Acabamos de vivir el primer gran apagón de la era renovable. El debate está ahora en cómo conseguir que sea el último

Publicado el 30/04/2025 por Diario Tecnología
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Acabamos de vivir el primer gran apagón de la era renovable. El debate está ahora en cómo conseguir que sea el último

El debate en la opinión pública está servido para las próximas semanas, al menos hasta que llegue el cónclave, momento en el que previsiblemente se limitará a los círculos especializados del sector energético. El analista de Bloomberg, Javier Blas, ha bautizado lo ocurrido en España y Portugal como “el gran apagón verde de la era de la energía renovable”. Aunque las autoridades aún no han ofrecido una versión definitiva, el debate se ha recrudecido.

Hasta ahora. La versión oficial aún es preliminar, pero Red Eléctrica de España ha ofrecido una reconstrucción técnica de lo ocurrido. Según las últimas informaciones, la caída no fue producto de un ciberataque ni de un sabotaje, sino del fallo encadenado de varios sistemas en un contexto de alta penetración renovable. En cuestión de segundos se desconectaron cerca de 15 gigavatios, aproximadamente el 60% del consumo de la demanda eléctrica, debido a una caída brusca del voltaje, conocida como “hueco de tensión”. Este tipo de caída activa sistemas de protección automáticos que desconectan centrales eléctricas y subestaciones para evitar daños mayores.

Según Financial Times, la falta de inercia —la capacidad de ciertas infraestructuras como turbinas para estabilizar la red— agravó el problema. Y dado que Portugal depende parcialmente del suministro español, el apagón se extendió de inmediato a todo el país vecino. Pese a ello, Beatriz Corredor, presidenta de Red Eléctrica, ha advertido de que “no es correcto relacionar el incidente con la penetración de renovables”, defendiendo que estas tecnologías funcionan de forma estable y que el sistema eléctrico español es resiliente. También ha señalado que se están analizando millones de datos para esclarecer las causas exactas del apagón y reforzar los protocolos de respuesta.

Se reabre el debate. Hace unas semanas, la discusión en el sector energético giraba en torno al cierre programado de las centrales nucleares previsto para dentro de dos años. Sin embargo, el apagón ha catalizado un choque ideológico más visible: renovables vs nucleares. Tal como ha detallado eldiario.es, lo ocurrido ha alimentado las tensiones entre quienes defienden la transición energética frente los que quieren mantener a las nucleares como respaldo estable. En ese mismo artículo, Jorge Sanz, el expresidente de la Comisión para la Transición Energética, ha declarado que uno de los factores fue la desconexión masiva de renovables ante un hueco de tensión. No obstante, como ha señalado el experto en renovables Xavier Cugat en sus redes, Sanz ha omitido un dato relevante: la existencia del SRAP (Sistema de Respuesta Automática de Protección), ya operativo y con varios gigavatios de capacidad eólica y solar gestionados en tiempo real. Una herramienta crucial que, aunque no evitó el apagón, sí forma parte del esfuerzo por mejorar la respuesta técnica de las renovables ante estas situaciones.

Pero hay una realidad imparable. Según IRENA, en 2024 el 92,5% de la nueva potencia eléctrica instalada a nivel mundial fue renovable. Es decir, se instalaron doce veces más renovables que nuclear, gas y carbón juntas. Las energías limpias son ya la norma: son más baratas, seguras y en muchos países, casi la única opción que se está ampliando. Ya existen ejemplos concretos: países como Paraguay, Islandia o Noruega funcionan con un 100% de generación renovable. La dirección está clara; lo que está en juego ahora es cómo gestionar esta transformación sin comprometer la estabilidad del sistema.

¿Cuál es el camino? Como ha explicado para RNE el profesor titular de la Universidad Rey Juan Carlos, Eloy Sanz, que la Península Ibérica es una "isla energética" con muy poca conexión internacional. España y Portugal necesitan una integración mucho más fuerte con el resto de Europa para poder compartir excedentes, equilibrar la demanda y reforzar la seguridad del sistema. A esto se suma la necesidad de seguir invirtiendo en almacenamiento, como baterías, plantas de bombeo reversible o hidrógeno verde. Por último, el desarrollo de tecnologías como la inercia sintética, ya desplegada en países como Dinamarca, que simulan el efecto estabilizador de las antiguas plantas térmicas u otro tipo de estrategia como el Synchronous Power Control, que permiten a las renovables contribuir también a la estabilidad de la red sin necesidad de baterías ni volantes de inercia físicos.

Ignorar esto tiene un precio. Como ha resumido Javier Blas en su columna con crudeza: “El diseño de la red, las políticas y los análisis de riesgos aún no están a la altura de la gestión de un exceso de renovables”. No es un ataque a las energías limpias, sino una llamada de atención. El error sería abandonar las renovables por un apagón, como tampoco se abandonaron los combustibles fósiles tras el blackout de Nueva York en 1977. Pero sí debemos aprender. El futuro de la energía será renovable, pero no puede ser ingenuo ni ideológico.

Imagen | Unsplash

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