Cuando un ingeniero quiso cruzar África en coche, inventó uno de madera. Sería el principio de su final

Publicado el 29/07/2025 por Diario Tecnología
Artículo original

Cuando un ingeniero quiso cruzar África en coche, inventó uno de madera. Sería el principio de su final

En uno de los momentos de su pintoresca vida, Tony Howarth tuvo una visión revolucionaria: crear un automóvil perfecto para África. Un vehículo barato, resistente, fácil de reparar y que pudiera fabricarse localmente con materiales sostenibles. Su proyecto, bautizado como 'Africar', prometía cambiar para siempre el transporte en el continente africano. Sin embargo, lo que comenzó como un sueño altruista acabó convirtiéndose en una pesadilla legal que llevó a su creador directamente a prisión.

De cineasta a ingeniero con una misión: fabricar el coche perfecto para África

coche Imagen: Silodrome

Howarth no era un empresario cualquiera. Graduado en ingeniería por la Universidad de Cambridge, había desarrollado desde niño una pasión por la mecánica que le llevó a construir su propio sistema de inyección de combustible para su moto cuando apenas tenía diez años. Sin embargo, fue su reconocida carrera como fotógrafo y cineasta lo que le llevó a dedicarse a este peculiar proyecto. Y es que Howarth ha recorrido más de 130 países, experimentando en primera persona las dificultades de las carreteras de tierra africanas.

Durante sus viajes por África en los años 70, Howarth se percató de que los vehículos occidentales no estaban diseñados para las condiciones extremas del continente. Las pistas de tierra, los baches profundos y la falta de talleres especializados convertían cualquier avería en un problema mayúsculo. Además, la obsolescencia programada de la industria automovilística occidental hacía que los repuestos fueran cada vez más difíciles de conseguir.

Una inspiración del Ford Modelo T

coche Imagen: Silodrome

El concepto del Africar se inspiró en el legendario Ford Modelo T, un vehículo que había sido diseñado precisamente para las carreteras sin asfaltar de la América rural de principios del siglo XX. Howarth entendió que lo que África necesitaba era algo similar: un coche simple, duradero y que pudiera ser reparado por mecánicos locales sin necesidad de equipos sofisticados.

Su diseño era revolucionario por su simplicidad. El chasis se construía con tubos de acero inoxidable para evitar la corrosión, mientras que los paneles de la carrocería podían fabricarse con materiales locales como madera laminada impregnada en resina, aluminio o incluso plástico. El motor elegido fue el Citroën GS, un propulsor boxer refrigerado por aire que ofrecía fiabilidad y facilidad de mantenimiento.

Una expedición que lo cambió todo

coche Imagen: LancsLive

En 1984, Howarth construyó tres prototipos del Africar para una ambiciosa expedición que sería documentada por Channel 4: un viaje desde el Círculo Polar Ártico hasta el Ecuador africano. Los tres vehículos —una ranchera, una pick-up y un modelo de seis ruedas— demostraron su valía atravesando miles de kilómetros de terreno extremo.

Durante la travesía, los Africar superaron pruebas que dejaron en mal lugar a un Land Rover Series III que les acompañaba. Su suspensión independiente de largo recorrido y su elevada distancia al suelo les permitían sortear obstáculos que atascaban a vehículos más convencionales.

El error fatal

lancaster Imagen: LancsLive

El éxito de la expedición abrió las puertas a la inversión. En 1986, Howarth fundó Africar International Limited en Lancaster, Inglaterra, y comenzó a captar capital de inversores particulares. Sin embargo, cometió un error que acabaría con su proyecto y, más tarde, en prisión.

Preocupado por la dependencia de los motores Citroën, que podrían quedar obsoletos en cualquier momento, Howarth decidió invertir el dinero de los inversores en desarrollar su propio motor. Fue una decisión lógica desde el punto de vista técnico, pero catastrófica desde el financiero. Los fondos se agotaron antes de completar el desarrollo, y los clientes que habían pagado por adelantado no recibían sus vehículos.

La situación se volvió insostenible cuando los inversores descubrieron que el prototipo mostrado en una presentación navideña de 1987 era en realidad un cascarón vacío: sin motor, con las puertas pegadas y la pintura aún húmeda.

Un final amargo y un legado que perdura

coche Imagen: Silodrome

En julio de 1988, la policía intervino y Africar International Limited cesó sus operaciones. Howarth huyó a Estados Unidos en un desesperado intento de conseguir la financiación que salvara el proyecto, pero fue inútil. En 1994 regresó al Reino Unido, donde fue arrestado inmediatamente.

Tony Howarth se declaró culpable de un delito de comercio fraudulento y cinco de obtención de bienes mediante engaño. Fue condenado a 15 meses de prisión. Según sus propias palabras, la experiencia carcelaria "fue como estar en un internado británico".

Aunque el Africar nunca llegó a fabricarse en serie (se estima que solo se construyeron entre uno y seis ejemplares de producción), la idea de Howarth no murió con él. Su concepto ha inspirado a otros emprendedores africanos, como los creadores del Mobius en Kenia, que retomaron la visión de un coche diseñado para la región, a pesar de sus dificultades económicas.

Imagen de portada | Silodrome

En Xataka | La lista de los coches más fiables de 2025 nos ha  dejado la sorpresa más inesperada: el mejor coche no lo tiene Toyota ni  Honda

utm_campaign=29_Jul_2025"> Antonio Vallejo .