Un iPad estuvo enterrado cinco años en el Támesis. Su tarjeta SIM ha resuelto un elaboradísimo plan de asesinato
Publicado el 08/05/2025 por Diario Tecnología Artículo original
La policía londinense llevaba seis años en una investigación muy compleja que involucraba un tiroteo que no terminaban de comprender. Pero todo terminó de resolverse cuando la policía encontró de manera inesperada a finales de noviembre del año pasado un iPad en el fondo del río Támesis usando un detector de metales.
Algo a priori que podía no parecer realmente valioso, pero que tras investigar descubrieron que la tarjeta SIM que contenía de Vodafone podía ser algo crucial. Y tras indagar en su contenido finalmente vieron que la SIM podía llegar a ser clave para esclarecer el caso que tenían abierto desde hace años.
El caso arranca hace seis años cuando un grupo de personas intentaron asesinar a Paul Allen, un exconvicto con un historial delictivo relevante: en 2006 participó en el asalto a un depósito de Securitas, uno de los mayores atracos en la historia del Reino Unido.
Tras cumplir su condena, parecía haberse reinsertado... hasta que fue tiroteado en su propia cocina, quedando paralítico. El caso se estancó sin pruebas ni sospechosos claros. Todo cambió con la aparición del iPad.
El iPad y una SIM que lo cambió todo
Según recoge The Washington Post, el iPad llevaba más de cinco años hundido, cubierto de barro y totalmente inutilizable. Sin embargo, la tarjeta SIM de su interior pudo ser rescatada y analizada por los investigadores.
Gracias a esta tarjeta, la policía descubrió que Paul Allen estaba siendo rastreado por tres hombres: Louis Ahearne, Stewart Ahearne y Daniel Kelly. El dispositivo contenía información de un rastreador instalado en su coche, coordenadas de desplazamiento y registros de comunicación, lo que permitió reconstruir los pasos y la vigilancia previa al atentado.
Con las coordenadas extraídas del iPad, los agentes pudieron consultar las cámaras de seguridad de las calles de Londres. Así confirmaron el seguimiento sistemático por parte de los atacantes. El fiscal del caso fue contundente al definirlo como:
Este fue un intento de asesinato meticulosamente investigado y planeado por un equipo de hombres bien versados en el nivel de criminalidad para lograrlo
Pero eso no fue todo.
Gracias a estos datos, los investigadores lograron relacionar a los sospechosos con otro crimen internacional: el robo de dos jarrones de la dinastía Ming en el Museo de Artes del Lejano Oriente de Ginebra, Suiza. Coincidían los patrones de desplazamiento, la logística y hasta el vehículo usado: un Renault Captur alquilado.
Este hallazgo llevó a la extradición de Stewart y Louis Ahearne a Suiza, donde fueron condenados a tres años y medio de cárcel y multados con 60.000 dólares, además de prohibírseles volver a entrar en el país.
El detective a cargo de la investigación, Matt Webb, confesó que sabía que tras el tiroteo uno de los sospechosos se había detenido brevemente cerca del río, pero no sabían por qué. Ahora se sabe que se deshizo del iPad arrojándolo al Támesis, intentando eliminar pruebas clave.
Sabíamos que el vehículo se había detenido en John Harrison Way y que Kelly se había bajado del vehículo, pero no más que eso. No sabía a dónde fue, no sabía lo que pasó.
Lo que parecía un simple dispositivo olvidado bajo el agua se convirtió en la clave para resolver dos importantes casos criminales. Una historia digna de una película, donde un iPad sumergido durante años terminó desenmascarando a un trío de criminales y cerrando una investigación de seis años.
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