Los helados se van a poner muy caros este verano. Hay dos extraños culpables: el aceite de coco y el diésel de Filipinas

Publicado el 19/05/2025 por Diario Tecnología
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Los helados se van a poner muy caros este verano. Hay dos extraños culpables: el aceite de coco y el diésel de Filipinas

Con una primavera que se ha resistido a llegar, parece que las temperaturas van a empezar a tomar el regusto de un verano incipiente y, con ello, llega la época de refrescarse. Ahí es donde entra el helado, que este año será doblemente protagonista, pero no solo porque su precio se va a encarecer, sino también porque afectará a los conductores filipinos, pero ¿qué tendrán que ver los huevos para comer trigo? Un simple ingrediente: el aceite de coco.

En corto. El precio del aceite de coco se ha disparado en los mercados mayoristas, llegando a 2.700 dólares por tonelada métrica. Cómo ha explicado el experto en energía Javier Blas, esta subida no es un fenómeno aislado y refleja un mercado global en tensión donde el coco, un producto tradicionalmente asociado a los trópicos, se ha convertido en el epicentro de una batalla entre las industrias alimentaria, cosmética y energética.

Empezó con El Niño. Sí, el fenómeno meteorológico que sacudió al mundo entre 2023 y 2024, donde concretamente en el sudeste asiático experimentaron un clima inusualmente cálido y seco, afectando gravemente a los cultivos de coco. Filipinas, Indonesia e India, responsables del 75% de la producción mundial de aceite de coco, registraron caídas significativas en sus cosechas.

Además, El Niño no solo arrasó con los cultivos de coco, sino que además exacerbó las condiciones de sequía en zonas donde el agua es vital para el crecimiento de las palmas. Un árbol de coco tarda entre 12 y 18 meses en producir una nueva cosecha, lo que significa que los efectos de fenómeno meteorológico seguirán sintiéndose hasta 2025 y posiblemente hasta 2026. Este retraso ha creado una tormenta perfecta para los mercados, donde la oferta sigue disminuyendo mientras la demanda continúa al alza. Sin embargo, este solo ha sido el primer golpe.

Un segundo golpe. A esto se sumaron dos fuentes adicionales de demanda: el auge del biodiésel y la tendencia a posicionar el aceite de coco como un producto para adelgazar y otros usos en belleza, impulsado por redes sociales. Esta tendencia ha desviado millones de cocos del mercado alimentario hacia el mercado cosmético, incrementando aún más la presión sobre los precios.

El golpe de gracia. Al mismo tiempo, el biodiésel ha surgido como un nuevo competidor por los cocos. En el sector energético promete combustible “verde” en un mundo hambriento de alternativas sostenibles. Pero esta aparente sostenibilidad tiene un costo oculto: menos cocos disponibles para alimentos significa precios más altos para los consumidores y márgenes más reducidos para las marcas de helado.

¿Biocombustible? Hace casi dos décadas, Filipinas comenzó a mezclar diésel con éster metílico de coco, un derivado del aceite de coco. En ese momento, la mezcla era del 1%. Sin embargo, en octubre de 2024, el gobierno incrementó la mezcla al 3% y anunció planes para alcanzar el 5% en 2026, tal y cómo ha recogido el analista energético para Bloomberg. Cada punto porcentual adicional significa desviar alrededor de 900 millones de cocos hacia el mercado de biocombustibles. Si Filipinas alcanza su objetivo del 5%, se utilizarán 4.500 millones de cocos anuales para biodiésel, lo que representa casi un tercio de la cosecha anual del país.

La relación de ambas cosas. La conexión entre los helados veganos y el biocombustible es directa. Cada coco destinado al biodiésel es un coco menos disponible para la industria alimentaria, pero la relación va más allá del simple desvío de cocos. En un mercado globalizado, los incrementos de precios en un sector repercuten rápidamente en otros. Por ejemplo, mientras las marcas de helado buscan alternativas al aceite de coco, los fabricantes de biocombustibles pueden absorber los costos adicionales con subvenciones gubernamentales, lo que pone a las marcas alimentarias en una posición desventajosa, según el experto en energía Javier Blas.

Una bola de coco. Un simple postre que nos trae un poco de frescor en un verano que será caluroso, se convierte en un espejo de las complejidades del mercado global. Y es así como un simple coco puede ser tanto un ingrediente esencial en la industria alimentaria como un insumo clave para el biocombustible, compitiendo por su lugar en un mercado cada vez más tenso. Mientras los conductores filipinos buscan combustibles más asequibles y las marcas de helados luchan por mantener sus márgenes, el consumidor final siente el impacto en cada cucharada.

Imagen | Pexels y PxHere

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