A meses de decir adiós a Windows 10, no pienso en Windows 11: lo que más echo de menos es Windows 7. Y no por pocas cosas
Publicado el 18/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
A casi cuatro meses de que Microsoft finalice el soporte de Windows 10 (tras lo que habrá que buscar distintas alternativas), y después de haber usado Windows 11 durante un par de años y ahora tener Windows 10 de nuevo, me he dado cuenta de que lo que echo de menos es Windows 7.
El pensamiento se me pasó por la cabeza cuando vi el "homenaje" del nuevo cristal líquido de Apple para iOS 26 y macOS 26. Aquello recordaba al estilo Aero de Windows 7 y Vista. Un estilo que en su día muchos PC, sobre todo los netbook de entrada, no pudieron disfrutar por falta de recursos, pero que trajo un gran soplo de aire fresco al anticuado diseño de Windows XP.
Reflexionando, me di cuenta de que el estilo estaba bien, pero hay otros aspectos de Windows 7 que echo mucho más de menos tener en los sistemas operativos modernos.
Windows 7 fue un sistema operativo genial del que los nuevos tienen mucho que aprender
Optimización

Fui de esos que probó Windows Vista en lanzamiento al adquirir mi padre un portátil nuevo. Sin embargo, nunca pude instalarlo en mi viejo PC con un Pentium 4 de un solo núcleo a 2.0 GHz por falta de recursos. Al hablarse tan bien de las primeras versiones de prueba de Windows 7 en foros, me cargué mi instalación de Windows XP e instalé la release candidate de Windows 7.
Aluciné con el resultado: notaba que iba incluso mejor que con el viejo sistema, en un PC que tenía cinco años. Microsoft hizo un esfuerzo impresionante de optimización no solo sobre Vista, sino en general, que abrió la puerta a que millones de usuarios no tuvieran que cambiar de equipo ni los sintieran lentos al actualizar tras un lustro con XP. La posterior llegada de los SSD dio incluso más vida a muchos.
En este sentido, mi experiencia con Windows 10 y con algunas versiones de macOS ha sido muy frustrante. Los interminables procesos en segundo plano y las eternas actualizaciones de Windows Update hacían que el uso de disco en equipos sin SSD se disparara al 100%, dejándolos inutilizables en la práctica.
No es solo es cosa de Microsoft: en macOS he estado un año utilizando un iMac 5K con 48 GB de RAM y una muy buena GPU. El incremento de consumo de recursos de las últimas versiones del sistema hacía que no tuviera la fluidez que debería corresponderle a un equipo así de caro de 2019. De hecho, Windows 11 iba mejor al usarlo con BootCamp.
Privacidad

Windows 7 y 8 fueron los últimos sistemas operativos de Microsoft sin un despliegue brutal de telemetría. O casi, porque al final de la vida útil de los sistemas, Microsoft lanzó una actualización para incluir recopilación de datos en ellos al estilo moderno. Y lo hizo sin avisar.
En Windows 10, Microsoft pasó a registrar todo lo que hacemos con el sistema y sus aplicaciones, generando tanta polémica que incluso aparecieron aplicaciones y tutoriales para bloquear el seguimiento. La compañía quería datos, datos y más datos, y no engañó a nadie, pero cometió el error de activarlo todo por defecto, en un apartado de privacidad demasiado grande.
Ojalá volvamos a esa época en la que lo que hacíamos, por defecto, solo lo sabíamos nosotros, no lo regalábamos a las tecnológicas.
Cuando el equipo era mío y decidía cómo lo configuraba

Con Windows 11, Microsoft ha seguido un camino que a muchos no nos gusta, y que en su momento enfureció al mismísimo Elon Musk: el sistema requiere que usemos una cuenta online de Microsoft para activarse.
La compañía nos obliga a ligar nuestro uso a tener cuenta con ellos, algo que evidentemente les da mucha información, y como recordaba mi compañero Marcos Merino, te hace usar por defecto soluciones (a menudo de manera involuntaria) como OneDrive.
En Windows 7 ya se notaba el reflejo de una Microsoft cada vez más presente en servicios, pero en ningún caso obligaba a usar nuestro equipo de esta forma. Bastaba con crear una cuenta de usuario local e ir configurando paso a paso todo. Echo de menos que Windows 11 se comportase así, pero en otros sistemas operativos sigue siendo posible activar sin cuenta del fabricante: lo he vivido recientemente en Android, iOS y macOS.
En cuanto al control del equipo, algo que también echo de menos de Windows 7 es que llegaba limpio, sin aplicaciones preinstaladas (más allá de las clásicas) que yo no había pedido. Sí que había drama con fabricantes de equipos de escritorio y portátiles: los cargaban de publicidad y de aplicaciones como antivirus promocionados. El rendimiento de esos equipos, recién bajado de la caja, caía en picado respecto al Windows 7 limpio de Microsoft.
Una vida sin anuncios y avisos constantes

Con las últimas versiones de Windows, Microsoft ha comenzado a insistir en actualizar de Windows 10 a 11 con mucha frecuencia (aunque al final de Windows 7 hicieron algo parecido), o a recomendar su navegador cuando ya teníamos establecido otro por defecto.
Por ejemplo, tras años insistiendo para que instalemos Edge, Microsoft va a dejar de hacerlo solo por la Digital Markets Act de la Unión Europea. El menú Inicio, que era un lugar sagrado, ha visto en Windows 11 cómo probaban a incluir recomendaciones de anuncios. Incluso los vimos en el Explorador de Archivos.
Microsoft dejó de tratar al sistema como un producto por el que habíamos pagado para pasar a tratar al usuario del sistema como un usuario que se estaba beneficiando de un servicio gratuito. En Windows 7 no había nada de esto, y lo echo mucho de menos en una era en la que todo es una suscripción y nosotros somos el producto.
Imagen | Antonio Sabán con IA
En 3DJuegos PC | Esta es la historia de Windows, desde 1985 hasta W11. Cómo el sistema operativo de Microsoft ha evolucionado con los años
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