Los festivales españoles están en crisis por Israel. Mientras, el Primavera Sound ha incluido los bombardeos en Gaza en su cartel

Publicado el 04/06/2025 por Diario Tecnología
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Los festivales españoles están en crisis por Israel. Mientras, el Primavera Sound ha incluido los bombardeos en Gaza en su cartel

Hacía años que no teníamos una temporada de festivales tan movida. Con la inmensa mayoría de los grandes eventos musicales del verano marcados por la polémica relacionada con el fondo de inversión KKR, el Primavera Sound, que se celebra esta semana en Barcelona, ha decidido posicionarse con una instalación a medio camino entre el exhibicionismo político y el gancho comercial. Que es puro Primavera Sound, también.

El túnel. Primavera Sound ha instalado en el Parc del Fòrum un túnel de 15 metros que replica los sonidos de los bombardeos en Gaza. El nombre de la instalación es 'Unsilence Gaza', es obra del ingeniero de sonido palestino Oussama Rima y se ha hecho en colaboración con las ONG Casa Nostra, Casa Vostra y NOVACT. Estas han declarado que "en Primavera Sound el sonido es emoción, conexión, placer. Pero el sonido también puede ser todo lo contrario: puede convertirse en un arma". A ello han sumado un dato escalofriante: los bombardeos pueden alcanzar los 170 decibelios, "mucho más de lo que el cuerpo humano puede soportar". Pero... ¿cuánto hay de genuino compromiso y cuánto de guiño de cara a la galería en esta instalación?

El problema con KKR. KKR es un fondo de inversión estadounidense, una de las mayores empresas de capital privado del mundo, y entre cuyas actividades más criticadas están las inversiones inmobiliarias en territorios palestinos ocupados por Israel, como Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania. En 2024, el fondo adquirió Superstruct Entertainment, una compañía que organiza unos ochenta festivales en todo el mundo y que en España está detrás de eventos como Sónar, Arenal Sound, Viña Rock, FIB o Monegros.

La reacción de los grupos. La respuesta no se hizo esperar por parte de numerosos grupos, que cancelaron su participación en muchos de los festivales, y que en algunos casos lanzaron comunicados matizando su relación exacta con KKR. Setenta bandas, por ejemplo, exigieron al Sónar un posicionamiento más comprometido. Han surgido voces que piden el boicot a los festivales, y algunos como el mismo Sónar han perdido a cabezas de cartel como Arca. A la vez, otros artistas como Kase.O o Angelus Apatrida han decidido conservar sus compromisos con los festivales, lo que ha generado polémica y malestar con algunos sectores de sus fans.

Más que festivales. Primavera Sound no tiene esos lazos con el KKR, lo que le permite adoptar una posición más combativa con respecto a Gaza. Pero lo hace al estilo PS: desde hace unos años, el festival está abanderando la transformación de los festivales españoles en algo más que encuentros para escuchar música. En muchos de ellos, el cartel se convierte en algo completamente secundario, por debajo de la socialización: empezó hace años con la transformación del Festival de Benicàssim en el punto ineludible de encuentro de la muchachada indie antes de la invasión británica, y Primavera Sound recoge en parte su testigo.

Y con noria. Quizás el elemento de Primavera Sound que más evidencia esta opción es la noria que se instaló en 2013. Desde entonces han trabajado en esa dirección acercando al festival más a un centro de ocio que a otra cosa: food trucks y puestos de gastronomía, talleres y actividades (muchos de ellos orientados al público infantil), conferencias, exposiciones multidisciplinares, mercados de artesanía, moda y merchandising. Un auténtico expositor de marcas y publicidad, que es la clara orientación actual del Primavera, lo que en cierto sentido pone en duda su signifficación política.

No es KKR, pero. Primavera Sound ha esquivado la polémica veraniega que ha afectado a prácticamente todos sus competidores, pero no se puede decir que ella no tenga sus propios compromisos económicos. De hecho, tras su financiación está el fondo de inversión estadounidense The Yucaipa Companies, liderado por el empresario Ronald Burkle. En ese sentido el Primavera Sound sí que está igualado con el resto de los festivales: es un evento más convertido en un activo financiero para multimillonarios extranjeros con la excusa de la cultura. Y que se trata de un negocio nunca lo han ocultado, como demuestran sus progresivos cambios de nombre a Estrella Damm Primavera Sound o San Miguel Primavera Sound según iban bailando sus patrocinadores principales. 

La ética de los ingresos. La financiación del Primavera Sound siempre ha generado innumerables conflictos éticos, tal y como detallaba este artículo de El Salto: publicidad de empresas como Seat o Spotify mientras se enarbola la reivindicación de los derechos laborales; acusaciones de purplewashing y pinkwashing; propaganda de marcas de dudosa ética, por ejemplo vinculadas a los NFTs... y, en general, comercialización de la cultura, que es algo siempre problemático. De ello hablaba en profundidad Nando Cruz en una serie de tres controvertidos artículos sobre el nacimiento y evolución del festival, y que dejaba claras sus abundantes contradicciones.

No se sale de Barcelona. El motivo de que Primavera Sound enarbole tan conscientemente la bandera de la catalanidad (y con ello, de cierto activismo político) es, precisamente, que no ha conseguido salir de Cataluña. La expansión internacional del Primavera Sound ha sido un fracaso: cerró todas sus ediciones latinoamericanas en 2024 después del fiasco que supuso la edición de 2024 en Madrid. En realidad, esta última era fruto de un tenso pulso con el ayuntamiento de Barcelona donde estaban en juego intereses mucho más sustanciosos que la música. Una serie de palos para las finanzas del festival, que conserva solo la primera de sus primeras expansiones internacionales, Oporto, fuera de Barcelona.

Punto intermedio. Primavera Sound es una atracción turística de primer orden para Barcelona (dejó en la ciudad 272 millones de euros en 2024, según un estudio de la consultora MKTG Spain). Así, juega (pese a esos tonteos con Madrid que no cuajaron por motivos que no tienen nada que ver con su catalanidad) a no perder su identidad netamente catalana, con acciones de la Fundación vinculadas a la formación local (muchos de sus cursos se han incorporado a los programas de estudios de la autonomía). Y dentro de esa identidad está la reivindicación a favor de Gaza, que mantienen constante y explícita en aspectos como la programación de Radio Primavera Sound, donde no tienen miedo a posicionarse.

El business es el business. Primavera Sound es un negocio, y por eso hay que coger con pinzas cualquier tipo de posicionamiento: recordemos propuestas del festival como The New Normal y su compromiso con la paridad y la diversidad en el cartel, pero que no dejaba de sonar parcialmente hueca y prefabricada. Solo hay que revisar las declaraciones de una de las portavoces del festival, Marta Pallarès, con respecto a Gaza: las críticas al genocidio "quedarán a manos de lo que decida cada artista". Un compromiso tibio (es de los pocos festivales que no han lanzado comunicado sobre Gaza, ni siquiera para guardarse las espaldas) que plantea otra interpretación para la instalación de este año: un otro stunt publicitario más.

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