Indiana Jones y sus Aventuras de Despacho, el videojuego pensado para jugar de manera casual (y en tu trabajo) en lugar del Solitario
Publicado el 23/12/2024 por Diario Tecnología Artículo original
El nombre de Indiana Jones es sinónimo de las más grandes aventuras. Lo es en el cine, los cómics o las novelas y, con tan solo una excepción, los videojuegos. Lanzado en tan solo un único disquete en el año 1996, las Aventuras de Despacho de Indy fueron una idea realmente experimental por parte de una LucasArts rebosante de ideas, y eso supuso una decepción para unos, y una revolución para otros. La premisa, a grandes rasgos, era lanzar un juego de aventuras capaz de desbancar al mismísimo Buscaminas de Windows. No solo en los PCs domésticos, sino en las oficinas de todo el planeta.
Lo primero es lo primero: Indiana Jones y sus Aventuras de Despacho es un juego de aventuras con un desarrollo y perspectiva en Top-Down que, puestos a comparar con títulos de su tiempo, se parece más o menos a los Zeldas clásicos. A partir de ahí, y en contra de las tendencias de la época, el objetivo de sus creadores no era aprovechar el extra de tecnología o almacenamiento de los CDs, sino todo lo contrario: el conjunto se diseñó para emplear los recursos mínimos de los PCs. Es más, esa era su gran genialidad.
El día que Indiana Jones desafió al Solitario del Windows
Indiana Jones y sus Aventuras de Despacho pertenece a una época anterior a plataformas como Steam o Epic Games Store, con lo que por lo general los juegos se instalaban directamente en el Sistema operativo (fundamentalmente Windows) o se ejecutaban "desde fuera" y a través de MSDOS. LucasArts, sin embargo, diseñó el juego para ser jugado en formato de ventana reducida, como los juegos preinstalados Windows como el Pinball o el Solitario. Y eso era una jugada atrevida.
¿El motivo? En vez de centrarse en adolescentes o el clásico perfil de los jugones, con Indiana Jones y sus Aventuras de Despacho se quería ampliar la horquilla y llegar a un público mucho mayor que, de hecho, no solía recibir nada interesante: los jugadores casuales. Los que se echan una partida a cualquier cosa mientras se toman el café en la oficina, los que les toca hacer una guardia y ven pasar las horas sin tener nada que hacer o ese estudiante que solo tiene un viejo ordenador para entretenerse. Y ahí es dónde entra en juego la otra genialidad: su ilimitada rejugabilidad.
En propia la caja de la edición española de Indiana Jones y sus Aventuras de Despacho (publicada por Erbe) ya se introducía al jugador un concepto poco visto: "¡Literalmente millones de partidas diferentes!". Como comentamos, la manera de jugar era más o menos parecida a los Zeldas clásicos, pero tan solo necesitabas una aproximadamente hora para terminar la aventura. La mitad del tiempo si el café estaba fuerte. Lo divertido es que al empezar de nuevo la aventura era casi, casi totalmente diferente. Entonces, ¿tiene una trama o algo parecido?
Miles de Millones de aventuras... siempre que no te pille tu jefe
Más o menos como en la trilogía clásica de las películas o en El Gran Círculo, esta aventura de Indy se sitúa a mediados de la década de 1930. El punto de partida es la pequeña ciudad de Lucasio, en México, dónde nuestro héroe y Marcus Brody han conseguido una acogedora chocita para llevar a cabo una expedición arqueológica. A pocos pasos de ella nos espera el bueno de bonifacio, siempre dispuesto a resolver cualquier duda sobre cómo jugar. Y eso, en gran medida, es el denominador común de cada partida de Aventuras de Despacho.
Tanto la trama como las ubicaciones y la colocación de los elementos varían de manera aleatoria en cada partida, más o menos como el Buscaminas o el Solitario con los que se quería competir, de modo que incluso si las partidas son rápidas y relativamente cortas, al empezar de nuevo se genera una aventura distinta. Una manera de distanciarse y darle mayor rejugabilidad a los celebradísimos point and click y otros juegos protagonizados por Indy hasta la fecha.
