Hemos encontrado un "remedio" aún peor que los enemas de café: "mumia", o momia triturada

Publicado el 29/03/2025 por Diario Tecnología
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Hemos encontrado un "remedio" aún peor que los enemas de café: "mumia", o momia triturada

¿Qué ocurre cuando mezclamos un desconocimiento generalizado de farmacología y salud, con desconocimiento sobre las lenguas y culturas extranjeras? Muchas cosas, y pocas tan desagradables como lo ocurrido entre los siglos XII y XVII: el consumo de “mumia”.

Durante la etapa final de la edad media y los primeros siglos de la edad moderna, los médicos en Europa consideraron esta sustancia como un bálsamo con propiedades curativas de lo más variopinto, desde curar una indigestión hasta luchar contra la peste bubónica. El problema es que la “mumia” no era otra cosa que un preparado elaborado a partir de los restos momificados de personas fallecidas cientos o miles de años atrás. Es decir, momias trituradas.

Pero su consumo podría haberse debido a un simple error de traducción, tal y como explica en un artículo para The Conversation la profesora de la Universidad de Bristol Michelle Spear.

Solemos asimilar la medicina medieval con la conocida teoría de los cuatro humores, pero esta no era la única doctrina médica que inspiraba la medicina de aquella era. En su artículo, Spear relaciona el polvo de momia con la doctrina de las signaturas. Esta otra teoría consideraba que las sustancias sanadoras guardaban en su forma semejanza a aquello que querían curar.

Sería entonces “razonable” que los restos momificados de una persona fueran vistos como un tratamiento contra enfermedades potencialmente letales y también como remedio contra infecciones o contra necrosis y otras formas de decaimiento.

Otra doctrina que, según esta investigadora de la Universidad de Bristol, podría haber servido como base al uso de cadáveres en la práctica médica es la del vitalismo. Bajo el paraguas de esta teoría, se encontraría la noción de que la “fuerza vital” de una persona podría simplemente transferirse a otra.

El uso de la anómala sustancia comenzó a extenderse en el siglo XII, una era en la que eventos como las cruzadas darían un nuevo aire a las relaciones entre oriente y occidente. Esta era no solo vio el comercio de especias entre unos y otros, fue en esta era que Europa comenzó a importar momias del antiguo Egipto para llenar sus boticas del extraño remedio.

Mucho antes de que el orientalismo y la egiptología llevaran a los europeos a explorar (y a menudo saquear) las tumbas del antiguo Egipto, sus antepasados ya se habrían llevado numerosos restos humanos pertenecientes a aquella civilización mediterránea.

¿Un malentendido?

Como explica Spear, esta “moda” podría haber tenido su inicio en un simple malentendido protagonizado por el científico persa al que hoy en día conocemos como Avicena. En sus tratados, este pensador del siglo XI mencionó un remedio utilizado en su entorno para tratar lesiones como heridas y fracturas.

Este ungüento era una sustancia bituminosa a la que se referían como mūmiyā. Al traducir al latín los textos de Avicena, esta mūmiyā se habría transformado en nada menos que momias tritudadas, por lo que comenzó a extenderse la idea de que los cadáveres escondían el secreto para la cura de numerosos males y trastornos.

Para rematar el equívoco, las sustancias utilizadas en algunos embalsamamientos podrían también haber ayudado a la confusión. Al fin y al cabo, estas sustancias no habrían sido muy distintas a la mūmiyā empleada por los persas.

La historia del llamado “canibalismo médicono acaba en el polvo de momia, por lo que la noción de que todo fue un mero error de traducción quizá no llegue a explicar del todo este fenómeno. La grasa, la sangre y los cráneos humanos han sido consumidos en distintas formas como forma de aliviar males de diversa índole.

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