Tras 18.000 km y 64 días, un ciclista estaba rozando una gesta histórica. El problema es que la meta estaba en Rusia

Publicado el 19/09/2025 por Diario Tecnología
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Tras 18.000 km y 64 días, un ciclista estaba rozando una gesta histórica. El problema es que la meta estaba en Rusia

La historia del deporte está plagada de heroicidades y récords que parecen imposibles de batir. También de momentos de gran crueldad, donde el deportista de élite “muere” en la orilla, a apenas unos segundos, metros o incluso centímetros de la gloria. Por eso, el relato de un ciclista francés que ha estado tan cerca de coronarse con una gesta histórica está siendo noticia estos días. 

A Sofiane Sehili, de 44 años, solo le faltaba Rusia, y ahí sigue.

Un viaje épico interrumpido. Como decíamos, Sofiane estaba a nada de coronarse en los libros de historia: nada menos que recorrer en bicicleta, sin asistencia, 17 países desde Cabo dan Roca en Portugal hasta Vladivostok en el extremo oriental de Rusia en apenas 62 días, con lo que habría superado el récord mundial de 64 días. 

Tras cerca de 18.000 kilómetros de caminos inhóspitos, tormentas, noches tremendas en gasolineras de Mongolia y las estepas infinitas de China, se encontraba a tan solo 180 kilómetros de su meta cuando fue detenido el 2 de septiembre por guardias fronterizos rusos en la región de Primorie, acusado de cruzar ilegalmente desde China pese a disponer de un visado válido. Su odisea, narrada en vídeos que mostraban tanto el dolor de pedalear con los pies hundidos en barro y calcetines mojados como el júbilo al contemplar caballos salvajes y paisajes solitarios, ha terminado abruptamente en una celda.

El laberinto euroasiático. El arresto se produjo tras varios intentos frustrados de cruzar la frontera entre China y Rusia. En puestos oficiales se le negó el paso porque solo los ciudadanos chinos o rusos pueden entrar en bicicleta, mientras que en otros pasos solo se admite el acceso en coche, autobús o tren. Tras estos rechazos, Sehili intentó avanzar por un bosque cerca de Suifenhe y, al mostrar su pasaporte a los guardias rusos, fue arrestado

Su pareja, Fanny Bensussan, confirmó que, tras ser rechazado en los cruces oficiales, buscó rutas alternativas, lo que precipitó su detención. La corte de Ussuriysk ordenó su reclusión hasta el 4 de octubre a la espera de juicio, sin que se precisaran cargos formales.

De récord a rehén. El caso de Sehili no puede desligarse de un patrón cada vez más evidente en Moscú: la detención de extranjeros en lo que analistas y ONG califican de “diplomacia de rehenes”. Rusia ha acumulado antecedentes notables, como el de la jugadora de baloncesto Brittney Griner, el periodista del Wall Street Journal Evan Gershkovich o el consultor Paul Whelan, entre otros, usados como fichas de intercambio por rusos condenados en Occidente. 

También ciudadanos franceses han sufrido esta política, como el investigador Laurent Vinatier, condenado por no registrarse como “agente extranjero” y recientemente acusado de espionaje con riesgo de hasta 20 años de cárcel. En este contexto, el encarcelamiento de un deportista de resistencia, aunque aparentemente fruto de un incidente fronterizo se interpreta también como un movimiento político de presión internacional.

La dimensión humana del desafío. Más allá de la geopolítica, el periplo de Sehili ilustra la dureza de los retos de ultra-resistencia. A lo largo de su travesía, el hombre enfrentó noches heladas en suelos de cemento, hoteles sin condiciones mínimas, averías constantes, viento en contra y el desgaste de pedalear más de 270 kilómetros diarios.

En sus relatos, se mezclaban momentos de desesperanza absoluta (cuando confesaba no tener ganas de seguir adelante) con instantes de serenidad total, en los que reconocía que estas aventuras daban sentido a su vida. El contacto humano, como el gesto de una mujer china que le ofreció comida caliente y le presentó a sus hijos tras un día de lluvia y frío, funcionaba como pequeños recordatorios del valor de su viaje.

Precedente inquietante. Que Rusia haya detenido a un ciclista al borde de un récord mundial coloca al deporte de resistencia en un terreno inédito, donde los desafíos físicos y personales pueden chocar con los intereses políticos de los Estados. La imagen de Sehili, exhausto pero determinado a llegar a Vladivostok, contrasta con la realidad de una frontera convertida en trampa política

Su caso, lejos de ser anecdótico, subraya cómo incluso gestas deportivas pueden quedar atrapadas en un escenario geopolítico donde los gobiernos instrumentalizan a ciudadanos extranjeros para enviar mensajes de fuerza o para preparar futuros canjes diplomáticos. En la frontera entre la hazaña deportiva y la diplomacia represiva, el viaje de Sehili quedará como símbolo de la fragilidad del individuo frente a los cálculos de poder.

Imagen | Captura/ YouTube

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