Los "químicos eternos" están ya por todas partes. Y eso incluye uno de nuestros lugares favoritos: el vino español

Publicado el 26/04/2025 por Diario Tecnología
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Los "químicos eternos" están ya por todas partes. Y eso incluye uno de nuestros lugares favoritos: el vino español

Los “químicos eternos” se han convertido en un tema candente. Estas sustancias químicas son ampliamente utilizadas en una variedad de contextos pero su presencia cada vez más habitual en el medio ambiente preocupa tanto a ecologistas como al sector de la salud. Y es que por ahora sabemos poco del posible impacto de estas sustancias en la salud de las personas y en los ecosistemas.

Químicos “eternos” en el vino. Un estudio realizado por la asociación ecologista PAN Europe(Pesticide Action Network Europe) ha alertado de la presencia en el vino europeo de una de las sustancias a las que solemos referirnos como “químicos eternos”: el ácido trifluoroacético.

PFAS y TFA. PFAS son las siglas con las que a menudo nos referimos a la categoría de las sustancias Perfluoroalquiladas y Polifluoroalquiladas. Se trata de una familia de moléculas sintéticas (se cuentan unos 4.700 compuestos de este tipo) que destacan por la resistencia que les imbuye la unión entre átomos de flúor y carbono. Estos compuestos son útiles por ejemplo en la fabricación de objetos antiadherentes, pero también pueden encontrarse en pesticidas, envases o productos de higiene.

Esta es una unión molecular extremadamente estable, no reacciona ante agentes externos por lo que es extremadamente difícil hacer que estas sustancias se descompongan, ya sea por procesos naturales o de otra forma. Es por ello que estas sustancias tienden a acumularse en la naturaleza y, potencialmente, en nuestro cuerpo.

Curiosamente, uno de los problemas con estas sustancias está en uno de los productos fruto de la descomposición de las PFAS, el ácido trifluoroacético (TFA). Es este precisamente el “químico eterno” en el que se ha centrado el nuevo estudio.

49 vinos. El análisis comenzó con una decena de vinos austriacos de añadas relativamente viejas y fue ampliándose para incluir cosechas más recientes y de otros países. En total, 49 vinos fueron analizados, incluyendo al menos uno producido en España.

Observaron que los vinos anteriores a 1988 no contenían trazas de TFA, pero que a partir de ese año las concentraciones fueron incrementando, primero poco a poco y, a partir de 2010, de forma importante. El promedio de concentraciones en los vinos de añadas entre 2021 y 2024 fue de 122 µg/L, aunque se detectaron picos de hasta 300 µg/L. Aunque el fenómeno se extendía por toda Europa, el equipo señalaba que los vinos austriacos eran los más afectados.

Otro detalle resaltado por la asociación fue la correlación entre las concentraciones de TFA y de residuos de pesticidas sintéticos.

Producción ecológica. El estudio de PAN Europe observó que los vinos de producción ecológica tampoco se libraban de la presencia de estas sustancias, si bien es cierto que mostraban unas concentraciones menores que las halladas en otros vinos.

¿Hasta qué punto son un riesgo? A día de hoy desconocemos a ciencia cierta los efectos de los “químicos eternos” sobre nuestra salud, pero hay algunos indicios que nos permiten hacernos una idea de estos posibles efectos. La TFA se ha vinculado, por ejemplo, a problemas para la fertilidad; pero otros compuestos de esta familia también han sido relacionados con problemas inmunitarios e incluso con un mayor riesgo de cáncer.

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Imagen | Hermes Rivera

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