Cada vez es más fácil encontrar a las mejores víctimas para cada timo: 'van a tiro hecho' gracias a la venta de datos personales
Publicado el 14/05/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Tus datos personales se han convertido en la nueva moneda de cambio, y eso se aplica ya a todos los ámbitos, porque, más allá de su valor comercial para las empresas, estos datos también representan un tesoro para los delincuentes, que los utilizan para orquestar estafas de una precisión (y, por ello, con una efectividad) cada vez mayor.
El negocio oscuro de los datos personales
Hoy en día, cada clic, cada búsqueda, cada compra y cada like que realizamos deja un rastro, y muchos sitios web y aplicaciones recopilan esa información para luego vendérsela a terceros.
A través de estas bases de datos —que pueden costar decenas de miles de euros, si agrupan información de suficientes usuarios— sus propietarios y compradores pueden reconstruir perfiles detallados: historial de compras, estado de salud, inclinaciones políticas, emociones manifestadas en redes sociales, edad, situación económica y hasta si han buscado recientemente información sobre inversiones en criptomonedas.
Los timadores de hoy no improvisan, ni sus víctimas son al azar: la precisión con la que las seleccionan es el resultado de una sofisticada estrategia de microsegmentación según sus circunstancias personales.
Según declaran fuentes de la Guardia Civil al diario El País, "no tenemos víctimas atípicas, sino típicas", es decir; ancianos con ahorros, personas que han perdido familiares, enfermos crónicos, individuos emocionalmente vulnerables...
Publicidad dirigida con fines criminales
Uno de los engranajes clave de esta maquinaria de estafa, observada en tramas de estafa recientemente desmontadas en España, es el uso de publicidad digital hipersegmentada. Técnicas ya comunes en marketing comercial, como las audiencias personalizadas y la microsegmentación, permiten a los delincuentes colocar anuncios fraudulentos directamente frente a los ojos de sus víctimas ideales.
La vía más sencilla, según Ángel Cuevas, profesor de la Universidad Carlos III, es subir a plataformas como Facebook o LinkedIn una lista con correos electrónicos, teléfonos u otros identificadores (como el mobile advertiser ID) de usuarios que han sido previamente seleccionados.
Meta, por ejemplo, cruza esos datos con sus bases de usuarios y si encuentra coincidencias, les muestra los anuncios. Así, pueden llegar con una precisión quirúrgica a quienes tienen más posibilidades de caer en la trampa.
El papel de las agencias de marketing
Lo más inquietante es lo fácil que resulta para cualquiera convertirse en blanco: basta con aceptar sin pensar los términos de una app, hacer una búsqueda ingenua en Google o rellenar un formulario online. Ese "aceptar, aceptar, aceptar" en el que caemos por mera comodidad se transforma en un pase libre para que nuestros datos terminen en manos equivocadas.
Y ojo, porque esto no es una excepción, sino una industria. Hay agencias de marketing que venden datos de víctimas potenciales por país, y los precios varían en función del nivel adquisitivo medio. En Suecia, por ejemplo, una víctima potencial ronda los 1.250 euros.
En España, muchas víctimas aseguran no haber compartido nunca esos datos, lo que apunta bien al uso de bases de datos obtenidas ilegalmente, bien a la explotación de vulnerabilidades digitales comunes.
Un fenómeno en auge y en evolución
Lo más preocupante es la rapidez con la que evolucionan estos fraudes: la sofisticación de estas estafas pone de manifiesto que ya no estamos ante simples engaños, sino frente a una industria del crimen digital basada en la explotación de datos y algoritmos.
Hace apenas cinco años, las estafas digitales superiores a 2.000 euros eran algo raro. Hoy en día, según la Guardia Civil, llegan semanalmente casos de víctimas que han perdido 200.000 o hasta 300.000 euros. "Son palos gordísimos", afirman los investigadores.
Vía | El País
Imagen | Marcos Merino mediante IA
En Genbeta | La psicología detrás de los timos: así se aprovechan los estafadores de nuestra debilidad
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