La verdadera patada al diésel y la gasolina, recorrer más de 1.300 km sin parar a recargar, realmente no tiene ningún sentido

Publicado el 17/09/2025 por Diario Tecnología
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1.205 kilómetros del tirón, sin parar a recargar baterías (o repostar). No lo ha conseguido un diésel, ni un híbrido de gasolina. Eso es lo que habría recorrido Mercedes-Benz con uno de sus coches eléctricos, sin paradas para recargar baterías, cubriendo tres países, Alemania, Dinamarca, y Suecia, y la distancia entre Stuttgart y Malmö. La razón por la que el titular de esta entrada menciona 1.300 kilómetros no es otra que, tras esta distancia, al llegar a Malmö, la autonomía disponible para este coche aún era de 130 kilómetros. ¿Suena increíble no?

1.300 km sin parar a recargar ni repostar

No es imposible, al menos si utilizas baterías de estado sólido con ánodo de litio-metal. Mercedes-Benz quería demostrar las capacidades de una de las tecnologías más esperadas, que desde estas líneas hemos definido como el verdadero santo grial de la industria del automóvil, la tecnología que podría cambiarlo todo o, como decía Markus Schäfer, en la dirección del Departamento de Tecnología de Mercedes-Benz, "un verdadero cambio de las reglas del juego para la movilidad eléctrica". Será posible crear coches eléctricos con autonomías ahora imposibles, con una tecnología que, si bien es cierto aún sigue en desarrollo, cada día que pasa está más cerca de aplicarse en vehículos de producción. Una tecnología que, en definitiva, no es una quimera. Conseguir coches eléctricos que superen incluso los 1.300 y los 1.500 kilómetros será posible, probablemente antes de lo que imaginamos. Pero, definitivamente, no tiene absolutamente ningún sentido y es probable que esa sea la razón por la que un coche eléctrico con tanta autonomía sería la verdadera quimera y no lo verán nuestros ojos, o al menos no lo permitirán los bolsillos de la mayoría de los mortales.

La verdadera patada al diésel y la gasolina

Para conseguirlo, Mercedes-Benz cuenta que han recurrido a otras muchas soluciones tecnológicas avanzadas, desarrolladas en colaboración con su centro tecnológico de Fórmula 1, incorporando incluso actuadores neumáticos que responden al volumen de las celdas en los procesos de carga y descarga. La autonomía es sin duda uno de los datos más llamativos, y solo una parte de lo que podrá conseguirse con tecnologías de estado sólido más avanzadas y desarrolladas. En este caso se habría aumentado la autonomía en un 25% manteniendo un pack de baterías en dimensiones y masa similares a las de las baterías que ya puede equipar el coche empleado como base, el Mercedes EQS. No entran en detalle en otro punto importante y en el que sí sabemos que las baterías de estado sólido en un futuro próximo van a brillar, que no es otro que el de la potencia de carga y descarga. Conseguir tiempos de carga, que permitan aumentar la autonomía en cientos de kilómetros, en tiempos similares a los de un repostaje, serían una realidad. Y eso nos lleva al quid de la cuestión. ¿Quién necesita 1.500 kilómetros de autonomía cuando puedes recargar las baterías en unos minutos? ¿Iremos sobrados con 1.000 kilómetros? ¿Serán incluso más que suficientes 500 kilómetros de autonomía?

Por qué no tiene ningún sentido un coche eléctrico con 1.300 km de autonomía

El efecto natural del desarrollo de la tecnología, que prácticamente en paralelo permitirá obtener más autonomía en baterías de tamaño similar a las actuales, y mayores potencias de carga y por ende menores tiempos de recarga, será el de propiciar que empleemos baterías cada vez más pequeñas y ligeras que ofrezcan la misma autonomía, o incluso menos autonomía, que las actuales. Porque entraríamos en un círculo vicioso en el que cuanto más peso ahorre un automóvil, mayor será la distancia que podrá recargar con una batería completa y, a su vez, menor será el tamaño y la masa que necesitará para ofrecer una autonomía razonable. Y cuanto más rápido podamos recargar las baterías, menor será la autonomía máxima que necesitaremos para realizar viajes con garantías. Y cuanto más pequeña sea la batería y su capacidad de almacenamiento máximo - a igualdad tecnológica - también debería ser menor su precio. De manera que montar baterías que permitan recorrer tales distancias no solo será un desperdicio energético, sino también económico.