.

El motivo de esta estrecha relación puede ser anatómico. El bulbo olfativo es la región del cerebro que procesa en primera instancia los olores para después enviar la señal a otras áreas del cerebro. Esta señal atraviesa zonas clave del sistema límbico, áreas vinculadas a emociones y memoria. “Las señales olfativas llegan muy rápidamente al sistema límbico”, explica a The Harvard Gazette Venkatesh Murthy, jefe del Departmento de Biología Celular y Molecular de la universidad.

515 participantes. El estudio de la Universidad de Chicago contó con 515 participantes, adultos de edades avanzadas, inscritos en el Proyecto Memoria y Envejecimiento de la Universidad Rush. Estos participantes eran examinados anualmente, exámenes que ponían a prueba sus capacidades cognitivas para detectar signos de demencia. Estas pruebas también estudiaban su habilidad para identificar olores, además de otros parámetros vinculados con la salud.

Más que pérdida de memoria. El equipo halló así un nuevo vínculo entre el olfato y la memoria: una pérdida rápida de capacidad olfativa previo a cualquier pérdida cognitiva podía predecir la llegada de diversos síntomas asociados con el Alzheimer. Estos síntomas incluían un menor volumen de materia gris en las áreas del cerebro vinculadas al olfato y a la memoria, pérdida cognitiva y un mayor riesgo de demencia.

También hallaron una relación entre esta pérdida olfativa y la presencia del gen APOE-e4, una variante genética considerada factor de riesgo en el advenimiento del Alzheimer. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Alzheimers & Dementia.

“Este estudio provee otra pista sobre cómo una rápida pérdida del sentido del olfato es un muy buen indicador de lo que acabará ocurriendo estructuralmente en regiones específicas del cerebro,” explicaba en una nota de prensa Jayant M. Pinto, coautor del estudio.

Adelantarse a la enfermedad. El Alzheimer es una enfermedad por ahora incurable, pero existen distintos tratamientos que nos permiten retrasar el desarrollo de sus síntomas. Para eso, debemos adelantarnos a la enfermedad lo más que podamos. Algo difícil en un trastorno que solo muestra sus consecuencias una vez avanzada la enfermedad.

“Si pudiéramos identificar a sus 40, 50 o 60 a la gente con un mayor riesgo, podríamos potencialmente tener suficiente información para apuntarlos en ensayos clínicos y desarrollar mejores medicaciones”, añadía también en una nota de prensa Rachel Pacyna, caoautora del trabajo.

Iniciativa propia. El hecho de que el cambio en nuestro olfato sea rápido y se de antes de la llegada del deterioro cognitivo abre una importante ventana, la de poner al propio paciente en aviso. Y es que la mayoría de las formas que tenemos de detectar la aparición de la demencia es a través de evaluaciones externas, por ejemplo cuando los familiares detectan problemas de memoria o en el lenguaje.

La pérdida del olfato es algo que, en principio, puede resultar llamativo al propio paciente y ponerlo en guardia o incitarlo a buscar consejo médico. Cuando el olor de la magdalena deja de traernos recuerdos, quizá lo que nos estamos jugando no solo sea la evocación de una memoria.

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Imagen | Cottonbro Studio

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