En plena crisis de fe entre los jóvenes, la Iglesia ha encontrado una forma de conectar: a través de las monjas de TikTok

Publicado el 27/04/2025 por Diario Tecnología
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En plena crisis de fe entre los jóvenes, la Iglesia ha encontrado una forma de conectar: a través de las monjas de TikTok

La muerte del Papa Francisco está impulsando las cifras de reproducción de 'Cónclave', pero no es la única manifestación reciente del catolicismo en redes. En los últimos meses estamos asistiendo al crecimiento de una nueva (que no joven) generación de influencers que comunica los vericuetos de su fe adaptando las enseñanzas a los nuevos tiempos: su última cabeza visible son monjas que usan TikTok para dar detalles sobre la vida en el monasterio, la oración y otros temas que hasta ahora permanecían ocultos.

Más casos. La última en viralizarse, siguiendo el recetario de la italiana Sor Claudia y sus más de 113.000 seguidores ha sido Sor Marta, una monja española con 64.000 seguidores en TikTok y 38.000 en Instagram que se centra en consejos para los jóvenes para afrontar temas como la oración o la vocación y que hace especial hincapié en los productos que cocinan las monjas de su congregación. También usa el perfil para responder a preguntas poco habituales, como “¿Cuánto cobran las monjas?”, que explica con naturalidad, o para entrar en temas que revisten cierta polémica viniendo de una monja, de los tatuajes a la sexualidad. Muchos de estos temas más extensos los trata en Youtube.

A lo Jesús. "Si Jesús estuviera en este tiempo usaría las redes sociales porque en su tiempo buscó todas las formas de llegar a la gente" afirma una de las religiosas más seguidas en TikTok, la Hermana Josefina Cattaneo (más de 208.000 seguidores), monja argentina que es otra de las grandes estrellas de esta tendencia. Se autodefine como "monja del pueblo" y comparte estilo con el resto de monjas de TikTok: explican cómo es la vida dentro del convento extirpándole toda la mística, como si fueran un grupo de amigas que se pasan el día rezando. Se retratan rutinas, celebraciones y momentos de ocio y se desmitifica la vida monástica.

Vida monacal versus vida influencer. Sin duda, lo llamativo de la gran cantidad de monjas que cuentan su vida en cuentas de TikTok es el contraste que, para el resto de los mortales, hay entre la supuestamente reclusiva y secreta vida dentro de una orden y la propia naturaleza de la red social, que consiste en exponerse a sí mismas lo más posible, incluso con un punto de vanidad y exhibicionismo que, desde luego, no asociamos a las religiosas. Lo que han conseguido muchas de estas monjas es apropiarse de los tics y el lenguaje de las redes sociales (trends, filtros, memes), que siguen a su manera, y con un objetivo muy claros: un lavado de cara para la Iglesia Católica.

Menos monjas. El número de vocaciones ha disminuido notablemente en los últimos años. En 2022, el último año del que se tienen datos, el número de monjas y monjes de clausura era de unos 7.906. A lo largo de la década pasada, entre 2012 y 2019, el número descendió un 19,8%, pasando de 10.889 a 8.739. Las vocaciones han caído también: la edad media de las monjas supera ya los 75 años en la mayoría de comunidades, lo que delata la falta de relevo generacional. La falta de monjas llega al punto de que en España cierra más de un convento femenino al mes por falta de vocaciones.

Onda católica. No solo la muerte del Papa ha propulsado este tipo de cuentas: hay toda una tendencia de influencers católicos que proponen un contenido muy similar, haciendo suyo el lenguaje de TikTok y subvirtiéndolo en la inesperada dirección de la plegaria y el recogimiento. Quizás las más populares sean las Twin Melody, famosas por sus bailes, pero también muy devotas cuando llega el momento. Por supuesto, hay también multitud de sacerdotes aficionados a las redes, aunque una de las más singulares es Judith de Jesús, ingeniera biotecnológica y ex-monja que centra su contenido, sin embargo, en vídeos muy didácticos sobre el catolicismo y sus costumbres.

Por qué se viralizan. La pregunta es obvia: qué tiene de atractivo este contenido, más allá de la filiación religiosa de cada uno, para que se viralice y difunda. Sin duda la espontaneidad de las monjas y la revelación de "secretos" del convento (los horarios, las rutinas, la diversión, el sentido del humor) parece ser contraintuitivo: a la solemnidad y misticismo que se le supone a un convento se contraponen estas personalidades inevitablemente atractivas, ya que nos fascina ver lo que se esconde en los monasterios y en un modo de vida que cada vez es menos habitual.

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