No me hubiese encantado Balatro sin Red Dead Redemption: todo lo que sé (y he perdido) en el póker es gracias a las timbas con John Marston
Publicado el 13/11/2024 por Diario Tecnología Artículo original
Las apuestas son el demonio, lo tengo claro. Durante mi juventud en la universidad caí en la trampa de los casinos online, los cuales facilitan poder participar de cualquier juego con una facilidad pasmosa. Parte de mi grupo de amigos estaba muy involucrado en el terreno de las apuestas deportivas y, en mi capricho infantil de querer imitarlos, invertí demasiado dinero.
Jamás conté el montante total que había perdido, pero sí que fue lo suficiente como para abrir los ojos y no regresar jamás a un portal de esas características. Sin embargo... ¿a quién le va a hacer daño una partida de póquer en Red Dead Redemption? La aventura de Rockstar Games, al igual que sus otros proyectos, contiene un buen puñado de minijuegos con los que entretenerse más allá de los clásicos tiroteos.
Si bien llegué a disfrutar de las partidas en el juego del cuchillo, el lanzamiento de herradura o los pulsos, lo cierto es que el magnetismo que generaron en mí los juegos sobre un tapete fue enorme. Claro, para jugar al dado mentiroso basta con seguir las sencillas normas que explica la desarrolladora y sacar partido de una IA no muy inteligente. Desplumar a los más incautos era todo un placer, aunque la recompensa recibida no siempre compensaba el tiempo que requería ganar una sesión que, como mucho, juntaba a tres personas más, además de Marston.
El blackjack es una trampa mortal. Dejando de lado los juegos cuyo componente principal es el azar, no hay juego más manipulado para que gane la banca que el de contar hasta 21. Está todo tan dirigido para que la casa lleve las de ganar que el componente estratégico se ve reducido a la mínima expresión, por lo que todo continúa dependiendo de factores ajenos a la capacidad del jugador.
La última propuesta en toda la ecuación era el póker, pero con el pequeño obstáculo de que en 2010 desconocía por completo cómo se jugaba. Apenas distinguía las cartas, se me complicaba conocer su valor y los conceptos de las ciegas eran demasiado enrevesados como para comprenderlos. Que Red Dead Redemption haga el esfuerzo de explicarle a cualquier novato cómo desempeñarse en el Texas Hold 'Em me salvó.
El formato de juego es el habitual para las partidas de póker que todos podemos haber jugado o que conocemos de campeonatos mundiales, así como de otros productos de ficción. Y si eres de los que está familiarizado con las instrucciones, sabrás que aquí sí que todo depende de la habilidad de la persona usando su mano. Sí, es cierto, no se puede desdeñar las cartas que tengas, pero los mejores en esta disciplina se distinguen por combinar valores de probabilidad, estratégicos y mantener una mente absolutamente fría.
A pesar de mis reticencias iniciales, comencé a introducirme en el mundillo en lugares tan variopintos como Armadillo, Chuparosa, Thieve's Landing, Casa Madrugada y Blackwater. Dos cartas del tamaño de la cabeza de Marston con diseños al más puro estilo mexicano eran mis principales armas, aunque jamás me pude resistir a las trampas. El traje elegante, más allá de ofrecer un atuendo impoluto para el vaquero, permitía hacer honor al dicho de guardarse un as bajo la manga.
¿Juego limpio? Ni mucho menos, sobre todo en una época como la del Salvaje Oeste donde todo consiste en vivir o morir. De hecho, más de una vez me he levantado de la mesa enfurecido por haber perdido por culpa de mi arrogancia, así que decidí escupir argumentos a la cara de mis contrincantes en forma de balazos. En cualquier caso, nunca tuve ningún reparo en discutir cualquier sospecha de un rival sobre mis sucias artes fuera del local, a punta de pistola.
Una vez más, la inteligencia artificial de las partidas de póker en Red Dead Redemption no brillaban demasiado por su ingenio. Basta con hacer apuestas muy fuertes para amedrentar a prácticamente cualquiera en la mesa, si bien yo no era consciente de ello en un inicio. Tuve que sufrir derrotas y cosechar pocas victorias hasta hacerme de oro, especialmente en plazas tan complicadas como Blackwater. La ciudad más moderna de todo el título cuenta con los botes más jugosos, pero también los jugadores más duros de batir.
Aquella experiencia, aquel aprendizaje que puedo usar contra mi madre sobre que los videojuegos sí que enseñan (aunque no sea el mejor ejemplo), me sirvió para llevarlo a la práctica en la vida real. Alguna que otra fiesta con póker ha sucedido en mi trayectoria nocturna y he sabido defenderme con cierta dignidad, aunque el alcohol pudiese llevarme a tomar decisiones nada recomendables. No es que sea un gran fan del juego, pero sí que me ha llevado a consumir documentales, historias y alguna que otra partida narrada por titanes como Adrián Mateos.
Además, jamás hubiese podido disfrutar instantáneamente de Balatro de no ser por aquel aprendizaje que absorbí hace 14 años y nunca me lo hubiera perdonado. El póker regresó para la precuela con Arthur Morgan y ahí volví a estar yo, sentado en una mesa dejándome el botín de Dutch en una sola noche sin mayor remordimiento que no haberle ganado al hijo de su madre que tenía enfrente.
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12_Nov_2024"> Juan Sanmartín .