La investigación sobre los recientes cortes de cables submarinos apuntaba hacia Rusia... pero las conclusiones no lo respaldan

Publicado el 22/01/2025 por Diario Tecnología
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La investigación sobre los recientes cortes de cables submarinos apuntaba hacia Rusia... pero las conclusiones no lo respaldan

En el aspecto geopolítico, uno de los hechos que ha marcado el inicio del año 2025 ya suena a 'déjà vu' en Europa: otro corte en un cable submarino en el Mar Báltico, una región que se ha convertido en un punto caliente para la infraestructura crítica de telecomunicaciones y energía. Y, aunque inicialmente las sospechas recayeron sobre Rusia, una investigación más profunda sugiere una explicación diferente... pero no exenta de polémica.

El papel de los cables submarinos y su vulnerabilidad

Los cables submarinos forman la columna vertebral de las telecomunicaciones globales: con más de 1.400 millones de metros distribuidos por los océanos, garantizan una conexión a Internet rápida y estable, además de conectar redes eléctricas y gaseoductos. Este sistema crítico también es extremadamente vulnerable, como demuestran los eventos ocurridos en los últimos 18 meses.

Desde principios de 2024, se ha tenido noticia de tres cortes relevantes en cables y gasoductos submarinos en el Báltico:

  1. El daño a un cable eléctrico entre Finlandia y Estonia, atribuido al petrolero ruso Eagle S.
  2. El corte de un gasoducto en el Golfo de Finlandia por el buque Newnew Polar Bear, con bandera de Hong Kong.
  3. La interrupción de dos cables de datos cerca de Suecia, causados por el barco chino Yi Peng 3.

De la sospecha al accidente

Inicialmente, las autoridades europeas y estadounidenses señalaron a Rusia, un país con el que las relaciones se han complicado enormemente desde que comenzó el conflicto en Ucrania. Sin embargo, investigaciones recientes concluyen que los daños no fueron resultado de sabotajes... sino de accidentes marítimos.

De acuerdo con un informe del que se ha hecho eco The Washington Post, estos incidentes fueron causados por embarcaciones comerciales que arrastraron sus anclas de manera no intencionada debido tanto a la inexperiencia de las tripulaciones como al deficiente mantenimiento de los buques.

Por ejemplo, en el caso del Eagle S, la investigación finlandesa determinó que el daño al cable fue causado por un arrastre accidental del ancla. De manera similar, el Newnew Polar Bear y el Yi Peng 3 sufrieron diferentes problemas operativos que desembocaron en los cortes en infraestructura submarina.

Las dudas persisten, pero resulta difícil atribuir responsabilidades

Las agencias de inteligencia han concluido que no existen pruebas concluyentes de sabotaje deliberado: sin embargo, la explicación de que estos incidentes sean simples accidentes no convence a todos. Críticos como Pekka Toveri, exjefe de inteligencia militar de Finlandia, sostienen que el patrón de eventos es altamente sospechoso.

Toveri argumenta que es poco probable que varios barcos hayan arrastrado sus anclas durante cientos de kilómetros sin corregir el rumbo, lo que podría indicar una estrategia de "negación plausible" por parte de Rusia.

Uno de los mayores desafíos en la investigación de estos incidentes es la dificultad para atribuir responsabilidades en el entorno submarino: la falta de pruebas concluyentes complica la capacidad de los gobiernos occidentales para confirmar o descartar la implicación de Rusia u otros actores.

A esto se suma la improbabilidad estadística de que varios incidentes similares ocurran en un periodo tan corto sin alguna forma de coordinación. Expertos en seguridad marítima sugieren que, si bien los accidentes fortuitos son posibles, la coincidencia de tantos eventos similares plantea preguntas que aún no tienen respuesta.

La amenaza híbrida y la respuesta europea

Aunque las investigaciones descartan, por ahora, un sabotaje directo, la percepción de vulnerabilidad ha aumentado en Europa: Rusia ha sido acusada en el pasado de usar operaciones encubiertas para atacar infraestructuras críticas. Desde intentos de contrabando de explosivos en aviones de carga hasta presuntas interferencias en redes submarinas, las supuestas acciones rusas han llevado a Europa a fortalecer sus medidas de seguridad.

En respuesta a los recientes incidentes, la OTAN ha intensificado su vigilancia en el Mar Báltico con el despliegue de fragatas, aviones de reconocimiento y drones submarinos. Además, países como Finlandia han adoptado un enfoque más agresivo, interceptando buques sospechosos (como el propio Eagle S) para someterlos a inspecciones.

Ahora, Europa se enfrenta el desafío de proteger sus infraestructuras clave mientras navega en un entorno de tensiones geopolíticas cada vez más intensas. El futuro de la seguridad en el Báltico dependerá no solo de reforzar la vigilancia, sino también de resolver las dudas que hoy empañan la narrativa oficial.

Vía | Xataka

Imagen | Marcos Merino mediante IA

En Genbeta | Google debe pagar 20.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 millones de dólares (según Rusia)

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