La palabra escrita se daba por muerta en la era de TikTok. Algunos escritores de Substack facturan más que redacciones enteras
Publicado el 19/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Substack está en conversaciones para levantar entre 50 y 100 millones de dólares en una nueva ronda de financiación, con una valoración superior a los 700 millones que alcanzó en su última ronda, según Eric Newcomer, quien cita fuentes propias más el silencio de Substack al respecto.
Por qué es importante. La empresa ha encontrado el momento perfecto:
- El regreso de Trump ha disparado el interés por newsletters políticas.
- Su aplicación móvil está impulsando las suscripciones de pago.
Con 500.000 creadores en la plataforma, algunos ya generan más ingresos que redacciones enteras de medios tradicionales. Hace dos años ya había dos docenas generando al menos medio millón al año. "Al menos". Es el símbolo de una tendencia de esta década: la crisis permanente de los medios de comunicación frente al auge del periodismo de autor, centrado en un nombre y no en la marca de un gran grupo.
En cifras.
- Substack se queda con el 10% de los pagos a los escritores.
- El volumen total de las suscripciones se mueve cerca de los 450 millones de dólares.
- 45 millones, por tanto, son los ingresos de la plataforma.
El contexto. Estamos viendo el auge de una nueva oleada de periodistas independientes que han encontrado en Substack una vía de escape a los medios tradicionales.
- Emily Sundberg, con Feed Me, es un fenómeno mediático a quien perfilan en The New York Times y de cuya boda hablan en Vogue.
- Bari Weiss construyó The Free Press como un medio en sí mismo, pese a estar hecho sobre Substack.
- Mehdi Hasan está convirtiendo Zeteo en un gigante de la información.
En España el fenómeno está siendo varias magnitudes inferior al de Estados Unidos, pero hay creadores destacados:
- Mar Manrique se acerca a los 10.000 suscriptores con Fleet Street, su newsletter sobre periodismo.
- Jesús Terrés se acerca a los 40.000 con la literaria Nada Importa.
- Leticia Sala supera los 7.000 con Magical Thinking.
- Antonio Ortiz, fundador de esta casa, supera los 20.000 combinando Error 500 y Causas y Azares.
La mayoría son de autores que buscan independencia para contar sus historias o proyectos paralelos más que un reemplazo de su empleo.
La panorámica. Lo que empezó como una herramienta moderna para newsletters se ha convertido en una red de creadores independientes que compite con los medios tradicionales.
Substack hace dos cosas:
- Ofrece a periodistas (y no periodistas) con su propia audiencia la oportunidad de monetizar directamente su trabajo saliendo de sus medios.
- Luego paquetiza a toda esa red de creadores como una red con infraestructura compartida.
Primero fragmenta, luego empaqueta.
Sí, pero. El modelo tiene sus riesgos. La newsletter promedio de Subtack pierde el 50% de suscriptores de pago cada año. Para ganar 50.000 dólares anuales –un salario medio-moderado estadounidense– cobrando 8 dólares al mes, un escritor necesita 900 suscriptores de pago. Y además, añadir 31 al mes para compensar los que se irán.
Esa presión constante por crear contenido de calidad (el que se espera de alguien en Substack que cobra una suscripción), a menudo sin más herramientas que la propia mente del creador, también es un riesgo al burnout.
El modelo. Y asociado a estos riesgos, está el modelo de larga cola que impera en Substack. Como en OnlyFans, pero por razones distintas, se reproduce la economía de la atención:
- Unos pocos creadores acumulan la mayoría de ingresos.
- Unos cuantos viven razonablemente bien.
- Una masa enorme gana cantidades simbólicas que necesitan complementar para llegar a final de mes.
Los Mehdi Hasan y Bari Weiss del ecosistema generan cientos de miles de dólares al año. O millones. Los creadores de nicho con audiencias muy fieles pueden sacar entre 50.000 y 200.000 dólares al año. La gran mayoría se queda con ingresos residuales, insuficientes para dedicarles el tiempo completo.
El telón de fondo. La migración hacia Substack no es casualidad. Los medios tradicionales han recortado plantillas durante una década mientras los ingresos publicitarios migraban a Google y Facebook.
Entre 2008 y 2020, Estados Unidos perdió más de 1.800 periódicos locales además de habituales recortes, rondas de despidos, contrataciones congeladas, etc. Paralelamente, periodistas estrella descubrieron que sus nombres tenían más valor que las cabeceras. Matt Taibbi abandonó Rolling Stone, Glenn Greenwald dejó The Intercept, Casey Newton se fue de The Verge.
Todos encontraron en Substack no solo más dinero, sino total independencia editorial.
En juego. Substack no está solo en esta carrera. BeehiIv, Kit y Ghost compiten por el mismo mercado, pero con modelos SaaS que cobran mensualidades fijas en lugar del 10% de comisión de Substack.
La ventaja de Substack es su red de descubrimiento: los lectores encuentran nuevos autores a través de recomendaciones. Pero si los grandes nombres migran buscando mejores condiciones económicas, esa red se debilita.
Es la paradoja de todas las plataformas: necesitas a las estrellas para atraer talento, pero las estrellas son las primeras en irse cuando aparecen alternativas.
Imagen destacada | Substack
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