Los ingredientes de los juegos de aventura en top down están convenientemente a la vista: hay misiones principales, secundarias, nazis, un malvado villano (Dr. Victor Van Loon ) y hasta reliquias que incluyen la mismísima Calavera de Cristal Tolteka que muchos años después acabaría dando nombre a una de las películas de Harrison Ford y Spielberg. Y, por supuesto, puzles que ponen a prueba nuestro ingenio.
Todo condensado en un solo disquete 1,44 Megas y diseñado para jugar casi al vuelo y dónde sea, propiciando partidas rápidos para los ratos muertos y diseñado para poderse ejecutar incluso en Windows 3.1, desde un 486 con tan solo 8 Megas de RAM. Lógicamente, el formato de ventana también era muy conveniente: aquello permitía minimizar la partida e incluso ocultar el juego rápidamente si pasaba el jefe del oficinista, entraba un cliente o disimular que estábamos usando el PC para estudiar.
Qué falló con el atrevido "Indy gaming on the go" de LucasArts
Indiana Jones y sus Aventuras de Despacho no tuvo la acogida esperada, y eso se fundamenta casi solo: su propuesta por el juego completamente casual no terminó de calar entre los que normalmente se entretenían simplemente jugando al Buscaminas y tampoco terminó de convencer a quienes quedaron embobados con un imprescindible Indiana Jones and the Fate of Atlantis que se codeaba con las propias películas. Y eso que ambos títulos fueron dirigidos por la misma persona: Hal Barwood. Es más, Barwood también se encargó de la trama y el diseño del juego.
Como resultado, las Aventuras de Despacho de Indy dividieron opiniones, y mientras había quien de manera legítima lo encontraba simplón, visualmente poco atractivo y repetitivo, otros apreciaban tanto su concepto como el hecho de ofrecer algo diferente en cada partida. La sensación generalizada es que por lo que valía (unos 12 dólares en Estados Unidos) no se le podía pedir mucho más.
Pero, claro, como comentamos al principio Indiana Jones era y sigue siendo sinónimo de gran aventura, y los fans de la gloriosa LucasArts de la década de los 90 tuvieron motivos para sentirse genuinamente decepcionados: aquello no solo era un juego menor, sino también un enorme paso hacia atrás. ¿Lo más curioso? El estudio de videojuegos de George Lucas redobló su apuesta por la idea un año después con su mayor franquicia: la Guerra de las Galaxias.
Lanzado en 1997 para PC (también distribuido en España por Erbe) y dos años después adaptado a Game Boy Color, LucasArts le dió una nueva oportunidad a la idea de ofrecer aventuras de despacho a través de Star Wars: Yoda Stories, siendo una aventura que empleaba el mismo formato y premisas en una historia ubicada cronológicamente entre El Imperio Contraataca y El Retorno del Jedi. Una jugada bien planteada, ya que ese mismo año se relanzó la trilogía clásica de Star Wars en las salas de cine mientras se rodaba la primera de las precuelas.
Para LucasArts no hubo tercer "strike" antes de descartar este intento de saga. La iniciativa se quedó en dos únicos juegos: Indiana Jones y sus Aventuras de Despacho y Star Wars: Yoda Stories. Y, no lo vamos a negar, estaríamos mintiendo si nos refiriéramos a estos juegos como lo más recordado y celebrado de una compañía que hoy es considerada histórica y entonces era sinónimo de buenos videojuegos. Y, sin embargo, siempre nos quedaremos con la triple duda: ¿fueron ideas muy adelantadas a su tiempo, no lograron calar entre los jugadores causales o simplemente se pudo hacer algo mejor? Quizás sea todo a la vez. O puede que el éxito del Solitario de Windows sea simplemente inalcanzable.
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