Ni su forma de trabajar ni sus opiniones: lo que más afecta a la Generación Z en el trabajo es la etiqueta que les han puesto

Publicado el 30/03/2025 por Diario Tecnología
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Ni su forma de trabajar ni sus opiniones: lo que más afecta a la Generación Z en el trabajo es la etiqueta que les han puesto

La generación Z apenas está aterrizando en el mercado laboral y ya está harta de lo que ofrece. No obstante, se encuentran en un escenario para el que tienen sobrecualificación (al menos, en España) y unas condiciones tales que hacerse unas oposiciones les renta más. ¿Y entrar a trabajar en una empresa y acabar ascendiendo? No, les parece 'muy estresante y poco gratificante'.

En la oficina la genZ está rompiendo corsés y sin ir más lejos, no creen en el liderazgo autoritorio ni en fórmulas como llamar jefes a sus superiores y ya que tienen que acudir presencialmente sí o sí, alguno que otro recurre al task masking. Pero si hay algo que penaliza a la Generación Z, eso son las etiquetas. Al menos en el ámbito laboral, en el sexoafectivo están abrazando una letra clásica del espectro, como recoge El País.

¿Etiquetas en el trabajo? No, gracias

Hay quien les acusa de vagos por no querer jornadas de 40 horas, de una pusilanimidad tal que a algunos sus padres les acompañan a las entrevistas de trabajo, de que resulta difícil trabajar con ellos por su poca docilidad ante abusos laborales o por supuestas incompetencias digitales... pero no, lo peor siguen siendo las etiquetas.

Las etiquetas generacionales son una forma fácil y rápida de entender las tendencias, pero por su simplicidad no son capaces de representar con precisión aspectos más complejos y profundos. Explica para Fortune Jessica Kriegel, jefa de estrategia en Culture Partners, que la etiqueta de la Generación Z se ha transformado en un grave problema, ya que son:

'una forma destructiva de simplificar la complejidad del comportamiento humano en sacos de estereotipos'.

Así, apreciamos a los genZ como un todo y no como individuos con sus particularidades. En realidad, esto es más o menos obvio: es lo que tiene generalizar. El gran problema está en que las etiquetas generacionales se usan en entornos laborales: jefes y áreas de Recursos Humanos se basan en ellos para predecir comportamientos, valores y ética laboral, lo que se traduce después en estrategias de reclutamiento y retención. En pocas palabras: en no otorgar el beneficio de la duda, saltando al siguiente candidato.

Y la etiqueta de la generación Z comienza a pasar factura: un informe de Intelligent que data de finales de 2024 recogía una entrevista a 966 jefes sondeando la contratación de personas de la Generación Z: uno de cada seis tenía dudas. Así, de buenas a primeras. Una encuesta de ResumeBuilder a 782 gerentes implicados en selección y contratación de personal arrojaba que un 31% evitaban contratar a la Generación Z por motivos como la dificultad de gestionarles, lo que les cuesta soportar las cargas de trabajo o que no se llevan bien con otras personas de la empresa.

Por si fuera poco, explica el experto en demografía Mark McCrindle que las etiquetas de la Generación Z están mal hechas: no hay que tener en cuenta tanto el rango de años sino a acontecimientos históricos impactantes que marcaron su futuro. Así, a los Baby Boomers los define la expansión económica del Sueño Americano, a la GenX la caída del muro de Berlín y el pop y a Millennials la expsanión de internet y la globalización. ¿Y para la generación Z?

La pandemia del Covid-19, crisis económica, crisis climática, movimientos sociales como el MeToo o Black Lives Matter... tienen para elegir. No han nacido con ellos, pero sí han crecido en ese escenario y les ha afectado de pleno. La narrativa ha cambiado de pleno y de términos anteriores como la 'generación más preparada de la historia' ha habido un giro de 180 grados tal que hay quien evita contratarles.

Los números y los estudios que apuntan a esa tendencia llegan a ser tan alarmante como este del que se hace eco Xataka en el que el 40% de los gerentes reconocía no confiar en la generación Z y su ética, olvidándose que ellos también fueron jóvenes, tuvieron rebeldía y que quejarse de condiciones como la falta de flexibilidad o la ineficiencia del presencialismo no es algo nuevo ni mucho menos malo.

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