No valoraba la optimización de Windows 10. Hasta que me tocó sufrir macOS durante un año en un iMac de miles de euros
Publicado el 13/07/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Cuando trabajo desde casa, lo hago con un MacBook Air M1 de 16 GB que compré tras ver que el de 8 GB se me quedaba corto. Casi cinco años después del lanzamiento de este equipo, sigo pensando que ha sido de lo mejor que ha lanzado Apple, y me sirve en todo lo que hago en mi día a día.
Por casa también tengo un viejo HP 8300 SFF (factor de forma pequeño) de 2013, con un lento SSD de 120 GB, 16 GB de RAM y gráfica integrada. En su día lo llegué a usar como hackingtosh, y sirvió a las mil maravillas para tal cometido, pero ahora lo usamos como equipo para gestionar almacenamiento local y alguna otra tarea. Su procesador es un i5-3470 de cuatro núcleos.
He estado un año fuera de casa y me llevé el portátil para trabajar, pero ante la imposibilidad de conseguir un monitor 4K de 27" barato como el que tenía en casa, encontré un iMac 5K por 350 dólares en Facebook Marketplace, y me tiré a la piscina pensando que sería más que suficiente para tener una experiencia fluida en el día a día. Me equivocaba.
Ni un hardware de 3.000 euros en 2019 fue suficiente para tareas comunes

Viendo lo bien que iba el HP con Windows 10, un SSD viejo y RAM corriente, el iMac tenía que ser óptimo para mi trabajo. Porque no solo era el equipo base en sí, tenía 48 GB de RAM, SSD de 1 TB, un i7-7700K de cuatro núcleos y una AMD Radeon Pro 580. Por 350 dólares, chollazo que tenía que ser más que suficiente, en una configuración que en 2019, a su anterior propietario, le había costado más de 3.000 dólares.
El i7-7700 no es un procesador moderno bajo ningún concepto. El M1 desde el que escribo es casi el doble de rápido según Geekbench, tanto en la prueba multinúcleo como en la un solo núcleo. Sin embargo, es mucho más rápido que el i5-3470 del HP, al que tenía idea de sustituir como equipo apto para el trabajo.
Según Geekbench, el i7 de séptima generación es más del doble de rápido que el i5 de tercera en multinúcleo y el doble de rápido utilizando un solo núcleo. Además, aunque el iMac 5K tiene que mover mucha más resolución, tiene una buena GPU dedicada y mucha más RAM.
Como decía, no fue suficiente. Desde el principio, con el iMac sentí que estaba ante un equipo usable y muy cómodo. Por su precio, no hay un ordenador con mejor pantalla (Apple cobra 1.779 euros por un panel 5K similar (aunque algo mejorado en la Studio Display). Y ahí acababan sus virtudes. Pese a la RAM, cada vez que quería usar multitarea de verdad, aquello sufría mucho.
Empezaban las ralentizaciones al tener una docena de pestañas de navegador, y mis compañeros de videollamadas siempre me decían que me entrecortaba. No era cosa de la conexión, sino de un calentamiento del equipo, que ya no era apto ni para videollamadas de Google Meet mientras usaba Slack y otras aplicaciones web. Llegó a ser tan molesto hablar con él, que pasé a usar un iPad o el portátil, pese a su pantalla más reducida en tamaño.
Queriendo usar aplicaciones profesionales como Lightroom, la experiencia era la misma: mucha ralentización y ventiladores a tope en un equipo que un día fue de lo más vendido de Apple entre editores de vídeo. Esto me hace pensar en lo mal que han envejecido los equipos con procesadores Intel, pero también en que Apple podría optimizar mejor sus equipos.
En su día, el HP, como hackingtosh en macOS High Sierra, funcionaba perfectamente fluido incluso sin SSD (se lo añadí y lo agradeció, pero era usable sin él). En las últimas versiones de macOS, ya no siento que el sistema trate tan bien a equipos antiguos, especialmente a los Intel. El iMac estaba actualizado a su máxima versión soportada, macOS Ventura, y buscando tener las últimas funciones, lo actualicé a macOS Sequoia siguiendo un método no oficial. Todo funcionaba a la perfección e incluso desbloqueé AirPlay, por lo que ahora podía utilizar el iMac como pantalla del MacBook Air (limitado a 1080p escalado, por desgracia).
El rendimiento con Sequoia no empeoró al de Ventura, pero tampoco mejoró. El equipo, con la optimización actual del sistema, no tenía de dónde tirar. Podría haber vuelto a versiones más antiguas menos exigentes, pero necesitaba software actual y actualizado.
Al volver a casa, tuve que vender el iMac por imposibilidad de traérmelo, y durante los primeros días, he vuelto al HP 8300 con Windows 10. ¿Mi sorpresa no sorpresa? Tiene un rendimiento mucho más fluido que el del iMac, siendo la mitad de potente, sin GPU y con un tercio de RAM. Puedo utilizar perfectamente Lightroom sin sentirlo lento (tampoco rápido como el M1, pero eso es esperable dadas las especificaciones) o tener videollamadas sin que parezca que mi WiFi está muriendo.
Echo de menos Windows 7 por todo lo que Microsoft nos ha ido quitando desde entonces, pero al César lo que es del César. Una vez Windows Update deja de hacerse presente, y teniendo SSD para evitar saturar el disco, es un sistema excepcionalmente bien optimizado. De hecho, sigue funcionando a la perfección (con sus limitaciones esperables) en una Surface Pro 3 con 4 GB de RAM, su gran factor limitante. Es una pena que pese a funcionar bien, Windows 11 no haya priorizado la compatibilidad y el rendimiento como lo hizo en sistemas anteriores.
Imagen | Xataka, Applesfera
utm_campaign=13_Jul_2025"> Antonio Sabán .