Madrid enfrenta un reto mayúsculo con el soterramiento de la A-5: convivir con un infierno ante la promesa de un futuro éxito
Publicado el 15/01/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Cerca de 60 años llevan los barrios de Aluche, Las Águilas y Lucero separados de los cercanos Batán y la Casa de Campo. Desde 1968, los vecinos de este último barrio que viven junto uno de los mayores parques urbanos de toda Europa (la Casa de Campo es cinco veces más grande que Central Park en Nueva York) están aislados del resto de su distrito por una autopista urbana.
Después de años de promesas, el 15 de enero de 2025 ha comenzado una obra que en su primera fase prevé cubrir 3,2 kilómetros de autopista. Una autopista por la que circulan a diario 80.000 vehículos a una velocidad máxima de 70 km/h. Una obra colosal que, si todo marcha según lo esperado, debería extenderse durante los próximos 25 meses.
Más de dos años en los que, evidentemente, se prevé un tráfico infernal en unas de las vías de entrada a Madrid más importantes de la ciudad. Hay que tener en cuenta que esta vía se extiende hasta el corazón de la ciudad, abriendo al puerta a la M-30 y sus amplias posibilidades de circunvalación o dejando al conductor a los pies de la Gran Vía, la arteria más famosa.
Un tráfico infernal
Hasta que la obra se culmine, los vecinos de la zona sufrirán 25 meses de cortes de tráfico, asistirán a la reconversión de la carretera en un auténtico embudo y tendrán afectadas las líneas de transporte público.
Durante más de un año, quienes aspiren a entrar o salir de la capital por la autovía comprobarán que les faltan carriles. En una primera fase quedarán habilitados dos carriles por sentido (en lugar de los cuatro actuales). Posteriormente, terminada la obra de los cuatro carriles centrales que ahora separan una mediana, se trasladará todo el tráfico a uno de los dos lados de la calzada. Cubierto uno de los lados, el tráfico se desviará la orilla contraria.
Además, la intención es aumentar el ritmo por la noche y, por tanto, quienes circulen de madrugada sólo encontrarán uno de los dos carriles (en cada dirección) abiertos al tráfico.
La recomendación, por tanto, es evidente: transporte público. Y si es bajo tierra, mejor. Lo ideal para el pasajero habitual será optar por Cercanías y el Metro. De hecho, hay hasta 17 líneas afectadas en las que se incluyen los autobuses municipales de Madrid y los que conectan el centro de la capital con las urbes cercanas como Alcorcón o Móstoles.
Pese a todo, se han instalados dos autobuses lanzaderas que cada cinco minutos conectarán Cuatro Vientos con Aluche y con Plaza Elíptica. La línea C-5 de Cercanías se reforzará con un 20% más de trenes y las líneas 5 y 10 del metro de Madrid harán lo propio en un 25%.
Los autobuses tendrán vía libre en la carretera de peaje R-5. Los conductores sí tendrán que pagar pero se recomienda su uso como alternativa para enlazar con carretera como la M-40 y entrar a la capital por las carreteras A-42, Vía Lusitana o conectar con otras grandes arterias como la A-6 y la A-4. Se espera que el tráfico se desplace a las grandes avenidas más cercanas a la zona afectada como la calle General Ricardos o la Avenida de los Poblados.
Poco a poco, según avancen las obras, el caos circulatorio debería irse reduciendo o, al menos, siendo menos sorprendente para quienes en el primer día con gran parte del tráfico cortado se han encontrado un auténtico caos en las inmediaciones a las obras, como Cuatro Vientos. Esta parada multimodal se bebe ahora todo el tráfico que asumía la estación de Príncipe Pío que cuenta con 25 dársenas.
En la primera mañana de obras, se han llegado a contabilizar entre 15 y 17 autobuses parando de forma simultánea, con los pasajeros y los trabajadores quejándose de que no existe espacio suficiente para asumir esta tarea. Se calcula que los retrasos han sido de unos 30 minutos. Colapsada la zona, se calcula que la estación de Cercanías de Cuatro Vientos ha recibido un 60% más de afluencia.
Una obra colosal con la promesa de un futuro esperanzador
Si atendemos a las cifras, el soterramiento de la A-5 es una de las obras más importantes de las que ha enfrentado la ciudad en las últimas décadas. Desde luego, es la más importante desde que se cubriera parcialmente la M-30 y naciera un parque que, prácticamente, permite enlazar a pie o en bicicleta El Pardo, la Casa de Campo, el Parque del Manzanares y el Parque Tierno Galván en una sucesión de cientos de hectáreas de zonas verdes.
Desde el Ayuntamiento hablan de un proyecto que en su primera fase se extiende más de tres kilómetros y que debería liberar a los vecinos de los humos y ruido de 80.000 vehículos que, desde que se termine la obra, circularán bajo un enorme parque. Se espera una reducción del tráfico del y de las emisiones que respiran los vecinos del 90%.
Las cifras son mareantes. La superficie liberada como parque es de 80.000 metros cuadrados, se prevé la construcción de un carril bici con dos direcciones y ampliar el número de enlaces peatonales entre barrios de los 16 actuales a 33. Se esperan plantar 7.300 árboles nuevos.
Con el proyecto se trata de encauzar el tráfico. En superficie apenas habrá espacio para el acceso a las calles más cercanas y para que los autobuses conecten esta zona con el centro de la ciudad. Bajo tierra, quien desee llegar al interior de la ciudad tendrá un acceso directo hasta la M-30, incluido un carril Bus-VAO.
Por el camino se construirán plazas junto a los colegios, se eliminarán pasos peatonales subterráneos y, en definitiva, se trata de hacer del paso una vía verde integrada en la ciudad.
El espejo en el que mirarse es, por supuesto, Madrid Río. Este parque nació con el soterramiento de la M-30 de la que sólo queda un recuerdo allí donde hasta hace solo unos años se situaba el Estado Vicente Calderón. Con la construcción de esta vía verde, la ciudad ganó 120 hectáreas verdes y 30 kilómetros de sendas ciclistas, así como numerosos espacios para niños, con columpios y toboganes o espacios públicos donde relajarse. Para ello, se necesitaron cuatro años de obras (de 2003 a 2007) y hasta seis años para proyectar todo lo que vemos en el parque actualmente (de 2005 a 2011).
La mejoría en la calidad de vida también llegó al bolsillo de los vecinos. Se calcula que con el parque, el metro cuadrado se revalorizó en 500 euros. Es una esperanza para quienes llevan desde 1968 viendo cómo cada día a unos pocos metros de su casa pasan decenas de miles de coches provocando un ruido insoportable.
Fotos | Ayuntamiento de Madrid
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