Los megacruceros se han convertido en un activo tóxico del Mediterráneo. Y Cannes ha decidido ponerles límite
Publicado el 30/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Cruceros sí, pero con matices. Y límites. Cannes acaba de sumarse a la larga (y creciente) lista de ciudades portuarias que han decidido poner límites a la afluencia de grandes transatlánticos repletos de turistas. La localidad de la Riviera Francesa no quiere renunciar a un negocio millonario que mueve cada año a miles de visitantes, pero acaba de imponer ciertos condicionantes a las armadoras: se acabaron los megabarcos y habrá un tope diario de pasajeros.
La medida es interesante por el peso de Cannes en el circuito turístico internacional, pero también porque con ella la ciudad de la Riviera Francesa se suma a otras ciudades que ya han optado por una política similar (o la han sopesado), como Barcelona, Ámsterdam, Grecia, Italia o Venecia.
Echando el freno. Cannes es conocida sobre todo por su festival de cine, pero también es un importante polo turístico de la Costa Azul, uno de los grandes destinos del país, por detrás solo de París. Cada año acuden a la Riviera Francesa millones de turistas y una buena parte de ellos lo hacen a bordo de grandes cruceros. Statista calcula que en 2015 hicieron escala en los puertos de la Costa Azul, sobre todo Niza, Villefranche y Cannes, unos 546.000 pasajeros.
Bastantes escalas. Le Monde precisa que el año pasado la bahía de Cannes recibió 175 escalas, en algunos casos de buques con capacidad para más de 5.000 pasajeros, y sumó 460.000 cruceristas. Para entender el peso de la región en el mapa turístico llega con echar un vistazo a los datos del Gobierno: en 2024 los puertos del país preveían sumar 1.691 escalas, de las que 395 se concentraban en Cannes, Niza o Villefrance. Ahora el Ayuntamiento de la ciudad ha decidido echar el freno.

Adiós grandes barcos. El viernes el Consistorio de Cannes votó a favor de aplicar ciertas restricciones al flujo de transatlánticos. No se trata de cerrarles las puertas, ni cortar la llegada de cruceristas, sino de limitarlos. A partir de 2026 solo podrán acceder al puerto buques con menos de 1.000 pasajeros y el número total de cruceristas desembarcados a lo largo de un día no podrá exceder en cualquier caso de los 6.000, precisa Associated Press.
Si un barco de más de 1.000 pasajeros (la industria dispone ya de grandes buques con capacidad para más de 7.000 clientes, como el Icon of the Seas) quisiera llevar a su pasaje a Cannes no le quedaría otra que transferirlo a naves más pequeñas, siempre y cuando no supere el cupo diario.
"Menos cruceros, más pequeños". Esa es la idea del Ayuntamiento de Cannes, que recalca cuáles son sus objetivos: "Menos cruceros, más pequeños, menos contaminantes y más atractivos. Nunca habrá más de dos o tres transatlánticos gigantes en la bahía al mismo tiempo". Según detalle el propio Consistorio, la medida busca reducir en un 50% el número de escalas de transatlánticos con capacidad para más de 3.000 pasajeros, cambiándolos por navíos "más pequeños, modernos, estéticos y respetuosos con el medio ambiente".
"Cannes se ha convertido en un importante destino de cruceros, con beneficios económicos reales. No se trata de prohibirlos, sino de regular, organizar y supervisar la navegación de estas plataformas flotantes, a veces muy contaminantes", reivindica el alcalde de Cannes, Davis Lisnard. "A partir del 1 de enero, limitaremos las escalas a los cruceros con menos de 1.000 pasajeros, con un límite máximo de 6.000 pasajeros diarios. Una medida razonable".
Suma y sigue. La medida es interesante por el peso de Cannes en el mapa turístico mundial, pero también porque con su decisión la ciudad francesa se suma a la larga (y creciente) lista de ciudades que optan por restringir el flujo de cruceros. El argumento es habitualmente el mismo: la industria genera ingresos y dinamiza el sector, pero deja una serie de externalidades que le han valido una fuerte oposición en algunos de los puertos más turistificados.
En Ámsterdam han llegado a tachar la afluencia de pasajeros de "plaga de langostas" y hace unos días, durante una protesta organizada en Barcelona contra el turismo masivo que tuvo réplicas en otros puntos de Europa (Florencia, Venecia, Palma, Marsella, Génova o Lisboa) pudieron escucharse quejas también que comparan a los cruceros con "basureros". Como telón de fondo hay estudios que advierten del impacto medioambiental de los buques de pasajeros, lo que ya ha llevado a las navieras a buscar alternativas.
De Mykonos a Barcelona. El resultado es que cada vez más administraciones optan por restringir el tráfico de cruceros en sus costas o, como mínimo, abrir el debate. Ha ocurrido con mayor o menos intensidad en Ámsterdam, Grecia o Italia.
La propia industria ha reaccionado a esa ola dejando claro que se lo pensará dos veces a la hora de incluir en sus itinerarios destinos en los que haya apreciado episodios de turismofobia. Esa es la idea que dejó botando hace un año la directora en Europa de la asociación CLIA: "Se considerará la posibilidad de adaptar itinerarios si por alguna razón sentimos que no todos los pasajeros serán bien tratados".
Imágenes | Xavier Photography (Unsplash) y Jrg.jennerich (Flickr)
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