Airbnb y Booking me han quitado lo que más me gustaba de viajar en los 2000. La Gen Z tiene nostalgia de aquellos años... yo también

Publicado el 22/06/2025 por Diario Tecnología
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Airbnb y Booking me han quitado lo que más me gustaba de viajar en los 2000. La Gen Z tiene nostalgia de aquellos años... yo también

La generación Z tiene cierta nostalgia de los años 2000 y TikTok es una de las redes sociales donde mucho hablan de ello. No son los únicos, yo también tengo nostalgia, no de la moda de ropa, porque ni siquiera por aquel entonces me gustaba lo que se llevaba, pero de la vida sin smartphones y con un uso recortado a los mundos digitales sí me encantaba y la recuerdo con amor.

También siento nostalgia por aquel mundo sin multimillonarios salidos de las tecnológicas y sus decisiones varias, pero eso da para otro tema. Ahora que he vuelto de visitar uno de mis lugares favoritos en el mundo, que descubrí en el 2009 casi de casualidad, me he dado cuenta de que Airbnb, Booking y las demás plataformas se han llevado por delante varios de los mayores encantos de viajar.

Por un lado, creo que es sabido que se han llevado por delante el desconocimiento popular de ciertos lugares, junto con el posteo/postureo de redes sociales que hacen a gente viajar por "la foto". Ya es casi imposible poder conocer un lugar que no esté masificado por el turismo. Con una búsqueda muy rápida, todo el mundo accede ahora a alojamientos en cualquier lugar del mundo. Pero, para mí, lo que más me pesa, es habernos quitado el tú a tú. Está bien que nos facilite los procesos, pero lo hace tanto que viajar pierde bastante su encanto.

Buscar un alojamiento a la llegada

Hace unos días estuve por Herzegovina y fui a Mostar. Es una región preciosa que conocí en 2009 porque tuve que ir a un curso formativo en Sarajevo. Yo vivía en Macedonia (ahora Macedonia del Norte) y a la vuelta, con otra compañera del curso, decidimos ir recorriendo lugares de los Balcanes. Qué descubrimiento de un lugar que muy poco se conocía.

Mostar ya era bastante reconocido por esta cerca de Medjugorje, un lugar famoso para la gente católica del mundo por sus apariciones marianas. Y muchos de estos grupos van a visitar Mostar unas horas. O gente que va a la costa croata, más conocida desde hace tiempo, se desvía un poco para ver el lugar. Aun así, el turismo era más tranquilo y no tan masivo como es ahora. Y no mediaban las plataformas de reserva de espacios de gente local.

Durante años, llegabas a la estación y siempre había muchas mujeres con un papel donde mostraban una habitación que alquilaban en su propia casa. Y el precio era estándar para todo el mundo. Te explicaban un poco dónde estaba y te ibas con ellas. Podías ir hablando entre la mezcla de idiomas que cada uno supiera. Sin Google Translate ni nada, pero el caso es que te acababas entendiendo. Ese día y los demás que pasaras en casa de esa persona y su familia.

Puede ser que fuera agotador para las mujeres tener que ir a la estación varias veces al día a encontrar huéspedes. O puede ser que les gustase, porque al fin y al cabo la gente balcánica es muy sociable, es normal pasar horas con vecinos, familia y amistades tomando café y charlando y también estaban charlando entre ellas en la estación (que hoy en día parece un desierto).

En aquel momento cualquiera te podía parar por la calle para hablar si veía que eras de fuera y quería saber más de ti, aunque no supiera tu idioma. Al fin y al cabo, los humanos somos seres sociales. Ahora hacemos mucha interacción online y antes la hacíamos en persona.

Una reserva, una caja y un código

Esta vez que fui, ya no iba a haber absolutamente nadie en la estación. Reservamos un mini apartamento, nos enviaron un WhatsApp con el código de la caja de las llaves y ya. Cuando hice la reserva pensé que era de un particular, por los comentarios, pero con esa interacción, pensé que en realidad era una empresa por el mensaje tan estándar que me enviaron y por su anuncio tan impersonal.

Al día siguiente se rompió el mando del aire acondicionado y estábamos a más de 40 grados, así que tuve que escribir a ese número para avisar porque necesitábamos un respiro de tanto calor.

Llegó un hombre del lugar y resultó que no era una empresa quien tiene esa casa, sino que era un espacio de su familia (lo que me alegró porque yo prefiero alquilar a particulares o pequeñas empresas antes que a fondos de inversión que compran propiedades para alquilar, la verdad) y su inglés no era bueno, por eso tenía su mensaje estandarizado, pero pudimos charlar un rato.

Hace unos meses se anunciaba en Italia un plan de llevar una norma de Florencia al resto del país: prohibir esas cajas de llaves. En realidad, el objetivo no es devolver a Airbnb y a los turistas a su esencia de tener más trato entre personas. La medida busca prevenir riesgos de orden público y seguridad. Pero aún así, van a lograr el trato cara a cara aunque sea unos minutos. Mientras no aparezca otro sistema para evitar las relaciones interpersonales y hacerlo todo más sencillo.... y aburrido.

Conocer a tu arrendador

Personalmente me gustó ese plan. Y si no se puede estar a la hora en el sitio, que es normal, al menos se pueden buscar momentos de charlar y conocerse y ver que los huéspedes estén contentos y de resolver dudas y ayudar. Y que los huéspedes puedan conocer de quién es la casa que están alquilando.

