Viví una época en un sitio genial de Airbnb, que ahora se vende. El problema de la vivienda no es Airbnb como tal, hay más

Publicado el 20/01/2025 por Diario Tecnología
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Viví una época en un sitio genial de Airbnb, que ahora se vende. El problema de la vivienda no es Airbnb como tal, hay más

Hace unos días iba paseando por una zona en la que viví entre 2017 y 2018, donde fui muy feliz, y se me rompió un poquito el corazón al ver que aquella casa, en la que pude alquilarme una habitación que encontré a través de Airbnb está en venta. Al mismo tiempo, esa calle, esa zona donde se ubica la casa, está llena de carteles creados por fondos de inversión y grandes empresas que recuerdan a los dueños de propiedades que su casa puede costar ahora el doble que hace 10 años, para fomentar a que se las vendan.

En otros reportajes que he realizado contando diversas experiencias de Airbnb, muchos comentarios me acusaban de defender a esa empresa y quiero dejar claro desde el  principio en este reportaje que el objetivo no es defender a ninguna  empresa, sino el modelo de consumo colaborativo frente a la situación actual. Y es que sí que, tras años viajando por el mundo y alojándome gratis en mis  destinos, veo que el dinero ha acabado con la "economía" del compartir.

En el año 2017 me fui a vivir una temporada a Ciudad de México. Quería estar viviendo cerca de mis  amistades y busqué habitaciones de alquiler por la zona. Miré en diversas webs de renta de cuartos y acabé encontrando una habitación dentro de una galería de arte alternativo. Una galería de arte destinada a los artistas desconocidos, para que tuvieran un espacio donde impartir cursos, presentar sus creaciones, hacer conciertos o conseguir contactos en el mundo del arte.

Hablé con la mujer que gestionaba el espacio y me gustó mucho. Los cuartos se rentaban principalmente a artistas, tanto locales como extranjeros y, si sobraban, también se aceptaban a otras personas, como yo, en este caso. La habitación tenía un precio asequible y el objetivo de rentar el espacio era tener financiación para sostener la casa y poder organizar eventos varios. Me pareció un proyecto sostenible y muy bonito. Y, de hecho, vivir en este espacio de arte fue de las mejores cosas que he hecho en mi vida.

El consumo colaborativo se rompió

Ya hemos analizado cómo cuando Airbnb se concibió, sus fundadores quizás nunca se imaginaron los problemas que  daría su modelo de negocio al mundo. Durante sus inicios, se presentaba  como una plataforma en la que los anfitriones invitaban a otras  personas a su alojamiento, ofreciendo un colchón inflable y desayuno a los huéspedes. Esto era una opción muy económica para que los viajeros tuvieran donde hospedarse y, también, para conocer gente nueva, local en el lugar del destino.

El mismo CEO de la empresa ha reconocido que este modelo inicial se ha roto. Sin legislación por el medio, pronto Airbnb pasó a ser un negocio multimillonario mediante el que la gente con propiedades bien ubicadas o fondos de inversión millonarios que podían comprar viviendas en los centros de las ciudades, comenzaron a comercializar con un bien básico como es la vivienda. La polémica de los pisos de Airbnb es ultra conocida.

Hace unos días visité a la mujer que gestionaba aquella preciosa galería, inclusiva, para todo el mundo que tuviera algo que mostrar y compartir. Y hablamos de aquella experiencia. Ahora la casa está en venta y está ubicada en una colonia que ha sufrido un gran encarecimiento del suelo en los últimos años.

Airbnb y los pisos turísticos están en manos de "profesionales"

El hecho de usar Airbnb, per sè, no era algo negativo. Una persona tenía una casa, alquilaba un cuarto, ganaba un dinero útil para el pago de la vida, podía conocer gente nueva en su ciudad o pueblo y el viajero podía gastar poco en sus viajes alojarse con locales. Ya en 2016 alertaba un informe que la figura del anfitirión "full-time" estaba en auge.

O sea, las personas que convierten los alquileres de Airbnb en su  actividad laboral única y de la que consiguen todas sus ganancias. Representaba ya casi un 30% de los ingresos totales de Airbnb y el porcentaje sigue creciendo. Eso, según un estudio reciente de la Penn State’s School of Hospitality Management, es "alarmante" ya  que "convierte a Airbnb en el mediador de algo que se puede parecer más a un negocio no regulado que en un servicio de consumo colaborativo de  alquileres".

Esta tendencia no ha parado de subir. Es ampliamente conocido que los 'pisos turísticos' (hablamos de Airbnb, pero en Booking también pueden alquilarse este tipo de lugares, que es la plataforma que más usan los viajeros en Europa, y muchas otras más ofrecen esta posibilidad) ya no son un cuarto en casa de alguien que te va a dar una idea del lugar que estás visitando, como un local.

Ahora, muchos de estos pisos tienen un cajetín con una llave o un código de entrada y ni siquiera vas a conocer nunca al propietario del espacio. Muchos estudios apuntan a que ahora, la mayoría de pisos publicitados en Airbnb son de profesionales (este estudio califica de profesionales cuando el propietario tiene tres o más pisos en alquiler de este tipo). Este estudio apunta a que Barcelona tiene el porcentaje más alto de propietarios profesionales, un 74 %, en comparación con el 26 % de propietarios particulares.

Ganar dinero con los bienes básicos

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Viendo esa antigua casa en venta, en la que a veces me encontraba exhibiciones artísticas en nuestra cocina, conciertos en el patio o tatuadores en el salón de la entrada, me puse a pensar en cómo la legislación que se ha ido creando, poco a poco, en los últimos años, no suele diferenciar a los propietarios de Airbnb, ni tener un plan de frenar que un bien básico como la vivienda sea un negocio millonario en manos de empresas y fondos de inversión. O de propietarios particulares que quieren enriquecerse explotando una propiedad.

Hay informaciones que apuntan a que más de 185.000 viviendas alquiladas en España  tienen como arrendadores a grandes empresas. Y que la mitad de ellas son  propiedad de bancos y fondos de inversión estadounidenses. Otros datos apuntan a que muchos de los propietarios son particulares que han comprado viviendas para ganar dinero alquilándolas después.

Se habla mucho de la culpa del Airbnb, sin diferenciar quién posee esos espacios que se alquilan. Al contrario. Como hemos analizado en otros reportajes, las reglas puestas para regular los pisos de uso turístico afectan más negativamente a una persona que tiene una casa y la alquila de forma puntual que a una empresa que se compra pisos en masa en el centro de las ciudades para destinarlos enteramente a los alquileres de los turistas.

Uno de los principales problemas que vivimos en las ciudades es que un alquiler es cada vez más imposible porque han ido en aumento. Comprar una propiedad es mucho más difícil. La especulación inmobiliaria ha permitido que la vivienda quede en manos de empresas y ellas puedan hacer ricos a sus inversores gracias a la necesidad que las personas tenemos de vivir bajo un techo.

Incluso, he compartido cómo en algunos lugares, como en Asturias, donde yo nací y sitio que conozco bien por eso, la regulación lo que ha prohibido en la práctica es el consumo colaborativo: alquilar habitaciones se ha prohibido en la región. Ya solo puedes alquilar un apartamento entero. Por lo que tener a alguien en casa que paga un dinero por quedarse en un cuarto de tu casa puede ser objeto de multa.

Imágenes | Foto de Ross Sneddon en Unsplash y foto tomada por Bárbara Bécares

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