Los dos últimos días de la bolsa han sido peores que el 99,6% de todos los días desde 1929. Es tan chungo como suena

Publicado el 07/04/2025 por Diario Tecnología
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Los dos últimos días de la bolsa han sido peores que el 99,6% de todos los días desde 1929. Es tan chungo como suena

Había presagios que situaban el día de hoy como otro “Lunes Negro”. El original ocurrió el 28 de octubre de 1929 y fue una de las jornadas más devastadores en la historia de Wall Street cuando el índice Dow Jones se desplomó un 12.8% en un solo día, perdiendo miles de millones de dólares en valor de mercado. Las consecuencias entonces duraron décadas. Al final no será para tanto, pero “casi”. De hecho, los últimos días quedarán grabados como uno de los peores de la historia de los mercados financieros.

Un desplome sin precedentes. En un giro sorprendente para Wall Street, la reciente oleada de aranceles impulsada por el presidente Donald Trump ha desencadenado uno de los colapsos bursátiles más severos de la historia reciente, haciendo trizas más de 5 billones de dólares en valor accionario en apenas dos días y arrastrando a los mercados globales.

El Nasdaq 100 entró en territorio bajista, los commodities se desplomaron y los inversionistas en bonos corporativos corrieron a comprar seguros contra impagos. La magnitud del impacto, alimentada por tarifas de hasta el 50% impuestas a decenas de países, superó incluso los peores pronósticos, y marcó el punto de quiebre para un ecosistema financiero que durante décadas fue uno de los principales beneficiarios del poder presidencial en Estados Unidos.

Trump, el caos estratégico y la indiferencia. Contaba Bloomberg que, lejos de mostrar preocupación, Trump parece haber abrazado la turbulencia bursátil como un precio necesario para corregir los desequilibrios del comercio global. En privado y en público, insiste en mantenerse firme, y ha comenzado a enfocar su atención en activos como los bonos del Tesoro a 10 años y los precios del petróleo, celebrando sus caídas sin reconocer que estas podrían augurar una recesión.

Los mercados y el punto de ruptura. Tras semanas de especulación sobre si las amenazas arancelarias iban o no a ser reales, los inversionistas finalmente aceptaron la gravedad del escenario. Más de veinte anuncios previos habían quedado en nada, pero el desplome de 11% en dos días obligó a Wall Street a reaccionar. Bessent, quien supuestamente debía moderar a Trump, ha sido duramente criticado por no prevenir semejante desastre.

Aunque algunos aún esperan que el presidente recapacite si el dolor persiste (hoy mismo ha dicho que no va a dar marcha atrás), la caída de las bolsas asiáticas (con desplomes de hasta 7.9%) y el activado de cortafuegos en Japón reflejan esa desestabilización cada vez más global.

Gnpubqeamcqvbvz Algunos datos históricos en contexto: el día fue peor que el 99,6% de los días hábiles desde 1929. También fue el 95 peor de todos los tiempos (de más de 24.000 días) y el 35 peor día desde 1945

Lunes casi negro. Como decíamos, la crisis bursátil ha continuado esta mañana, y aunque los peores augurios no se cumplieron, la situación es igualmente desastrosa. Tras confirmar Trump que no retrocederá en su agresiva política comercial, defendida como "medicina necesaria", los principales índices mundiales registraron desplomes dramáticos: el S&P 500 cayó un 2,8 % (el peor desempeño de tres días para el índice desde octubre de 1987, o el undécimo de todos los tiempos, siendo el décimo y el duodécimo durante la Gran Depresión), el Nasdaq un 3,1 %, y el índice Hang Seng de Hong Kong se hundió un 13 %, su peor jornada del siglo.

En Europa, el Stoxx 600 perdió un 5,3 % y el DAX alemán superó brevemente el 10 % de caída en la apertura. Goldman Sachs elevó la probabilidad de recesión en Estados Unidos al 45 %, citando el abrupto endurecimiento de las condiciones financieras tras los aranceles a muchos de los socios comerciales clave.

Aranceles Los aranceles impuestos por Estados Unidos

“Victoria” de Trump. A pesar de las advertencias, Trump ha celebrado en redes que los aranceles “traerán decenas de miles de millones al país” y calificó la situación como “algo hermoso de contemplar”. Contaba el Financial Times que el temor a una recesión autoinfligida crece incluso entre figuras afines al presidente: el inversionista Bill Ackman advirtió de un “invierno nuclear económico” y Stanley Druckenmiller criticó cualquier tarifa por encima del 10 %.

En la otra acera, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, minimizó los temblores bursátiles como “reacciones de corto plazo” y reafirmó que la Casa Blanca mantendrá su rumbo. La realidad inmediata, sin embargo, es ese desplome sistémico de acciones, commodities y monedas que amenaza con desatar una recesión global provocada desde Washington.

Recuerdos del pasado. Las referencias al lunes negro de 1929 y otros desplomes históricos no se han hecho esperar. Durante aquella década, millones de estadounidenses invirtieron en bolsa, muchos comprando acciones a crédito con márgenes de apenas el 10%, lo que amplificó el pánico cuando los precios comenzaron a caer.

