El día que millones de personas se quedaron a oscuras en EEUU. Acusaron a las renovables, pero el culpable era muy humano

Publicado el 29/04/2025 por Diario Tecnología
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El día que millones de personas se quedaron a oscuras en EEUU. Acusaron a las renovables, pero el culpable era muy humano

La historia ocurrió en febrero de 2021, cuando una histórica tormenta invernal que afectó a gran parte del estado de Texas generó el último gran apagón eléctrico. Entre el 13 y el 17 de febrero, temperaturas extremadamente bajas y condiciones meteorológicas adversas provocaron la desconexión de más de 4,5 millones de hogares y negocios, algunos durante varios días. El evento es considerado uno de los apagones más graves en la historia moderna de Estados Unidos, tanto, que la política trató de sacar partido sobre el “culpable”.

El espejismo del viento. Como decíamos, en febrero de 2021, Texas vivió una de las crisis energéticas más graves de su historia moderna, cuando una tormenta invernal paralizó buena parte del estado, provocando cortes masivos de electricidad, decenas de muertes y condiciones extremas que afectaron a millones.

En medio del caos, el gobernador Greg Abbott apareció en la televisión nacional (en el programa de Sean Hannity, en Fox News) para responsabilizar directamente a las energías renovables del colapso, y en especial a la eólica. En una afirmación tajante, sostuvo que el fallo demostraba que el estado y el país seguían necesitando los combustibles fósiles para garantizar el suministro en invierno. Sin embargo, la acusación, repetida por otros líderes conservadores y medios afines, no solo resultó errónea sino profundamente interesada, pues los datos mostraron que el principal responsable del colapso había sido… el gas natural, no el viento.

La red de Texas y su fragilidad. Texas tiene una red eléctrica única, conocida como ERCOT (Electric Reliability Council of Texas), que opera de forma casi independiente del resto de la red nacional. Esta desconexión deliberada, diseñada para evitar regulaciones federales, también impide al estado importar electricidad fácilmente en caso de emergencia. Así, cuando las temperaturas cayeron drásticamente en febrero de 2021, muchas plantas eléctricas (sobre todo las alimentadas con gas natural) no estaban preparadas para operar en condiciones de congelación.

Las tuberías se helaron, las válvulas fallaron y la producción de gas se desplomó, justo en el momento de mayor demanda de energía. Aunque también se congelaron algunas turbinas eólicas, su peso en la red era relativamente pequeño: alrededor del 7 % de la producción prevista para esa época del año, según cálculos de expertos. La mayoría de los cortes vinieron de plantas térmicas y nucleares que no pudieron operar por la falta de combustible o por problemas técnicos derivados del frío extremo.

La política en un apagón. A pesar de esta evidencia, la narrativa que se impuso rápidamente en sectores conservadores fue que el fallo había sido provocado por las energías limpias. Desde Fox News hasta el Wall Street Journal, se multiplicaron las voces que ridiculizaban las renovables, las tildaban de “no confiables” y exigían un regreso a la energía basada en carbón y gas. Se reactivó así una vieja campaña ideológica contra las políticas ambientales y, en particular, contra el Green New Deal promovido por algunos legisladores demócratas.

Incluso se compartieron imágenes falsas, como una fotografía de turbinas heladas supuestamente en Texas que resultó ser de Suecia, capturada años atrás durante una prueba de deshielo. Las redes sociales, medios de comunicación y políticos como la congresista Lauren Boebert o el senador estatal Mike Thompson difundieron sin contrastar argumentos desinformados que colocaban a la energía eólica y solar como culpables del apagón, reforzando una retórica que había calado hondo desde mucho antes del incidente.

La respuesta de los expertos. Numerosos investigadores y especialistas en sistemas eléctricos desmintieron la versión oficial repetida por el gobernador y otros dirigentes. Jesse Jenkins, ingeniero del sistema energético de la Universidad de Princeton, resumió en una frase lo que ocurría: “Todas las fuentes de generación están siendo golpeadas”.

Efectivamente, la congelación afectó tanto a las plantas de gas como a las de carbón, nuclear y renovables. El problema no fue una sola tecnología, sino la falta de preparación del conjunto de la infraestructura frente a condiciones meteorológicas extremas. Leah Stokes, politóloga de la Universidad de California en Santa Bárbara, subrayó al New York Times la ironía de la situación: los mismos combustibles fósiles que estaban alimentando el cambio climático eran los que habían fallado en un escenario meteorológico cada vez más común.

Desde ese prisma, lo que no soportó el sistema no fue la energía renovable, sino un modelo de red obsoleto, poco resiliente y posiblemente más enfocado en la eficiencia económica que en la seguridad ante emergencias climáticas.

El cambio climático como telón de fondo. Plus: la crisis ocurrió justo cuando  llegó a la presidencia Joe Biden y había firmado sus primeras órdenes ejecutivas en materia climática, reincorporando a Estados Unidos al Acuerdo de París y cancelando el oleoducto Keystone XL.

Bajo ese contexto, el apagón de Texas se convirtió en un campo de batalla discursivo entre quienes pedían más inversión en energías limpias y resiliencia, y quienes defendían el uso continuo y reforzado de combustibles fósiles. Biden había dejado claro que su visión pasaba por modernizar la infraestructura energética del país, generar empleos verdes y reducir las emisiones hacia un objetivo de cero neto en 2050, pero la tormenta sirvió a los sectores opositores como excusa para desacreditar dicha agenda.

Sistema roto. Lejos de demostrar una supuesta “inutilidad” de la energía eólica, el apagón de Texas en 2021 fue una advertencia más sobre las vulnerabilidades de un sistema energético incapaz de adaptarse al clima del siglo XXI. Mientras las autoridades culpaban a las turbinas, millones de personas se congelaban sin calefacción, hospitales funcionaban con generadores de emergencia, y ciudadanos (como el diputado estatal Brandon Woodard, en Kansas) se preguntaban si esas interrupciones se volverían una nueva norma.

Si se quiere también, el evento dejó una enseñanza: la fiabilidad no depende de un tipo de fuente energética, sino de un sistema integrado, resistente y modernizado que combine tecnologías, almacenamiento, interconexiones y preparación frente a extremos climáticos que cada vez serán más frecuentes. En Texas, cargar las culpas al viento fue una distracción conveniente, pero peligrosa. Como casi siempre, el verdadero enemigo no eran las renovables, sino la negligencia.

Imagen | NASA

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