Me niego a abordar más naves en Star Citizen hasta que se me olvide la ansiedad que he sufrido durante mi primer curro de cazarrecompensas
Publicado el 01/03/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Me quedan muchos primeros pasos que dar en Star Citizen. Voy poco a poco, siempre que me lo permiten mis obligaciones de adulto funcional y los lanzamientos de 2025. He acumulado unas cuantas horas jugando con amigos, pero muy pocas en solitario. Apenas unos cuantos encargos de repartos de distancias cortas.
Quiero ampliar mis opciones de negocio, así que he probado con las misiones de cazarrecompensas. Me apetece mucho hacer encargos de este tipo que impliquen bajarse de la nave y pegar tiros, así que probé con la única misión que tenía disponible en la sección de "Bounty". Y no fue como esperaba.
Listo para la guerra con mi Aurora
No sé si la Aurora de Star Citizen es la mejor nave para meterse en jaleos. Tiene un par de ametralladoras de energía de nivel básico y capacidad para dos misiles que, a día de hoy, sigo sin tener ni idea de cómo se utilizan. Aunque tiene buena movilidad y me han dicho que los escudos son bastante decentes... para la poquita cosa que resulta en comparación con el resto de naves del juego.
Así que me monté en mi Aurora desde el hangar y puse rumbo hacia el último lugar conocido de mi objetivo: una base o algo por el estilo. Tardé un poquito en llegar porque todavía estoy familiarizándome con todos los controles y conceptos del viaje por el espacio, parte negativa de que la mayoría de mis aventuras se desarrollen como artillero y/o cargando cosas en la zona de carga.
Mi error fue buscar un objetivo en tierra después de escanear la zona. Hice Zoom en dirección al marcador y vi una nave acercándose a toda velocidad. Nunca antes había combatido en el espacio fuera de una torreta, así que me puse muy nervioso... y no ayudó que lo primero distinguible fueran sus proyectiles pasando muy cerca de mi nave, y luego la propia nave.
Marqué la nave. El HUD señalaba el punto exacto al que disparar en función del movimiento: un círculo que cambiaba entre verde, rojo y gris según la distancia y mi puntería. Descargué las primeras de muchísimas ráfagas sobre la nave. No la pude reconocer entonces, pero la he identificado a posteriori como una Prospector. Viene a ser una nave de minería, casi inofensiva y con una potencia de fuego inferior a la Aurora. O eso creo. Si me equivoco, corrígeme en comentarios.
El combate se basó en constantes idas y venidas, como una justa de caballeros espaciales. Los minutos fueron pasando entre ráfagas. No sabía qué estaba pasando exactamente, pero la interfaz me marcaba que estaba dañando constantemente la parte trasera de la nave, tanto el casco como el motor derecho. Tardó más de diez minutos en caer, aunque me pareció una eternidad, y en el proceso se unió otra Prospector al combate.
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Me acerqué a la Prospector inicial para comprobar si el piloto estaba muerto. Lo estaba. La nave no se movía y el contrato se cumplió. Disparé hasta que explotó para asegurarme. Quedaba la otra, cuyas ráfagas todavía impactaban contra los escudos de mi Aurora. El combate fue mucho más sencillo y rápido que el anterior... pero esta vez no destruí la nave al acabar con su piloto.
Tras mirar cada ángulo de la nave, apreciando todos los detalles de la misma, situé mi nave en perpendicular a la suya y me dispuse a abordarla. Continuaba nervioso, esta vez porque nunca antes había abordado una nave en Star Citizen y me preocupaba que apareciese otra Prospector. Abrí la puerta e hice el recorrido por el espacio hasta su puerta, que se abrió sin problemas.
No quiero sonar hater ni poner el dedo en la herida, pero nada que ver con los abordajes de Starfield. Y que conste que adoro con toda mi alma la odisea espacial de Bethesda. Una vez dentro, probé a ponerme a los mandos de la nave y utilicé la pistola tractora para mover el cuerpo antes de saquearlo. Llevaba un arma, munición y medicinas. No había nada más, así que era hora de irse.
Ansiedad en el espacio
La puerta no se abría. No había opción de interacción. Tampoco con los paneles. Busqué el botón de apertura en la consola de la cabina, pero nada. Estaba encerrado en una nave averiada en el espacio y mi nave se alejaba muy poquito a poco. Ya no estaba exactamente donde la dejé. Pensé que iba a morir de la forma más ridícula: si no me mataba el hambre y la sed, la nave acabaría cayendo al planeta debido a la gravedad... y ya sabemos cómo acaba eso.
"¿Y si disparo a la puerta?", pensé. Tenía dos rifles y munición de sobra para destrozar la puerta de una nave. Y había visto a un amigo hacer lo mismo para asaltar la Reclaimer de la que te hablé hace poco. Disparé un par de ráfagas tanto a la puerta como al interruptor de la puerta. Nada. Entonces el agobio se transformó en un híbrido entre una ansiedad muy light y un poquito de claustrofobia digital. Necesitaba salir. No podía morir así en mi primera misión de cazarrecompensas en solitario. Era ridículo.
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Llegué a la conclusión de que guardar munición era una tontería, así que me dispuse a descargar todos los cargadores que tenía en el inventario para destrozar la puerta. No hicieron falta tantos. De hecho, se abrió en pocos segundos. La compuerta exterior funcionaba y segundos después era libre en la inmensidad del espacio. Entré en mi nave y puse rumbo a una estación. Aparqué en el hangar y me hice una promesa antes de meterme a la cama: no más abordajes hasta que se me olvide este pequeño mal rato. El universo es caótico y demente.
En VidaExtra | Me prometieron guerra en Star Citizen y eso fue lo que encontré: naves increíbles, armas enormes y muerte en el cruel vacío del espacio
utm_campaign=01_Mar_2025"> Alberto Martín .