La última táctica de Ucrania es un dron que busca que lo atrapen. Cuando Rusia lo abre despliega su verdadera amenaza

Publicado el 07/04/2025 por Diario Tecnología
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La última táctica de Ucrania es un dron que busca que lo atrapen. Cuando Rusia lo abre despliega su verdadera amenaza

La invasión rusa en Ucrania ha propiciado dos líneas de desarrollo muy diferentes en Kiev. Por un lado, y frente a la inversión en armamento sofisticado y costoso, Ucrania ha demostrado que sistemas relativamente simples y de bajo coste, como las escopetas montadas en drones, pueden ser igual o más decisivas en escenarios de combate asimétricos. Por el otro, y ante la adversidad, la creación de una de las industrias más potentes del planeta: drones de combate nacionales. 

El último de ellos es toda una sorpresa.

Tecnología en el campo de batalla. Lo hemos ido contando meses atrás. La guerra entre Rusia y Ucrania, marcada desde el inicio por un uso intensivo de nuevas tecnologías, ha visto en los drones uno de sus instrumentos más decisivos. Sin embargo, un video reciente compartido en redes sociales de origen ruso advierte sobre un nuevo y preocupante frente: el uso de malware por parte de Ucrania embebido en drones capaces de infectar los sistemas rusos.

Aunque estas amenazas informáticas han sido consideradas menores hasta ahora (principalmente porque no atacan redes completas, sino dispositivos individuales como ordenadores o los propios drones capturados) su aparición representa un cambio más que significativo en la dimensión cibernética del conflicto.

Malware ucraniano. Al parecer, contaba Forbes que el malware detectado en los drones ucranianos tiene funciones específicas: dañar físicamente puertos USB, impedir el reflasheo del sistema, bloquear la reprogramación del dron o incluso y muy importante, permitir que Ucrania localice a los nuevos operadores rusos si el dron es reutilizado por Moscú.

¿Cómo? Estos códigos maliciosos están diseñados para sabotear cualquier intento de reaprovechamiento por parte del enemigo, inutilizando la electrónica de los dispositivos o creando vulnerabilidades que pueden ser explotadas remotamente. En un contexto en el que ambos países enfrentan restricciones de recursos, limitar la capacidad de reaprovechar drones enemigos representa una ventaja estratégica crucial para Ucrania.

Impacto operativo y consecuencias. Qué duda cabe, el uso de malware tiene implicaciones tácticas inmediatas. Rusia depende del análisis detallado de los drones enemigos capturados para adaptar sus sistemas de contramedidas, lo que requiere manipular sus componentes y estudiar su software.

Si estos drones vienen protegidos con código que inutiliza o compromete sus sistemas al conectarlos, el proceso de ingeniería inversa se vuelve más lento, complejo y, en última instancia, riesgoso. Así, Ucrania logra extender el ciclo de vida útil de sus drones antes de que Moscú desarrolle una contramedida efectiva, algo vital en un entorno donde la innovación tecnológica se traduce en ventaja táctica directa.

Talento “humano”. El desarrollo se parece en la forma al conseguido con el cañón doble o con la fibra óptica. El éxito de estas estrategias radica en la fuerza del sector tecnológico ucraniano, que antes de la guerra ya destacaba por su dinamismo y su talento humano. Con una base robusta de ingenieros de software y expertos en ciberseguridad, Ucrania ha conseguido trasladar capacidades civiles al ámbito militar, generando herramientas asimétricas que no requieren grandes recursos físicos, pero sí un alto grado de sofisticación técnica.

El desarrollo de malware en drones permite maximizar el impacto de los recursos disponibles, dificultando la labor rusa sin necesidad de incrementar el número de dispositivos desplegados.

Una nueva carrera cibernética en el teatro. No solo eso. La introducción de malware también marca el inicio de una nueva fase en la lucha por la superioridad tecnológica. Si Ucrania ha comenzado a usar malware con funciones limitadas pero efectivas, es razonable anticipar que Rusia responderá con sus propios desarrollos ofensivos similares, al igual que ha pasado con innovaciones anteriores de ambos bandos.

De este modo, se abre un ciclo de escalada: malware más avanzado requerirá mejores defensas, las cuales a su vez serán blanco de versiones más sofisticadas. En poco tiempo, es de suponer que ambas partes podrían implementar protección antivirus específica en drones, endurecer protocolos de manejo de dispositivos capturados y emplear nuevas variantes de software malicioso que ataquen redes de mando y control o incluso abran puertas traseras para operaciones de inteligencia.

Consecuencias tecnológicas. En los últimos tres años, tanto Rusia como Ucrania han convertido sus respectivos ecosistemas científicos en armas al servicio del esfuerzo bélico. La decisión ucraniana de integrar malware a sus drones no solo frena el reaprovechamiento ruso, sino que redefine la batalla por la supremacía tecnológica en el conflicto.

Además, la estrategia puede extenderse perfectamente a otros dispositivos electrónicos, incluyendo armas inteligentes, sensores o sistemas de comunicaciones. Lo que comenzó como una táctica innovadora podría consolidarse como una doctrina digital de guerra, influenciando el diseño, el uso y la protección de todo el equipamiento militar de aquí en adelante.

Si se quiere también, el despliegue de malware en drones ucranianos evidencia cómo la guerra moderna se ha desplazado hacia el ámbito del código, donde tan solo un pequeño script puede tener efectos comparables a un disparo certero… sin necesidad de una sola bala.

Imagen | RawPixel

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