En Brasil hay una fiebre por las réplicas de bebés. El problema es que son tan reales que la gente las está confundiendo
Publicado el 28/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
La historia comenzó como un contenido inofensivo en TikTok, uno que rápidamente escaló hasta convertirse en un asunto nacional en Brasil. Una joven publicó un video en el que simulaba llevar a su “bebé” Bento al hospital: preparó su mochila, lo acostó en el coche, lo pesó, le dio el biberón y le limpió la mejilla. Más de 16 millones de personas vieron esa escena, pero pocos se dieron cuenta de que no era un bebé, era una muñeca reborn.
Caos político. Lo contaba esta semana el Guardian. Mientras Jair Bolsonaro se enfrenta a un juicio por intento de golpe de Estado y el actual mandatario Lula atraviesa el peor momento de popularidad de su tercer mandato, el foco de atención de amplios sectores del debate público brasileño se ha desviado hacia un fenómeno insólito: los muñecos/as reborn.
Hablamos de figuras hiperrealistas de bebés, coleccionadas y confeccionadas por miles de personas (en su mayoría mujeres) en Brasil desde hace décadas, que se han convertido de pronto en blanco de burlas virales, amenazas violentas y una inusitada ola legislativa.
Leyes contra muñecos. Según el New York Times, en estos momentos hay al menos 30 proyectos legislativos presentados en Brasil para impedir que las muñecas reborn accedan a servicios públicos como salud o educación. Legisladores de la derecha, especialmente en el estado de Amazonas, han llevado incluso muñecos al parlamento alegando que algunas mujeres están intentando obtener beneficios públicos con ellos, (aunque no hay evidencia que lo respalde).
En un giro de los acontecimientos que se acerca a una distopía, una de las impulsoras incluso preguntó si el siguiente paso sería castrar “muñecos reborn” en veterinarios.
Estigmatización. A modo de burla, la cuenta oficial de la ciudad de Curitiba advirtió a las “madres reborn” que sus muñecas no dan derecho a usar los asientos amarillos reservados para embarazadas en los autobuses. En contraste, el concejo municipal de Río de Janeiro propuso establecer el 4 de septiembre como Día de la Cigüeña Reborn para homenajear a las artistas que las fabrican, aunque el alcalde vetó la medida con el argumento de que “esto no está pasando”.
Para poner las cosas en orden, o casi, según el medio UOL, solo se ha documentado un caso real de una mujer con un trastorno psiquiátrico que intentó ingresar a un hospital con una muñeca, lo que evidencia que la mayoría de los proyectos de ley están basados en ficciones virales.

De TikTok al Congreso. Como decíamos al inicio, todo comenzó con una serie de virales en redes donde una coleccionista contaba haber sido llamada “loca” por llevar su muñeco a un centro comercial. Luego, otro clip mostró a una muñeca siendo atendida en un hospital, como parte de un juego de rol. Pese a que la autora del video aclaró que se trataba de una dramatización, el contenido fue replicado de forma alarmista como si fuera real.
A partir de ahí, las redes sociales estallaron con burlas, amenazas y un torrente de indignación dirigida a las llamadas “mamás reborn”. La controversia alcanzó un punto inquietante el pasado 6 de junio, cuando un hombre agredió a un bebé real de cuatro meses en la vía pública al confundirlo con uno de estos muñecos. El agresor fue liberado bajo fianza y el bebé se encuentra fuera de peligro, pero el hecho ilustra el clima de histeria desatada.
Misoginia disfrazada. Lo que a primera vista parece una polémica menor sobre pasatiempos excéntricos oculta un trasfondo más oscuro: la patologización del entretenimiento femenino. Lo contaba en el Guardian la socióloga y politóloga Isabela Kalil, profesora de la FESPSP, quien advierte que mientras los hombres adultos pueden coleccionar figuras de acción o pasar horas frente a videojuegos sin levantar sospechas, las mujeres que interactúan con muñecos hiperrealistas son rápidamente tildadas de desequilibradas.
La artista Larissa Vedolin, conocida como Emily Reborn en redes, ha recibido amenazas de muerte a diario por compartir sus creaciones. “Me escriben desde cuentas anónimas que están deseando encontrarme en la calle con un arma”, relata. Vedolin, como muchas otras creadoras y coleccionistas, defiende que los reborn no son juguetes, sino obras de arte. Algunos pueden tardar semanas en completarse y alcanzar precios de hasta 3.000 euros, dependiendo del nivel de detalle, como el implante de cabello mechón por mechón.
Reflejo social. El youtuber Chico Barney, que grabó un evento de coleccionistas en São Paulo para su documental Reborn Babies Don’t Cry, señalaba con sorpresa la normalidad del encuentro: “Fue solo un grupo de personas compartiendo un interés, sin nada excéntrico”. Pero ese contraste entre la realidad del fenómeno y la narrativa viral pone en evidencia una dinámica frecuente en la cultura digital contemporánea: la búsqueda constante de un blanco para el odio colectivo.
Kalil lo resumía con crudeza: el furor no se basa en hechos reales, sino en una necesidad de canalizar ansiedad social a través de objetos simbólicos. “Este caso ha servido para proyectar desprecio, burla y agresión contra mujeres que se desvían mínimamente de las expectativas convencionales”, afirma.
Práctica antigua. El Times recordaba que las muñecas reborn existen desde los años 90 y su interés no se limita a Brasil. En Estados Unidos, Dave Stack, fundador de Reborns (una plataforma de venta online) asegura que las ventas han crecido de manera constante: de 10 muñecas al día hace cinco años a entre 40 y 60 actualmente. Los precios oscilan entre 200 y 250 dólares para modelos de vinilo, y hasta más de 4.000 para ediciones limitadas de silicona blanda.
Entre sus compradores hay madres que han perdido hijos, centros para pacientes con demencia, abogados que los usan en juicios, creadores para cine y televisión, y principalmente personas que “simplemente aman a los bebés”. Algunas clientas incluso los llevan a consultas médicas, los alimentan con papillas o los fotografían con Papá Noel.
Una histeria como radiografía. En resumen, el fenómeno reborn en Brasil se ha convertido en lo más parecido a un espejo de la ansiedad colectiva, la misoginia normalizada y la influencia desmesurada de las redes sociales en el discurso político. Lo que en esencia es una forma de expresión artística o un refugio emocional se ha transformado en blanco de escarnio, legislación y polarización.
El episodio revela no solo la facilidad con que se genera un pánico moral, sino también la fragilidad de los consensos sobre lo que se considera legítimo en el ocio y la expresión individual, especialmente cuando las protagonistas son mujeres. En una nación sacudida por crisis más profundas, no deja de ser un síntoma que una simple muñeca de silicona provoque tanto ruido.
Imagen | Miriam, IToldYa, DONNA LEE
En Xataka | Vuelven los "reborn", las réplicas de bebés hiperrealistas para superar el trauma de su pérdida
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