No es que Elon Musk haya conseguido introducir su influencia en la NASA. Es que ha entrado arrasando

Publicado el 05/02/2025 por Diario Tecnología
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No es que Elon Musk haya conseguido introducir su influencia en la NASA. Es que ha entrado arrasando

Elon Musk fundó SpaceX en 2002 para convencer a la humanidad de colonizar Marte. Crear una ciudad autónoma en el planeta rojo y convertir al ser humano en una especie multiplanetaria, insiste habitualmente el empresario, evitaría nuestra extinción en una gran guerra termonuclear, un cambio climático irreversible o el impacto de un meteorito.

Lo que tal vez Musk no imaginaba era que algún día tendría el poder suficiente para que el gobierno de Estados Unidos adoptara su visión como "destino manifiesto" del país y SpaceX pasara de ser un contratista de la NASA a una locomotora en primera línea de la toma de decisiones.

Cambio inesperado de liderazgo. Cuando Trump llegó a la Casa Blanca, Janet Petro fue designada administradora en funciones de la NASA  hasta la entrada de un jefe definitivo (presumiblemente, Jared Isaacman). Estaba previsto que el cargo recayera en Jim Free, el administrador adjunto de la agencia, pero Trump nombró a la directora del Centro Espacial Kennedy en su lugar.

Aunque fuera un cambio inesperado, lo cierto es que Free había defendido la continuidad del programa Artemis después de la victoria de Trump, lo que podría interpretarse como una afrenta a la nueva administración centrada en la conquista de Marte. Para más señas, Michael Altenhofen, un ingeniero que trabajó 15 años en SpaceX, ha sido nombrado asesor de la administradora, lo que algunos interpretan como un reflejo de la creciente influencia de Elon Musk en la agencia.

Un ambiente tenso. Una vez al frente de la NASA, Janet Petro acató la orden de cierre de todas las oficinas relacionadas con el programa de Diversidad, Equidad, Inclusión y Accesibilidad (DEIA), y no tuvo problemas en adoptar la retórica de Trump para anunciarlo en un polémico comunicado interno: "estos programas dividieron a los estadounidenses por raza, desperdiciaron fondos públicos y resultaron en una discriminación vergonzosa".

Petro instó a los empleados a denunciar a quienes no cumplieran la orden, habilitando un formulario para ello, que según un reportaje de Ars Technica ha contribuido a una moral muy baja entre trabajadores de la NASA.

Los astronautas "varados" en el espacio. Para algunos de estos empleados, la gota que colmó el vaso fue el mensaje de Elon Musk anunciando que SpaceX rescataría, a petición de Trump, "a los dos astronautas varados en la Estación Espacial Internacional". Es decir, a Butch Wilmore y Suni Williams, tripulantes de la fallida misión de certificación de la nave Starliner de Boeing.

Tanto Musk como Trump incidieron en que los astronautas llevaban demasiado tiempo abandonados (desde junio de 2024), pero la NASA había dispuesto en agosto, mucho antes de las elecciones presidenciales, un transporte de vuelta para ambos: dos asientos vacíos en la misión Crew-9 a bordo de una nave de SpaceX que, de hecho, está desde septiembre acoplada a la ISS.

Wilmore y Williams simplemente pasaron a formar parte de la tripulación permanente de la estación orbital a la espera de la próxima misión de rotación de astronautas, Crew-10, que fue retrasada hasta finales de marzo. Es costumbre que los astronautas salientes pasen unos días con los entrantes antes de volver a casa para compartir cualquier información relativa a los experimentos científicos a bordo o el mantenimiento de la estación.

Giro de timón hacia Marte. Todavía resuena en la NASA otro tuit en el que Elon Musk tildaba la Luna de "distracción" frente a la "prioridad" de colonizar Marte. Poco después, durante su toma de posesión, Trump describió la conquista marciana como "destino manifiesto" de Estados Unidos, y no tardaron en surgir rumores de que, bajo la nueva administración, el programa Artemis sería reestructurado para enfocar los recursos de la agencia en pisar el planeta rojo.

Fue precisamente la primera administración de Donald Trump la que priorizó las misiones lunares con la creación del programa Artemis en 2019, del que SpaceX es uno de los principales contratistas con la aportación de su nave Starship como módulo de aterrizaje tripulado. No obstante, el objetivo interno de SpaceX es enviar cinco Starship sin tripulación a Marte en 2026 y, si los aterrizajes salen bien, su primera misión tripulada a la superficie marciana en 2028, una meta absurdamente ambiciosa incluso con los recursos de la NASA.

La tijera de Musk. Como dueño de SpaceX, Musk tendría un serio conflicto de interés si tomara directamente decisiones que afectasen a la NASA. Pero su papel al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), que funciona como auditor externo estrechamente vinculado a la Casa Blanca, hace temer por un recorte del 30% en el presupuesto de la agencia a base de cerrar centros, trasladar sedes y cancelar programas importantes.

A Musk se le da especialmente bien abaratar costes, pero haría falta una enorme reasignación de fondos si la prioridad de la NASA fuera llevar humanos a Marte, un objetivo para nada barato que a su vez supondría ceder a China varias victorias simbólicas en la Luna. Pisarla no, porque China planea hacerlo por primera vez en 2030 y Estados Unidos ya envió 12 astronautas a la superficie lunar entre 1969 y 1972, pero con la NASA centrada en Marte, quizá sea China el primer país en levantar una base científica tripulada en la órbita o la superficie del satélite.

El papel de Jared Isaacman. Aunque sus intenciones son por ahora un misterio, muchos empleados de la NASA tienen sus esperanzas puestas en Jared Isaacman, el nominado de Trump para liderar la agencia. Isaacman, un multimillonario sin experiencia previa en la NASA, voló dos veces al espacio en misiones privadas de SpaceX y es descrito por medios como The Atlantic como un "mini-yo" de Elon Musk, probablemente recomendado por el propio Musk.

Isaacman es desde luego un empresario joven que podría priorizar los contratos a empresas del New Space como SpaceX, Blue Origin, Sierra Space y Rocket Lab, al tiempo que cortase el grifo a grandes sumideros de dinero como el cohete SLS liderado por Boeing o la estación lunar Gateway liderada por Northrop Grumman. En uno de sus últimos tuits habla también de poner personas en Marte como un objetivo factible. La pregunta es cuántas cosas será capaz de cambiar en cuatro años para que se vuelva un objetivo factible. Y a quién beneficiarán esos cambios.

Imagen | Trevor Cokley, SpaceX

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