Eurovisión decidió expulsar a Rusia del festival. Rusia le ha dicho que mejor se queda con su propia versión "made in URSS"
Publicado el 05/09/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Podrá gustar más o menos, pero hay una verdad indiscutible sobre Eurovisión: no es solo un festival de música. Más allá de las coreografías, las luces, el brillibrilli y las melodías pegadizas, la cita organizado por la UER está cargada de geopolítica. Rusia lo sabe. De ahí que haya decidido poner en marcha su propia alternativa al festival europeo, del que fue expulsado por la invasión de Ucrania: Intervision. Su nombre quizás te resulte extraño, pero conecta con una cita de la era soviética.
La gran pregunta, ahora que el festival ha iniciado su cuenta atrás, es si Intervision logrará convertirse en una alternativa real a Eurovisión. No lo tendrá fácil.
¿Qué ha pasado? Que Rusia está impulsando su propia Eurovisión. O más bien quiere recuperar un viejo festival que hiende sus raíces en los tiempos de la URSS, allá por los años 60 y 70, cuando servía de escaparate y aglutinador de las naciones del bloque socialista. La cita se llama Intervision y ha ido cocinándose a lo largo de los últimos meses: en febrero Vladimir Putin dio orden de ponerlo en marcha, en junio se anunciaron los primeros participantes y (salvo cambios imprevistos) la cita se celebrará en cuestión de dos semanas, el sábado 20, en Moscú.

¿Sabemos cómo será? Más o menos. La web Intervision es parca en detalles, pero desvela lo fundamental: el festival se celebrará en el Live Arena de la capital rusa, se emitirá a través del canal oficial Piervy Kanal e incluirá alrededor de una veintena de artistas. En junio, al iniciar la cuenta atrás de la cita, la organización hablaba de la participación de 20 países, sobre todo miembros de los bloque geopolíticos BRICS y CEI, aunque la lista incluye alguna sorpresa.
En concreto los responsables del festival anunciaron como participantes a Azerbaiyán, Bielorrusia, Venezuela, Vietnam, Egipto, India, Kazakstán, Qatar, China, Colombia, Cuba, Kirguistán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Serbia, Estados Unidos, Tayikistán, Uzbekistán, Sudáfrica y la propia Rusia. En la web de Intervision a día de hoy se anuncian solo los representantes de 17 candidatos, incluida la gran sorpresa: el artista abanderado de EEUU, Brandon Howard.
¿Por qué es interesante? De entrada porque muestra la determinación de Vladimir Putin de recuperar Intervision, una vieja cita soviética cuya historia puede remontarse a los años 60 y 70 y que tuvo dos grandes etapas: entre 1965 y 1968, cuando se desarrolló en Checoslovaquia; y entre 1977 y 1980, cuando lo acogió Sopot, Polonia, reemplazando el festival internacional de la ciudad.
A comienzos de los años 80 las autoridades decidieron cancelarlo tras el surgimiento del movimiento Solidarność y su destino quedó definitivamente marcado con la caída de la URSS. En 2008 tuvo un fugaz resurgimiento y en 2014 Putin mostró su interés en recuperar la cuta, pero el auténtico espaldarazo parece haberlo recibido ahora, en 2025, tres años después de que la UER decidiera expulsar a Rusia del Festival de Eurovisión por la invasión de Ucrania.
¿Qué pretende Putin? El resurgimiento de Intervision no es una simple cuestión de nostalgia o una curiosidad histórica. En el festival hay un componente claro de geopolítica y cultura, igual que lo hay en Eurovision. Buena prueba es la lista de países con representantes confirmados o la presencia de Howard.
El contexto tampoco es casual: el relanzamiento de Intervision llega tres años después de que la UER mostrase la puerta de salida a Rusia, después de que Putin intentase recuperar los Juegos de la Amistad como alternativa a los JJOO de París (de los que también quedó excluido por su papel en Ucrania) y en un momento de reivindicación internacional en el que el líder ruso se ha mostrado junto a líderes tan relevantes como Xi Jingping, Narendra Modi o incluso Donald Trump.
¿Es solo geopolítica? No. Hay también un factor cultural que el Kremlin ha querido dejar claro desde el principio. Hace meses, después de que se anunciase el regreso de Intervision, la senadora rusa Liliya Gumerova reivindicó que el festival "promocionará la música real" y dará la espalda a "valores falsos ajenos a cualquier persona normal" en una referencia velada a Eurovisión. En 2014 la reivindicación de Putin de Intervision coincidió con la victoria en el festival europeo de Conchita Wurst y el año pasado el vencedor fue el artista no binario Nemo Mettler.
En un interesante análisis publicado hoy en The Guardian Elise Morton recuerda que a lo largo de las últimas décadas Eurovisión ha ido asociándose con las causas LGBTQ+, un vínculo que puede remontarse al menos a 1997, con la participación de Páll Óskar, el primer concursante abiertamente gay del festival. Hace 11 años la victoria de la drag queen Wurst coincidió con el intento de Putin de promover los "valores tradicionales" en Rusia, lo que incluía limitar los contenidos LGBTQ+.

¿Para qué servirá? Con Intervision, reflexiona la experta en cultura visual Bárbara Barreiro, el objetivo del Kremlin es claro: crear un "contrapeso cultural" a Eurovisión, "desafiar el dominio cultural occidental" en un momento en el que el festival de la UER se ha convertido en un "representante de los valores liberales". No solo eso. Como recuerda Morton, ha servido también de escaparate para que países que estuvieron bajo dominio soviético exhiban su independencia cultural.
¿Lo tendrá fácil? No lo parece. La popularidad de Eurovisión radica en su eficacia como espectáculo audiovisual, algo a lo que deberá aspirar Intervision. Y por más que el festival ruso presuma de su cartel de artistas, lo cierto es que parte con algunas desventajas. Para empezar su desconocimiento y la escasa repercusión que parece estar teniendo en redes sociales. En Instagram el evento tiene poco más de 4.000 seguidores. Es una cifra comprensible por las dificultades para acceder a la plataforma desde Rusia, pero es que su huella en la red rusa VKontakte y Telegram no es mucho mejor, con solo unas decenas de seguidores.
¿Es el único hándicap? Otro desafío logístico es el huso horario. Aunque en Eurovisión participa Australia, la mayoría de los países participantes (estén o no en Europa) comparten un horario más o menos similar. Acertar con una hora de máxima audiencia no supone un gran desafío para sus organizadores. Tampoco gestionar un sistema de voto que haga sentir partícipe a la audiencia.
En Intervision participarán músicos de países tan distantes como EEUU, Rusia, China o Arabia Saudí. ¿Qué significa eso? Que las 20.00 h en Moscú son las 13.00 h en Cuba, recuerda Elise Morton, quien desliza que hay actuaciones que deberán grabarse para al día siguiente. "Socava la experiencia de visualización comunitaria que hace atractiva a Eurovisión", reflexiona. Otra pregunta (y esta no es de carácter logístico) es si la apuesta por los valores conservadores de Putin conectará con audiencias que, en el caso de Eurovisión, buscan diversidad y riesgo.
Imágenes | Intervision
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