"Ni mi familia lo entendía": este desarrollador trabajó gratis durante 10 años. Hoy, corporaciones y gobiernos dependen de su labor

Publicado el 22/05/2025 por Diario Tecnología
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"Ni mi familia lo entendía": este desarrollador trabajó gratis durante 10 años. Hoy, corporaciones y gobiernos dependen de su labor

Durante más de una década, Ben Haynes dedicó sus noches y sus fines de semana a un proyecto personal que pocos entendían y (peor aún), que nadie financiaba: no había inversores, ni usuarios que pagaran licencias o suscripciones, ni siquiera una comunidad activa de desarrolladores que lo apoyara.

Solo él, su PC y una idea: construir una herramienta que hiciera más fácil manejar bases de datos, sin necesidad de depender de interfaces complicadas como phpMyAdmin.

Actualmente, ese proyecto —Directusha superado las 30.000 estrellas en GitHub, ya es utilizado por gobiernos, grandes corporaciones y desarrolladores de todo el mundo, y cuenta con un equipo global de más de 50 personas. Pero el camino hasta aquí estuvo lejos de ser sencillo.

Una obsesión solitaria: los primeros 10 años (2004–2014)

En 2004, antes de que GitHub siquiera existiese, Haynes comenzó a trabajar en lo que él mismo describe como un "simple experimento": una herramienta destinada únicamente a facilitar su trabajo como desarrollador freelance.

"No era una startup, ni siquiera lo llamaba proyecto".

Durante 10 años, trabajó solo, sin colaboradores, sin comunidad. Solo él manteniendo el código, agregando funcionalidades entre trabajos de clientes y lidiando con la pregunta que su madre le repetía con preocupación:

"¿Por qué inviertes tanto tiempo en algo que estás regalando?".

Carente de una hoja de ruta, su única señal de progreso era un pequeño contador en su escritorio que marcaba las estrellas que el proyecto iba ganando en GitHub.

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El punto de inflexión: cuando alguien más cree en tu proyecto (2015–2020)

La verdadera transformación llegó cuando Rijk van Zanten se unió al proyecto. Con su ayuda, Directus pasó de ser un código improvisado a un software estable, y migraron de PHP a Node.js y de Backbone a Vue, preparando la base para escalar. Y fue entonces cuando el reconocimiento público comenzó a llegar.

Pero, como suele ocurrir en el código abierto, con la fama llegó también el caos: solicitudes específicas, aportaciones de calidad variable y una creciente necesidad de organización y de moderación de la comunidad:

"La mayoría de los 'pull requests' eran soluciones específicas, no pensadas para el bien común. Requiere muchísimo esfuerzo convertir eso en algo útil para todos".

Fue durante esta etapa que dejó definitivamente su agencia para enfocarse al 100% en Directus. Ya no era sólo un experimento: se había convertido en su gran proyecto.

Convertir una pasión en empresa: el desafío de la sostenibilidad (2020–2023)

Con la maduración del proyecto, llegó el momento de institucionalizarlo: fundaron una empresa, levantaron una ronda semilla de 1 millón de dólares y contrataron un pequeño equipo. Luego, contra todo pronóstico, llegaron otros 8 millones más.

Pero con el crecimiento vino el dilema clásico del software libre: ¿cómo sostener económicamente un proyecto gratuito? Aquí, Haynes y su equipo decidieron no comprometer su apuesta por el código abierto.

Trabajaron con Bruce Perens, cofundador de la Open Source Initiative, para crear una licencia que permitiera seguir siendo libre para la mayoría, pero que exigiera una contribución justa a las grandes empresas que sacaban provecho del software sin aportar nada a cambio.

La comunidad fue parte del proceso: "No tomamos decisiones en secreto. [...] Eso hizo que incluso en momentos difíciles, la mayoría se quedara con nosotros". Frente a las críticas que acusan ahora al equipo de "convertirse en otro Strapi" o de "venderse al capital", la respuesta es contundente:

"Esto no es un giro ideológico, es un intento de evitar que el proyecto se vuelva abandonware".

El presente: una comunidad, una empresa, un motor

Directus ha pasado a ser una plataforma de gestión de datos adoptada globalmente. Están en medio de una reescritura masiva del código base, pero, aunque ahora tienen un equipo, clientes de renombre y una posición sólida, Haynes no olvida lo que significa estar solo, creyendo en algo que solo tú ves:

"Los primeros diez años fueron de trabajo gratuito. Y sí, ni mi familia lo entendía. Pero ahora, cuando miro atrás, entiendo que eso fue necesario para llegar hasta aquí".

Lecciones de un viaje improbable

A lo largo de sus 21 años con Directus, Ben Haynes ha acumulado lecciones valiosas para cualquier desarrollador, emprendedor o entusiasta del software libre:

  • Desarrolla para ti mismo primero. Si no resuelve tu problema, no resolverá el de nadie más.
  • La simplicidad permite escalar, pero también lo hace la deuda técnica. Por eso, saber cuándo decir 'no' es esencial para mantener el rumbo.
  • El software libre no es trabajo gratuito. Hay que planear modelos de negocio sostenibles.
  • La comunidad no es un canal de marketing. Es el motor que lo mueve todo.

Imagen | Marcos Merino mediante IA

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