El plato nacional de Estados Unidos afronta un futuro preocupante si los aranceles se mantienen: las hamburguesas

Publicado el 13/05/2025 por Diario Tecnología
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El plato nacional de Estados Unidos afronta un futuro preocupante si los aranceles se mantienen: las hamburguesas

La guerra comercial entre China y Estados Unidos puso de manifiesto un problema para Pekín: les gusta, y mucho, la soja estadounidense, hasta el punto de que cada año se importan millones de toneladas con dirección a Asia. Del conflicto comercial se atisbaba un inesperado ganador: Brasil. Ahora, los mismos actores aparecen en otro escenario derivado de la guerra comercial. Los estadounidenses pueden pasar por muchas cosas, pero que no les quiten una buena barbacoa.

La guerra comercial ha abierto un incierto escenario para devorar carne.

Hamburguesa global en la guerra. Contaba este fin de semana el New York Times que, curiosamente, la mayor parte de las hamburguesas que se consumen en Estados Unidos no son de allí. Pese a su imagen como emblema nacional, la hamburguesa estadounidense es, en realidad, el resultado de una cadena de suministro internacional muy amplia. La carne molida que alimenta barbacoas, comedores escolares y cadenas de comida rápida suele combinar carne local con importaciones, especialmente y en primer lugar de Brasil, hoy el mayor exportador de carne de vacuno del mundo.

Esta interdependencia ha quedado al descubierto tras la imposición de aranceles generalizados por parte de Trump, cuyas medidas han reconfigurado el comercio mundial de carne y encarecido los productos básicos que millones de estadounidenses consumen a diario.

Brasil, entre dos gigantes. En medio de esta guerra comercial, Brasil emerge (otra vez) como gran beneficiario. Su carne, producida a bajo coste gracias a enormes extensiones de pasto y mano de obra barata, ha visto dispararse su demanda tanto en Estados Unidos como en China, dos economías que por sí solas no logran satisfacer el apetito creciente por proteínas magras.

Las importaciones de carne brasileña por parte de Washington crecieron más de un 50% en un solo año, alcanzando un récord de 1.300 millones de dólares, incluso a pesar del arancel del 10% que eleva el precio final para los consumidores. Mientras, China, enfrentada también a los aranceles estadounidenses, ha reducido sus compras allí y redoblado su apuesta por Brasil, donde casi la mitad de su carne de vacuno procede ya del país sudamericano.

La carne molina en el ojo del huracán. Este (re)acomodo de flujos comerciales ha provocado un aumento de precios en el mercado global: la carne brasileña se ha encarecido alrededor de un 20% solo desde abril. Empresas cárnicas estadounidenses, atrapadas entre la necesidad de mantener precios accesibles y el alza de los costes, han comenzado a mezclar carne de cerdo en sus hamburguesas para reducir el impacto al consumidor.

Mientras tanto, productores brasileños como Grupo Fribal planean expandir sus rebaños en decenas de miles de cabezas para aprovechar una demanda que, aunque boyante, exige tiempo y recursos para materializarse, en un contexto de sequías recurrentes y saturación logística en los puertos brasileños.

Dependencia de USA. La clave en todo está en que, aunque Estados Unidos sigue siendo un gran productor de carne de vacuno, su especialización está en los cortes premium como el rib-eye o el filet mignon, no en el tipo de carne magra y económica que alimenta el consumo masivo. Por eso, para elaborar sus hamburguesas, los procesadores estadounidenses necesitan mezclar carne local más grasa con variedades magras importadas, y ahí aparece Brasil.

Como explica el economista agrícola Glynn Tonsor en el Times, “en Estados Unidos consumimos más carne molida de la que producimos”. ¿El problema? Que esa dependencia estructural deja a los consumidores expuestos: los precios de la carne molida han aumentado un 43% en cinco años, y se espera que sigan subiendo mientras la inflación obliga a los hogares a abandonar los cortes caros y volver a los básicos. Todo ello, en un momento en que el censo ganadero estadounidense se encuentra en mínimos de 73 años por las sequías y el alza del precio del pienso.

Brasil y el consumidor. Explicaba el NYT que mientras China refuerza sus lazos con Brasil tras revocar las licencias de más de 390 procesadoras estadounidenses en represalia, el presidente Lula intenta mantener equilibrios diplomáticos entre sus dos principales socios comerciales. Sin embargo, su asesor Celso Amorim lo deja meridianamente claro: China ofrece hoy “más oportunidades y menos riesgos” que Estados Unidos.

Ante el nuevo escenario, los productores brasileños se preparan para llenar el vacío dejado por los estadounidenses, aunque reconocen que ampliar la producción requiere tiempo. Con una clase media china cada vez más aficionada al bistec y los hot pots de res, y una demanda estadounidense que no encuentra sustitutos de igual escala, Brasil se posiciona como el epicentro ganador de un comercio de carne en plena transformación.

Eso sí, con un “pero” en el resultado que resume muy bien el presidente de la Asociación Brasileña de Exportadores de Carne, Roberto Perosa: los rancheros salen ganando, pero serán los consumidores estadounidenses quienes, literalmente, “se coman la factura”.

Imagen | PxHere

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