Si la pregunta es cómo logró Ucrania filtrar miles de drones en Rusia, la respuesta es sencilla: sobornando a rusos
Publicado el 25/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
El 1 de junio, lo que parecían varias casas móviles situadas en varios puntos estratégicos de Rusia se revelaron como lo que eran en realidad: camiones camuflados con un ejército de drones preparados para una operación encubierta. Se iniciaba así la denominada como Spiderweb, la mayor ofensiva ucraniana en suelo ruso, un ataque devastador sobre la flota de bombarderos de Moscú. Ahora, casi un mes después del ataque, Ucrania ha respondido a una de las grandes incógnitas: cómo demonios entraron los enjambres en territorio ruso.
Redefiniendo la guerra moderna. Durante más de dieciocho meses, los servicios de inteligencia ucranianos diseñaron meticulosamente una operación que culminó en un ataque sin precedentes a miles de kilómetros de sus fronteras: un ejército de drones camuflados en esas casas móviles prefabricadas, que fueron transportadas a través de fronteras internacionales hasta alcanzar bases aéreas estratégicas rusas.
Ahora, Vasyl Maliuk, jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), ha revelado los pormenores de la operación en una extensa entrevista al Washington Post donde asegura que el ataque destruyó al menos 12 aeronaves rusas, incluyendo los bombarderos Tu-95, y dañó un total de 41 aparatos, algunos de ellos situados a más de 3.400 kilómetros al este de Ucrania, en Siberia. Las imágenes satelitales analizadas por el Post confirmaron la destrucción parcial, aunque algunas pruebas visuales se vieron limitadas por condiciones meteorológicas, lo que hace suponer que parte de los restos podrían haber sido retirados por Moscú antes de ser captados.
Cómo se gestó. Explicaba Maliuk que el diseño del operativo comenzó en noviembre de 2023, como respuesta a una nueva oleada de bombardeos rusos sobre ciudades ucranianas. La idea consistía en ocultar drones dentro de esas casas móviles que simularan ser unidades habitacionales estándar. Estas estructuras debían contar con sistemas energéticos autónomos (paneles solares y baterías especiales) para mantener los vehículos no tripulados cargados, incluso en temperaturas invernales extremas, a la espera de la orden final.
Las restricciones rusas a la importación de componentes tecnológicos hizo necesario una táctica tan antigua como las propias guerras: el soborno, en este caso a agentes de aduanas para introducir los materiales.
Nadie sabe (casi) nada. El secretismo, al parecer, fue total: cada grupo trabajó con información compartimentada, los ingenieros que fabricaron los drones ignoraban su propósito real, al igual que quienes ensamblaron las casas prefabricadas desconocían que alojaban armas. En palabras de Maliuk, se trató de "una sinfonía táctica" con múltiples partes críticas pero autónomas.
Precisión quirúrgica. Así, la mañana del ataque, 117 drones FPV modificados con doble carga explosiva se activaron desde los tejados móviles de las casas camufladas. Cada artefacto estaba dirigido por un operador seleccionado entre los mejores del país, a quienes se les asignó un objetivo concreto: un avión específico, cuya ubicación y entorno fueron estudiados con modelos detallados.
Las cargas estaban diseñadas para penetrar primero el fuselaje y después detonar en el interior, maximizando el daño en puntos clave como depósitos de combustible, lanzadores de misiles y sistemas electrónicos que Rusia no puede reemplazar fácilmente. Aunque Maliuk evitó detallar los sistemas de comunicación utilizados para el guiado remoto, confirmó que fueron múltiples y sofisticados, especialmente diseñados para evitar interferencias y garantizar el éxito.
Consecuencias estratégicas. La Operación Spiderweb fue solo el primer golpe. Dos días después, Ucrania ejecutó otra ofensiva de envergadura contra el puente de Kerch, símbolo de la ocupación rusa de Crimea, usando explosivos submarinos de 1.000 kilos. Aunque el tráfico se restableció, el golpe tuvo un efecto simbólico y estratégico claro.
Rusia respondió con una oleada masiva de drones y misiles que alcanzaron zonas civiles de Kiev, dejando decenas de víctimas. Lejos de provocar una desescalada, la acción ucraniana confirmó un nuevo nivel en la guerra tecnológica y demostró la capacidad de Kiev para alcanzar objetivos muy dentro del territorio enemigo. Según Maliuk, Spiderweb es solo una muestra del potencial de la inteligencia ucraniana para alterar las reglas del conflicto, y representa un esfuerzo logístico, técnico y humano “unificado en una sola estructura”.
El futuro de las guerras. Lo hemos deslizado en otras ocasiones. En plena ofensiva rusa, y ante la constante presión sobre las ciudades ucranianas, la operación Spiderweb marca un hito en la guerra moderna. No solo por la profundidad del alcance (desde bases en Ucrania hasta instalaciones rusas en Siberia), sino también por el modelo operativo: fragmentación del conocimiento entre operarios, sobornos, uso de camuflaje civil, innovación en armamento ligero y capacidad de lanzar ataques de alta precisión sin recurrir a grandes plataformas convencionales.
En palabras del propio Maliuk, esto es apenas “la punta del iceberg” en cuanto al trabajo de su agencia con drones, redes de agentes y operaciones encubiertas. En un conflicto que cada vez se libra más con bits y algoritmos que con divisiones blindadas, la ofensiva demostró que la guerra del siglo XXI se define por quien domina el sigilo, muy por encima de la fuerza bruta.
Imagen | Ukraine’s 93rd Mechanized Brigade
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