En los corredores diplomáticos de Bruselas y en las capitales europeas, un susurro que comenzó como una expresión de frustración y rabia moral ha ido cobrando una forma más definida y, para algunos, alarmante: la idea de "pagar a Rusia con la misma moneda". Esta no es una frase vacía de contenido, sino una propuesta que, en sus diversas interpretaciones, busca una retribución directa, una equiparación de las acciones rusas con una respuesta europea de similar calibre. La idea resuena con la profunda indignación que la agresión en Ucrania ha provocado, apelando a un sentido de justicia retributiva que busca no solo castigar, sino también disuadir a través de la simetría. Sin embargo, la historia nos enseña que las represalias simétricas, aunque emocionalmente satisfactorias, rara vez conducen a la estabilidad. Se trata de un concepto cargado de implicaciones éticas, legales, económicas y geopolíticas que podrían redefinir el futuro del continente y del orden internacional. Abrazar tal estrategia no es simplemente un cambio de táctica; es una potencial transformación de principios que ha mantenido la paz relativa en Europa durante décadas. La pregunta clave no es si Europa tiene la capacidad de actuar, sino si realmente desea cruzar un umbral moral y estratégico que podría llevar a consecuencias impredecibles y, posiblemente, catastróficas.
La Sed de Retribución: ¿Qué Implica "Pagar con la Misma Moneda"?

La frase "pagar con la misma moneda" puede evocar imágenes y estrategias muy diversas, y es crucial desentrañar sus posibles significados en el contexto actual. Una de las interpretaciones más prominentes, y la que más debate genera, se centra en la confiscación y utilización de los activos soberanos rusos congelados en Occidente. Hablamos de cientos de miles de millones de euros en reservas del Banco Central Ruso y otros activos estatales que, bajo el derecho internacional actual, están protegidos por el principio de inmunidad soberana. La propuesta aquí es simple en su objetivo pero enormemente compleja en su ejecución: utilizar esos fondos para la reconstrucción de Ucrania, como una forma de compensación directa por los daños causados. Esta acción, aunque vista por muchos como una justicia elemental, desafiaría precedentes legales de décadas y podría sentar un precedente peligroso para el sistema financiero global y la confianza en la inviolabilidad de los activos estatales.
Más allá de lo financiero, la "misma moneda" podría interpretarse en términos de ciberseguridad, escalando las operaciones ofensivas en el ciberespacio ruso como respuesta a las presuntas interferencias y ataques de Moscú. En un ámbito aún más oscuro, algunos podrían incluso considerar la adopción de tácticas de desinformación o subversión, mirroring las herramientas que Rusia ha empleado para desestabilizar a sus adversarios. Sin embargo, tales acciones no solo comprometerían la moralidad y la credibilidad de Europa, sino que también abrirían la puerta a una escalada incontrolable, donde la línea entre el agresor y el defensor se difuminaría peligrosamente. La tentación de descender al nivel de un adversario que no respeta las normas es poderosa, pero también es una trampa. Mantener la superioridad moral y estratégica significa, en muchos casos, negarse a jugar según las reglas del oponente cuando estas reglas son inherentemente destructivas para el orden que uno busca proteger.
El Dilema Ético y Legal: Manteniendo la Brújula Moral
Aquí, mi opinión se inclina a la cautela. Si bien la indignación ante la agresión rusa es completamente justificada, la tentación de abandonar los principios fundamentales del derecho internacional y la ética para "vengarse" podría tener un costo mucho mayor a largo plazo que el beneficio inmediato. Europa se ha erigido históricamente como un baluarte del multilateralismo, el Estado de derecho y los derechos humanos. ¿Qué mensaje enviaría al mundo si, en aras de la retribución, violara principios de inmunidad soberana o se involucrara en ciberataques indiscriminados? El riesgo de erosionar el orden basado en normas que tanto esfuerzo ha costado construir es inmenso. La confiscación de activos soberanos, por ejemplo, podría ser vista por otros países como una amenaza a sus propias reservas, incitando a una desdolarización o a la búsqueda de sistemas financieros alternativos que no dependan de jurisdicciones occidentales. Esto, a su vez, podría fragmentar aún más la economía global y debilitar la influencia de las potencias democráticas.
