Japón lleva medio siglo cobrando un arancel 0% a los coches extranjeros. No encontrarás uno entre los 50 más vendidos

Publicado el 12/04/2025 por Diario Tecnología
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Japón lleva medio siglo cobrando un arancel 0% a los coches extranjeros. No encontrarás uno entre los 50 más vendidos

Japón es un país fascinante, de esos que cuesta comprender desde el punto de vista de un occidental. Quizás porque nosotros mismos hemos dado la espalda a la cultura asiática durante nuestros años de enseñanza o porque, sencillamente, tienen unas particularidades históricas y culturales que se nos hace complicado asimilar.

Lo que es seguro es que los japoneses tienen muy arraigado el consumo del producto local. Hay que tener en cuenta que la sociedad japonesa es profundamente nacionalista, quizás por estar rodeada de otras países donde este sentimiento también está muy arraigado como China o las Coreas, lo que ha provocado continuas tensiones en la zona.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos financió la recuperación de Japón, con el claro objetivo de poner un tapón geopolítico al comunismo que amenazaba desde China y desde Corea. Un movimiento que podía haber diluido este sentimiento nacionalista.

Poco a poco, el país fue creciendo y en los años 70 consiguió diversificar su industria y, al mismo tiempo, aplicar novedades técnicas que lo situaron a la vanguardia mundial en muchos sectores. Aprovechando la debilidad del yen frente al dólar, decidieron poner todo su empeño en exportar la mayor cantidad posible de sus productos.

Esas exportaciones inundaron la economía mundial de productos. Uno de los más significativos fueron los coches. En sus innovaciones técnicas, el país priorizó la eficiencia de sus motores, clave para inundar el mercado cuando llegó la crisis del petróleo. Frente a los coches americanos y europeos, los japoneses eran más baratos y eficientes.

Fue en ese momento cuando la industria se disparó por completo y Japón decidió tomar una decisión: levantó los aranceles a los coches extranjeros.

Pasen y vean

Algo así debieron pensar los políticos japoneses en 1978. Con el objetivo de ser más competitivos de cara a los mercados exteriores, el país levantó todos los aranceles para quienes querían importar un coche a su país. Es decir, cualquier marca extranjera podría vender sus coches en Japón sin pagar un solo euro extra.

En Japón no debían tener ningún miedo a lo que iba a suceder. Su industria era tan potente y los factores culturales tan determinantes que los vehículos extranjeros no han terminado de calar en el mercado.

Para prueba, en 2016 la Unión Europea levantó el arancel del 10% con el que gravaba a los coches japoneses. También se levantaba el 3% que pagaban los fabricantes nipones por producir en Europa pero utilizar piezas japonesas. A cambio, la Unión Europea encontraba la puerta abierta para vender otros productos, como queso o vino.

Entonces, la Unión Europea venía de comprarle a Japón 575.000 automóviles por valor de 9.000 millones de euros mientras que apenas les vendimos 279.000 vehículos por un valor de 7.300 millones de euros, recogían en El Mundo. De auqí podemos sacar dos lecturas.

La Unión Europea, especialista en la exportación de coches, apenas había colocado en el país nipón 279.000 coches en un mercado en el que casi se vendieron cinco millones de coches ese 2016. De las 12 marcas más vendidas aquel año en el país, sólo una (Mercedes en décima posición) era extranjera. Y ninguno de los 30 coches más vendidos en el país era extranjero.

Los coches que la Unión Europea conseguía colocar en Japón eran vehículos de precio alto. La unidad media le costaba a Japón más de 26.000 euros mientras que las compradas por la Unión Europea costaban menos de 16.000 euros. Es decir, a Europa le costaba (y mucho) competir por volumen.

Cuando Japón abrió sus puertas al mundo, debía ser conscientes de la particularidades del país. Las duras normas de emisiones y espacio han hecho desaparecer los coches de centro de las grandes ciudades. Desde los años 60 se aplica en el país el Shako Shomeisho, la obligación de contar con un espacio donde aparcar el coche para tener derecho a comprar un coche. En un país que se concentra en las ciudades, la limitación es decisiva.

Además, el cliente japonés confía plenamente en sus compañías y le cuesta abrirse a nuevas tecnologías. La acogida del coche híbrido frente a cualquier otra tecnología (y la resistencia de las propias firmas niponas al coche eléctrico así lo atestigua) es buen ejemplo de ello.

A esto hay que sumar que, por precio, los grandes generalistas no pueden competir ya que los vehículos locales se venden mucho más barato aprovechando una fabricación dentro del país que es más competitiva que más allá de sus fronteras. El valor del yen, más bajo que el dólar, el euro o la libra, les permite obtener grandes cantidades de dinero para el desarrollo y la fabricación de un producto que les permite bajar los precios en su mercado local.

Por el contrario, las compañías extranjeras que tienen que vender allí se enfrentan a un mercado recortado por las normativas de emisiones, la barrera de las regulaciones del espacio y que tienen la obligación de cambiar la producción del coche ya que al conducir por la izquierda necesitan posicionar los mandos en el lado opuesto. Un coste añadido que pone otra traba más.

El resultado es que los europeos y los americanos acabamos por ofrecer a Japón coches que no interesan. Además, en Japón son religión los monovolúmenes, contenidos por fuera y de amplísimo espacio interior. Un tipo de coche que ha desaparecido en Europa mientras que en Japón el Toyota Sienta, el Nissan Note y el Honda Freed ocuparon las plazas de tercer, cuarto y quinto coche más vendido en el país.

Y puedes seguir bajando en el listado de los 50 coches más vendidos en Japón en 2024. No encontrarás uno solo que sea extranjero.

Foto | Toyota

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