España está sufriendo la turistificación en muchos aspectos como la subida de los precios de la vivienda de manera acelerada. Y en España hay muchas protestas al respecto, con razón. Siendo este un país que recibe muchísimas personas cada año, nos está afectando este fenómeno.

Al mismo tiempo, a la hora de viajar, espero que los españoles también seamos conscientes de eso y queramos alojarnos en lugares de la gente local o de pequeñas empresas también del sitio. Y no en un alojamiento turístico más de decorado estándar que pertenece a alguna empresa de fondos de inversión o grandes propietarios.

Personalmente, prefiero dejar mi dinero a cualquier familia de Mostar o de cualquier lado aunque me cueste un esfuerzo de comunicación y de lo que sea, antes de contribuir a algo que nos está afectando, globalmente, a cualquier persona porque nos está quitando el acceso a algo básico como es la vivienda a un precio asequible.

Salir de la "zona de confort"... bueno, en realidad ya no

Volví varias veces a Mostar después de la primera, cuando ya hablaba el idioma local (bosnio /croata), y era genial esta interacción para seguir practicando, por mi parte, y la gente donde alquilaba cuartos también se mostraba contenta de poder encontrar una extranjera con la que comunicarse de manera fluida y así preguntarme todo lo que querían sobre mi país y mi vida y qué hacía allí.

En la cultura local, al menos en aquellos momentos (ahora no sé porque ya no me dan la oportunidad de relacionarme tanto), eran muy preguntones cuando se les daba la ocasión. Podía ser incómodo para mí. Tanto el esfuerzo de hablar en otro idioma, como responder o saber evitar preguntas personales que para mi cultura pueden parecerme no tan apropiadas.

Pero, al final salir de la zona de confort y entrar en otras culturas, solía significar, también, enfrentarse al cambio cultural, con el aprendizaje que también conlleva eso y saber gestionar situaciones que puedan ser diversas. Si solo hay un mail, una llave en una caja y fotografías delante de puentes preciosos, ¿dónde está la gracia de viajar? La hay en ver sitios y en comer lo nuevo y en descansar (pero para descansar no hace falta irse muy lejos).

Pero se pierde lo más importante: la gente, sus historias, la idiosincrasia de un país, la historia de un lugar contada por sus personas y no por un libro guía. Y también enfrentarse a la vida fuera de la zona de confort.

Perder capacidades sociales

No solo es Mostar. Es que en los 2000 (y en los anteriores todo era más exagerado seguro, solo que se viajaba menos a sitios nuevos) había que llegar a una ciudad nueva y si no era un sitio turístico como era ya Mostar, y si no querías ir a un hotel precontratado, porque querías una pensión barata y familiar, había que caminar las calles e ir buscando carteles o preguntando.

No había más remedio que socializar y que desarrollar la orientación para llegar al centro sin una aplicación de mapas. Siguiendo carteles, si los entendías, y preguntando a la gente, a la que muchas veces no entendías, se lograba el objetivo. Un viaje a un lugar desconocido, era un máster en habilidades sociales, solo para conseguir lograr llegar a un lugar donde dormir.

Hace unos días, en un reportaje publicado en Genbeta sobre personas jóvenes que prefieren trabajar en oficina, una entrevistada de la generación Z comentaba que para ella, es importante poder socializar a la cara, sin pantallas como intermediarias. Como persona de una generación, la Z, que en general se vio muy expuesta a pantallas desde muy pequeños, ella apuesta por la socialización del tú a tú, porque muchas, muchísimas, interacciones que la juventud tiene ahora, son por pantallas. Ella comentaba:

"Prefiero ir a la oficina porque hoy en día es muy fácil olvidarse de socializar, sobre todo con el uso constante de redes sociales y la posibilidad de estar conectados todo el tiempo, pero a distancia. Siento que, siendo joven, es importante para mí aprender a socializar cara a cara".

Los viajes, con todo organizado a través de apps, plataformas varias como Booking o Airbnb y mirando los mapas en el móvil para llegar a cualquier lugar, reemplazan al desarrollo de habilidades como las conversaciones con desconocidos necesarias para encontrar un lugar donde dormir, un sitio ideal en el que comer o ubicarse en un nuevo lugar.

Esta misma semana, un nuevo estudio del MIT Media Lab vio la luz advirtiendo que la revolución del ChatGPT podría estar cobrándonos un precio inesperado: la disminución de nuestra actividad cerebral. Como recogimos en Genbeta, los hallazgos fueron contundentes. Los participantes que usaron ChatGPT mostraron la menor actividad cerebral, evidenciada por una caída de hasta un 55% en las señales de conectividad cerebral.

Quién sabe cómo cambia nuestra actividad cerebral de cuando tenemos que recorrer un lugar totalmente nuevo cuando tenemos que estar alerta para lograr todo con nuestras habilidades comunicativas y con la interacción con las personas del lugar, a veces en idiomas totalmente desconocidos.... a cuando todo se consigue con unos clics a través del móvil y recogiendo una llave en una caja con un código de cuatro cifras.

Imagen | Foto de Ihor Malytskyi en Unsplash

En Genbeta | Esta web recoge cuáles son los destinos turísticos a los que no ir en 2024 y explica sus razones

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