El debate legal en torno a los activos rusos es feroz. Expertos en derecho internacional argumentan que, aunque la agresión es innegable, la confiscación directa de activos estatales sin un claro marco legal internacional o una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU (que Rusia bloquearía) podría ser ilegal. Europa, por tanto, se enfrentaría a la disyuntiva de hacer lo que siente que es moralmente justo, pero legalmente dudoso, o adherirse estrictamente a la ley, lo que podría percibirse como debilidad. La búsqueda de un mecanismo legal robusto para la utilización de estos activos es imperativa, quizás a través de un tribunal internacional especializado o un nuevo acuerdo global que establezca precedentes para la responsabilidad de un Estado agresor. De lo contrario, se corre el riesgo de debilitar precisamente aquellas instituciones y leyes que se supone que deben proteger a los Estados de agresiones futuras. Para una lectura más profunda sobre los desafíos legales de la confiscación de activos rusos, recomiendo este artículo de Chatham House: Chatham House - Seizing Russian Assets.
Consecuencias Geopolíticas: Un Juego de Alto Riesgo
Adoptar una estrategia de "ojo por ojo" en el ámbito geopolítico podría desencadenar una espiral de escalada difícil de controlar. La historia está plagada de ejemplos donde la simetría en la respuesta, aunque inicialmente satisfactoria, ha llevado a conflictos más amplios y destructivos. Si Europa replica las acciones rusas, ¿cómo se diferenciaría de un agresor? ¿Qué legitimidad tendría para condenar las futuras transgresiones de Moscú si ella misma ha bajado el listón moral y legal?
Además, tal enfoque podría dañar la unidad y la coherencia de la propia Europa. No todos los Estados miembros comparten la misma visión sobre el nivel de riesgo aceptable o sobre la interpretación de lo que constituye una respuesta "equivalente". Algunos países, por su historia o proximidad geográfica, son más reticentes a la confrontación directa por temor a represalias, mientras que otros, particularmente aquellos más afectados por la agresión rusa, abogan por medidas más contundentes. Una estrategia de retribución simétrica podría fracturar aún más la cohesión europea, debilitando la capacidad del continente para actuar de forma unificada frente a desafíos futuros. La fortaleza de Europa radica en su unidad y en su adhesión a valores compartidos, no en su capacidad para imitar las tácticas de regímenes autoritarios. Para un análisis de las implicaciones de las sanciones existentes y su impacto geopolítico, se puede consultar el sitio web del Consejo Europeo: Consejo Europeo - Sanciones contra Rusia.
El Impacto Económico: Más Allá de las Sanciones
Europa ya ha implementado un paquete de sanciones sin precedentes contra Rusia, que ha tenido un impacto significativo pero también ha generado costos económicos para el propio continente, especialmente en el sector energético. La idea de "pagar con la misma moneda" a nivel económico podría ir más allá de las sanciones actuales, quizás buscando paralizar sectores específicos de la economía rusa o imponer aranceles punitivos que superen los marcos de la OMC. Sin embargo, cada acción de esta naturaleza conlleva un riesgo de contrarrespuesta. Rusia podría intensificar sus propias represalias económicas, como la interrupción total del suministro de gas a los países que aún dependen de él (aunque Europa ha reducido drásticamente esta dependencia) o la búsqueda activa de nuevos mercados y socios que le permitan sortear las restricciones occidentales.
El sistema financiero global es un entramado interconectado. Las acciones drásticas de un lado pueden tener efectos dominó inesperados en el otro. La confiscación de activos soberanos, por ejemplo, podría desincentivar la inversión extranjera en Europa por parte de países que temen que sus propios activos puedan ser objetivo en el futuro. Podría acelerar la búsqueda de un sistema financiero desvinculado del dólar y el euro, lo que a largo plazo erosionaría el poder económico y la influencia de Occidente. El objetivo de las sanciones es cambiar el comportamiento de Rusia, no desmantelar el sistema económico global. Mantener un equilibrio entre la presión económica y la estabilidad global es un acto delicado que requiere una visión estratégica a largo plazo. La Comisión Europea tiene información detallada sobre las medidas económicas: Comisión Europea - Respuesta a la invasión de Ucrania.
La Cohesión Europea: Una Prueba de Unidad
La unidad europea ha sido uno de los pilares de la respuesta a la agresión rusa. La capacidad de los 27 Estados miembros para acordar paquetes de sanciones, apoyar a Ucrania y coordinar la política exterior ha sido notable, especialmente dadas las diversas dependencias energéticas e intereses económicos. Sin embargo, la propuesta de "pagar con la misma moneda" tiene el potencial de poner a prueba esta unidad hasta sus límites. Las posturas sobre la ética de la guerra, el riesgo de escalada y la relación a largo plazo con Rusia varían significativamente dentro del bloque.