Como consecuencia directa, entre 1929 y 1932, el mercado perdió cerca del 89% de su valor, el desempleo en Estados Unidos superó el 25%, más de 9.000 bancos quebraron, y el PIB del país se redujo en casi un 30%. Aquella crisis bursátil no solo sumió a Estados Unidos en la Gran Depresión, sino que tuvo repercusiones económicas y sociales a escala mundial, alterando el orden económico global durante toda la década de 1930.

Comparaciones. No estamos en la misma casilla, por supuesto, pero los datos son igual de preocupantes. Pensemos que los últimos dos días de bolsa son peores que el 99,6% de los días de bolsa desde 1929. Quizás por ello, muchos analistas coinciden en que la situación bursátil actual provocada por la ofensiva arancelaria de Trump y la intensificación de la guerra comercial puede compararse, en términos de volatilidad, pérdida de confianza inversora y riesgo sistémico, con la crisis financiera global de 2008, aunque con diferencias fundamentales en sus causas y naturaleza.

Al igual que en 2008, los mercados han experimentado desplomes abruptos: esos más de 5 billones de dólares que se esfumaron del valor de las acciones estadounidenses en apenas dos días, y el Nasdaq 100 entró en territorio bajista, lo que refleja un colapso del sentimiento de riesgo similar o muy parecido al pánico vivido tras la quiebra de Lehman Brothers.

Una crisis deliberada. También, como entonces, los mercados de bonos corporativos están mostrando señales de tensión. Sin embargo, mientras que en 2008 el epicentro fue el colapso del sistema financiero y del mercado hipotecario, la actual crisis bursátil tiene un componente claramente político: se origina en decisiones de política comercial unilateral, que introducen incertidumbre sobre el rumbo económico del país.

Por su parte, a diferencia de 1929, donde la sobrevaloración del mercado y la especulación descontrolada fueron el detonante, ahora el mercado parece víctima de una estrategia deliberada que desafía las reglas del libre comercio global. En ese sentido, el paralelismo más directo no sería tanto con el "Lunes Negro" del 29, sino con los efectos iniciales de la guerra comercial entre Estados Unidos y China en 2018, amplificados ahora a escala mucho mayor y con una política que, lejos de buscar estabilidad, parece abrazar el conflicto como herramienta económica.

El efecto dominó. Aquí viene la pata que acaba influyendo en la vida de millones de personas. A medida que las acciones caen, el golpe se extiende multiplicado al consumo. Un dato para entenderlo: la élite que posee la mayoría de las acciones también representa cerca del 50% del gasto en Estados Unidos, lo que augura efectos adversos para la economía real.

Aquí aparecen en el horizonte grandes empresas como Dell, Delta Air Lines y Constellation Energy, gigantes que han visto perder casi la mitad de su valor estos días, y eso, tarde o temprano, se reflejará en los bolsillos de la gente. A este respecto, explicaba Bloomberg que la volatilidad alcanzó niveles no vistos desde los confinamientos por COVID, y miles de millones en ofertas públicas iniciales y acuerdos financieros ya han sido congelados. De hecho, el índice de miedo del mercado, el VIX, se disparó, marcando la inquietud generalizada.

Las teorías detrás del caos. Si hay una pregunta que se repite en clave bursátil estos días es “¿para qué?”. Mientras algunos justifican las políticas de Trump como un intento de recuperar empleos manufactureros, financiar recortes de impuestos y proteger sectores estratégicos, otros advierten que el daño actual podría no tener recompensa futura.

También hay quienes, como Evan Brown de UBS, reconocen objetivos a largo plazo, pero admiten que el coste inmediato es severo. La caída de tasas y precios del petróleo ofrece cierto alivio a consumidores sin inversiones bursátiles, pero en Wall Street crece el temor de que estos descensos anticipen una recesión profunda. De hecho, la caída del petróleo ha hundido las acciones de las principales empresas del fracking como Diamondback Energy y Devon Energy, dejando a inversionistas atrapados en pérdidas. Incluso el Bitcoin, que había superado los 100.000 dólares hace nada, no escapó al vendaval bursátil y se sumó a la ola de ventas masivas.

Consecuencias imprevisibles. Así las cosas, estar tan cerca de ese abismo que significa situarse en el mismo escalón que en 1929 abre un nuevo e incierto escenario. Trump, quien en su primer mandato parecía medir su éxito por el índice Dow Jones, ahora actúa con total desapego hacia Wall Street. Mientras algunos creen que esta estrategia de choque traerá beneficios futuros, otros la ven como una apuesta temeraria que podría tener consecuencias económicas duraderas.

La situación es tan volátil en estos momentos que se dan situaciones como la vivida hoy lunes, donde el mercado se disparó al alza por un titular atribuido a Kevin Hassett... y ahora nadie sabe de dónde vino, y los mercados se desplomaron de nuevo. Hablamos de un aumento del 8% y luego una caída del 3,5% en cuestión de segundos.

En resumen, ese “gráfico de la muerte” de los aranceles representa una declaración de guerra económica que ha dejado al capital financiero estadounidense frente a una nueva era de incertidumbre y pérdida de privilegios, y al mundo entero en un estado de shock con implicaciones imprevisibles.

Imagen | RawPixel, Ryan Cummings analysis

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