Los países bálticos y Polonia, por ejemplo, que tienen una historia de dominación rusa y se sienten directamente amenazados, a menudo abogan por una línea más dura y menos conciliadora. Otros, como Hungría o incluso Alemania en ciertos momentos, pueden mostrarse más cautelosos, preocupados por las implicaciones económicas o por la posibilidad de una escalada militar directa. En mi opinión, la fuerza de Europa reside precisamente en su capacidad para encontrar un terreno común a pesar de estas diferencias, un equilibrio que le permite actuar con determinación sin romperse internamente. Una estrategia que no cuente con un consenso amplio podría fragmentar el bloque, lo que sería una victoria táctica para Rusia sin que Moscú tuviera que levantar un dedo. La unidad, en este contexto, no es solo un ideal; es una herramienta estratégica indispensable.
Alternativas y el Camino a Seguir: Estrategias a Largo Plazo
En lugar de caer en la trampa de la retribución simétrica, Europa debería centrarse en estrategias que refuercen sus propios valores y capacidades. Esto incluye:
- Reforzar el Derecho Internacional y la Responsabilidad: En lugar de ignorar la ley, Europa debería liderar el esfuerzo para fortalecer el marco legal internacional, creando mecanismos robustos para la rendición de cuentas de los Estados agresores. Esto podría incluir la creación de un tribunal especial para crímenes de agresión en Ucrania, o la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU. La idea no es bajar el listón legal, sino elevarlo y asegurarse de que se cumpla.
- Continuar el Apoyo Integral a Ucrania: La mejor respuesta a la agresión rusa es asegurar que Ucrania pueda defenderse, recuperar su territorio y reconstruirse. Esto implica un apoyo militar, financiero y humanitario sostenido, así como facilitar su integración en las estructuras europeas.
- Fortalecer la Resiliencia Interna: Europa debe seguir reduciendo su dependencia energética de Rusia, invirtiendo en energías renovables y diversificando sus cadenas de suministro. También debe mejorar su ciberdefensa y contrarrestar la desinformación de manera proactiva y efectiva, sin recurrir a tácticas dudosas.
- Mantener la Unidad y la Coherencia Diplomática: La voz unificada de Europa tiene un peso inmenso en el escenario global. Preservar y fortalecer esta unidad es crucial para cualquier estrategia exitosa frente a Rusia. El diálogo diplomático, incluso con un adversario, nunca debe cerrarse por completo, aunque su efectividad pueda ser limitada en ciertos momentos.
- Inversión en Disuasión: Aumentar la capacidad de defensa propia de Europa y fortalecer la OTAN como su principal garante de seguridad son pasos esenciales para disuadir futuras agresiones sin necesidad de recurrir a tácticas reactivas y peligrosas. La OTAN ha estado reforzando su presencia, como se puede ver en su sitio: NATO - Adaptación de la postura de disuasión y defensa.
La visión de "pagar con la misma moneda" es comprensible desde una perspectiva emocional, pero desde una estratégica, es una trampa. Europa debe ser más inteligente, no solo más fuerte. Debe actuar con principios, no solo con fuerza bruta. Su futuro como actor global y la estabilidad del orden internacional dependen de la capacidad de sus líderes para resistir la tentación de la venganza fácil y optar por el camino más difícil pero más sostenible: el del Estado de derecho, la unidad y la visión a largo plazo. Un artículo del Council on Foreign Relations sobre el futuro de la relación entre Rusia y Europa podría ofrecer más perspectivas: Council on Foreign Relations - Russia-Europe Relations.
En conclusión, la idea de "pagar a Rusia con la misma moneda" representa un cruce de caminos para Europa. Si bien la ira y la frustración son sentimientos válidos ante la agresión, la adopción de una estrategia basada en la retribución simétrica podría socavar los mismos principios y el orden internacional que Europa se esfuerza por proteger. Las implicaciones éticas, legales, geopolíticas y económicas son profundas y podrían tener consecuencias irreversibles. La verdadera fuerza y resiliencia de Europa residen en su adhesión a sus valores, su capacidad para construir consensos, su apoyo inquebrantable a Ucrania y su compromiso con el derecho internacional, no en la imitación de las tácticas de un adversario. El camino hacia adelante debe ser uno de prudencia estratégica, liderazgo moral y una determinación inquebrantable para defender el orden global basado en normas, incluso cuando la tentación de abandonarlo sea más fuerte.
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